Opinión

Opinión de Alejandro Figueroa: Las encuestas y las elecciones de mitad de término

Lea la columna del abogado estadista Alejandro Figueroa

Se acercan las elecciones de mitad de mandato, los números sugieren que será una carrera muy cerrada entre republicanos y demócratas. Como consecuencia, muchos electores observan con entusiasmo, quizás obsesivamente, las últimas encuestas, tratando de determinar si su partido de preferencia prevalecerá.

Con solo un poco más de siete semanas para los comicios electorales de otoño, una multitud de encuestas sobre esas contiendas han comenzado a aparecer, promocionadas en correos electrónicos de recaudación de fondos, anunciadas en titulares y clamando por la atención de los votantes, muchos de los cuales dicen desconfían de las encuestas incluso cuando no pueden dejar de prestarle atención.

Las encuestas brindan una herramienta vital, pero limitada, para entender al electorado estadounidense. Las encuestas pueden decirnos mucho. Por ejemplo, gracias a las encuestas, sabemos que la decisión de junio del Tribunal Supremo que anuló Roe vs. Wade y puso fin a la garantía nacional del derecho al aborto provocó un cambio significativo en la opinión pública. Las encuestas realizadas por numerosas organizaciones han demostrado que una gran mayoría de los estadounidenses desaprobaron la decisión de la corte; que el respeto por la corte como institución ha disminuido, especialmente entre los demócratas; que el aborto ha surgido como un tema de importancia para los votantes; y que un número significativo de estos se ha volcado en contra del Partido Republicano como consecuencia de dicho fallo judicial.

Sin encuestas, en un país donde los vecindarios, los trabajos, las iglesias y otras actividades están cada vez más separadas según la ideología y el partidismo, los estadounidenses sabrían cómo reaccionaron ellos y sus amigos ante la decisión, pero no tendrían más que anécdotas ocasionales para medir lo que opina la gente fuera de sus círculos sociales. En ausencia de encuestas, solo tendríamos funcionarios públicos y analistas políticos reclamando como la verdad aquella agenda que pretenden empujar.

Pero las encuestas no son tan completas o claras como a la gente le gustaría. Las encuestas típicamente son estimados de la opinión pública; no están destinadas a ser mecanismos precisos, no pueden serlo en la medida que son muestras.

Una buena regla general es confiar en los hallazgos que se repiten en encuestas llevadas a cabo por diferentes organizaciones, en lugar de reaccionar exageradamente a lo que diga la última encuesta, o la encuesta de una sola entidad.

Tomemos la aprobación del trabajo del presidente Biden como ejemplo. Muchas encuestas lo miden. En un momento dado, una u otra encuesta puede tener a Biden arriba o abajo. Sin embargo, en conjunto, las encuestas muestran un patrón claro: la aprobación de Biden alcanzó un punto bajo en julio y ha mejorado significativamente desde entonces. El promedio de encuestas mantenido por el sitio web FiveThirtyEight tenía la aprobación de Biden en un 42% el jueves pasado, en comparación con un 53% de desaprobación; un nivel de aprobación no muy bueno, pero sobre el nivel de aprobación que tenían los presidentes Reagan, Clinton y Obama en este momento en sus primeros términos.

Los promedios tienen ventajas y desventajas: cualquiera que haga un promedio tiene que tomar decisiones sobre qué encuestas incluir, por ejemplo. Pero su gran fortaleza es que reúnen información de muchas encuestas diferentes realizadas de muchas maneras diferentes.

Es importante pensar en las encuestas en el contexto de todo lo demás que se sabe sobre una carrera. Quién acudirá a votar es uno de los mayores interrogantes con los que se enfrentan los encuestadores: no solo tienen que encontrar una muestra que refleje con precisión a la población, sino que también tienen que pronosticar correctamente qué parte de esa muestra votará. Es por eso que las encuestas electorales tienen más incertidumbre incorporada que las encuestas de otros temas.

Entonces, ¿cuál es el resultado final? Preste más atención a los promedios; no se concentre demasiado en ninguna encuesta individual. Use algo de sentido común. Y no espere que las encuestas brinden más precisión de la que pueden lograr.

Las encuestas tienen un buen historial de poder predecir el resultado dentro de unos pocos puntos porcentuales. Eso es algo bueno, pero las elecciones a menudo se deciden por menos de unos pocos puntos porcentuales.

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