Para nadie es un secreto que el debate del estatus está estancado en Puerto Rico y el Congreso de los Estados Unidos. Los partidos políticos puertorriqueños son incapaces de ponerse de acuerdo en cómo avanzar hacia la descolonización, y el Congreso norteamericano ha fracasado en la tarea reiteradamente.
Así las cosas, parece ser que los puertorriqueños estamos condenados por siempre a la condición territorial y colonial que nos impide alcanzar la democracia y la justicia social a la que muchos aspiramos. Tengamos claro que, sin democracia, es imposible regenerar al país, y las colonias por definición no son democracias. Cada día que pasa sin avanzar hacia la descolonización Puerto Rico se sumerge más en la penumbra de su quiebra colonial.
Ya que el camino hacia la recuperación y la regeneración pasa primero por la descolonización, y ante el indiscutible bloqueo del tema del estatus, podemos estar seguros de que nuestra tragedia colonial empeorará irremediablemente. Recordemos que la descolonización, por sí sola, no solucionará nuestros problemas. Es lo que hagamos con la descolonización lo que surtirá efecto. Por ello, la descolonización es la única oportunidad de regenerar el país que tenemos.
¿Nos resignamos a la certeza del desastre colonial, o abrazamos la oportunidad que representa la descolonización? El dilema de nuestro pueblo es claro y la opción preferible es evidente.
¿Cómo lograr entonces el desbloqueo de estatus político para optar por la oportunidad de regenerarnos? Estoy convencido de que el desbloqueo solo es posible con una definición clara y precisa de la opción de estatus de la Libre Asociación, que es la única que queda por definirse puntualmente. A pesar de la demagogia, existe una idea clara de lo que representan las dos restantes opciones de estatus: la anexión y la independencia. No ocurre lo mismo con la opción de la Libre Asociación, la cual resulta poco conocida en Puerto Rico y en los Estados Unidos. Una definición de la Libre Asociación realizada por un grupo de expertos norteamericanos y puertorriqueños que incluya las implicaciones para ambos permitirá conocer si realmente estamos ante una opción de estatus deseable, viable y posible. Entendamos que es imposible que los puertorriqueños puedan ejercer su derecho a la libre determinación y la descolonización sin contar antes con esta definición.
A estas alturas, quien único puede promover el desbloqueo es el poder ejecutivo de los Estados Unidos, es decir, el presidente Biden. El grupo de expertos que tendrá la tarea de definir la Libre Asociación debe ser convocado desde Casa Blanca, ya que cuenta con los expertos y el conocimiento preciso para lograr la mejor definición posible. Es la única manera de terminar con la incertidumbre, las especulaciones y las definiciones aficionadas o mal intencionadas de la opción de Libre Asociación.
Son muchos los puertorriqueños que podrían formar parte de ese grupo de expertos, siempre que sea personas honorables y de buena reputación. No deben ser políticos, y sí tener conocimiento sobre la Libre Asociación y un trayecto en su defensa y promoción. Además, deben conocer cómo negociar teniendo presente de antemano los intereses de la contraparte norteamericana.
El Congreso norteamericano ha demostrado en reiteradas ocasiones su incapacidad para consensuar, por lo que ha llegado el momento de que los reclamos de descolonización se dirijan insistente y exclusivamente al presidente Biden. Llegó la hora de que el Presidente de los Estados Unidos deje de ser un espectador y asuma su liderato político. No hacerlo es ser cómplice de la tragedia colonial puertorriqueña.
No tengo la menor duda de que una buena definición de la Libre Asociación logrará un realineamiento de fuerzas y voluntades en Puerto Rico y en los Estados Unidos que propiciará el desbloqueo del tema del estatus. Ya no habrá incertidumbres y lucubraciones, y solo certezas.