Opinión

Alejandro Figueroa: En crisis la democracia

Lee aquí la columna del abogado estadista.

Alejandro Figueroa | Columnista

A medida que las campañas de mitad de término de 2022 se acercan a su final, y ante un panorama que pinta sumamente reñido, los votantes de todos los partidos están de acuerdo en al menos una cosa: la democracia estadounidense está en crisis. Sin embargo, para ilustrar un aspecto del problema, los electores de los dos principales partidos están profundamente en desacuerdo sobre quién y qué tiene la culpa.

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En California, según una nueva encuesta de la Universidad de California Berkeley, el 78 % de los votantes registrados estuvo de acuerdo en que “la democracia estadounidense está en crisis y corre el riesgo de fracasar”; solo el 17 % no estuvo de acuerdo. Los candidatos demócratas han enfatizado ese tema en sus campañas, pero los votantes demócratas fueron solo un poco más propensos que los republicanos a decir que la democracia está en crisis, 83 % versus 73 %, según dicha encuesta.

La preocupación por una crisis de la democracia alcanzó su punto más alto entre los votantes que se identificaron como liberales: el 90 % de ellos describió que la democracia estaba en crisis, pero también lo hizo el 74 % de los que se identifican como conservadores.

Sin embargo, el acuerdo entre los electores de ambos partidos se rompe después de eso.

Desde que una multitud de personas que apoyaban al entonces presidente Trump asaltaron el Capitolio el 6 de enero de 2021, los demócratas han hecho énfasis sobre el peligro que el expresidente y sus partidarios representan para la democracia. Señalan las continuas mentiras de Trump sobre los resultados de las elecciones, las teorías de conspiración, a menudo descabelladas, sobre el robo electoral presentadas por sus acólitos más fervientes y el creciente número de amenazas contra los trabajadores electorales y los funcionarios electos, un espectro de violencia ilustrado vívidamente por el reciente ataque contra el esposo de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, por un hombre que, según los fiscales, buscaba secuestrarla.

La preocupación de los demócratas por la amenaza a la democracia llegó a su pico a principios de septiembre, cuando el presidente Biden viajó a Filadelfia para pronunciar un discurso en horario de máxima audiencia frente al Independence Hall en el que dijo que “Donald Trump y estos republicanos de MAGA representan un extremismo que amenaza la fundamentos mismos de nuestra república”. Biden retomó el tema el miércoles pasado en un discurso en Washington. La negativa de muchos candidatos republicanos a prometer que aceptarán los resultados de las elecciones “es el camino hacia el caos en Estados Unidos”, dijo Biden.

Sin embargo, para profunda frustración de muchos demócratas, tales advertencias no parecen haber persuadido a muchos votantes fuera de las propias filas del partido. Las encuestas nacionales recientes sobre el mismo tema ayudan a explicar por qué: los partidarios republicanos están de acuerdo en que la democracia está en problemas, pero difieren sobre qué y quiénes constituyen la amenaza.

Los demócratas ven en peligro la democracia por parte de figuras públicas que niegan la validez de las elecciones; mientras que los republicanos ven una amenaza en lo que creen que es un conteo de votos poco confiable. Los demócratas condenan los esfuerzos organizados para dificultar la votación; mientras que los republicanos temen que las hordas de “votantes ilegales” influyan al participar indebidamente en las elecciones.

Una encuesta publicada la pasada semana por le sitio de internet YouGov.com ilustró esto a nivel nacional: cuando se les preguntó qué querían decir con que la democracia está bajo amenaza, lo más probable es que los demócratas mencionaran la negativa de algunos candidatos a aceptar los resultados de las elecciones (79 %), el extremismo político (78 %), y gerrymandering (61 %). Mientras tanto, los republicanos tenían más probabilidades de mencionar como amenaza los votos que no se cuentan correctamente (76 %), los votantes no elegibles que participan de las elecciones (72 %) y la corrupción (70 %).

Los dos principales temores republicanos se investigaron exhaustivamente y se descubrió que no tenían fundamento: los esfuerzos de los partidarios de Trump para encontrar evidencia de irregularidades en el conteo de votos, incluidos los esfuerzos de auditoría en Arizona y otros estados, no han arrojado prueba alguna. Y los repetidos esfuerzos de los funcionarios republicanos para encontrar casos de fraude electoral no han logrado descubrir nada más que un puñado de casos no relacionados, muchos cometidos por republicanos.

Esos fracasos, sin embargo, no han disuadido a los fanáticos. Hace aproximadamente un año, una encuesta nacional encontró que aproximadamente 30 % de los estadounidenses creía que Biden ganó en 2020 solo por fraude. Cuando la encuesta hizo la misma pregunta en septiembre, esos números apenas se habían movido: el 29 % de los estadounidenses, incluido el 61 % de los republicanos, aún piensan que la victoria de Biden se concretó por medio de fraude.

En algunas medidas, el problema ha empeorado. Una nueva encuesta del Pew Research Center publicada la semana pasada encontró que, además de sus continuas preocupaciones sobre la votación por correo, los republicanos ahora expresan menos confianza en que los votos emitidos en persona el día de las elecciones se cuenten con precisión.

En ambos campos, los votantes que están más comprometidos con la política, con las inclinaciones ideológicas más fuertes, y generalmente con la mayor educación, se preocupan más por las amenazas que ven. Las mayorías en ambos lados de la división dijeron que veían la violencia política como una gran amenaza para la democracia: de los cinco temas evaluados en la encuesta, era el que los demócratas tenían más probabilidades de etiquetar como una gran amenaza y ocupaba el segundo lugar en la lista entre los republicanos.

La encuesta encontró otra área de acuerdo bipartidista, aunque poco positivo: en ambos partidos, alrededor de 6 de cada 10 votantes dijeron sentirse pesimistas sobre la capacidad de los estadounidenses de diferentes puntos de vista políticos para unirse. Y es que si bien los votantes están de acuerdo en que hay un problema crítico, no están de acuerdo sobre la naturaleza de las amenazas que generan el problema y, consecuentemente, no ven posibilidades de unir voluntades para resolverlo. Es ahí donde radica la crisis de la democracia estadounidense.

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