Opinión

Ya no quiero resiliencia

Lea la opinión del periodista Julio Rivera Saniel

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden visitó la isla ayer. Un encuentro fugaz con el país que se limitó a tres horas en suelo puertorriqueño.

Tiempo suficiente para lanzar un nuevo paquete de promesas que llegan a tiempo para las elecciones de medio tiempo.Biden prometió acelerar la reconstrucción tras el reciente embate del huracán. También aprobar medidas que fortalezcan la infraestructura de la isla para enfrentar mejor cualquier otro evento atmosférico. Antes, consideraba una extensión de 100 a 180 en los días para la declaración de desastre mayor tras el paso de Fiona.

Los más escépticos no esperaban mucho del encuentro con la isla. Después de todo, encuentros previos con otros presidentes no han resultado en mayores beneficios para los locales. A pesar de las promesas. Tome usted los ejemplos de Donald Trump o Barack Obama. En el caso de Biden, le antecede su propio expediente con el cumplimiento de promesas. Si no, solo recuerde lo dicho por Biden en el contexto de la campaña primarista presidencial que le llevó a Casa Blanca.

Por aquel entonces (2021) Biden publicaba su plan para Puerto Rico que incluía paridad para la isla en programas como Medicare, Medicaid, Seguro Social Complementario y el PAN. De igual forma Biden, el candidato presidencial, prometió auditar la deuda del país, mejorar la educación pública y proteger a los pensionados en medio de la reestructuración de la deuda de la isla. Todo eso con guitarra. Con violín, la historia ha sido distinta con Biden el presidente. Distinta a sus promesas pero nada distinta al historial de los candidatos presidenciales con respecto a la isla.

Antes de su llegada a la isla, Biden lanzó declaraciones que sirvieron para propinar un golpe al Partido Republicano al asegurar que venía a la isla “porque no los hemos tratado muy bien”, en referencia a su antecesor Donald Trump. Si bien lo dicho parte de una premisa correcta, está por verse si el propio Biden cambiará en la práctica ese trato. Cambiarlo, según los alcaldes locales, tiene una vía posible: derribar la barrera de la burocracia, como describía el lunes el ejecutivo municipal de Guánica. Porque esa, la burocracia combinada entre el Gobierno local y FEMA, han sido el primer tropiezo para que la isla se ponga en pie después de una racha de cantazos que comenzó en 2017 con los huracanes Irma y María.

Como prueba el hecho de que a cinco años de aquellas lluvias seguimos ahogados con sus lodos. La recuperación y trabajos permanentes no ven la luz del día mientras ahora se añade a la lista otro desastre.Sí, somos un pueblo resiliente. Pero la resiliencia se torna en hastío cuando la recuperación se convierte en una promesa que no llega. Si me preguntan, en lugar de conformarme con la resiliencia como salvavidas en este ahogamiento constante, prefiero que esta vez, para variar, las cosas funcionen.

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