Por los pasados 15 años he trabajado en campañas del Partido Popular Democrático (PPD) en todo tipo de tareas. Desde pasquinar hasta tener el honor de ser electo por los votos de la gente. En ese caminar, he escuchado infinidad de discursos sobre la militancia y los valores del PPD. Hoy, observo con pesar cómo muchos olvidaron las palabras que con vehemencia repetían en tarimas y pasillos.
El PPD no necesita solidaridad a fuerza de presión o intimidación. Tampoco necesita componendas para cerrar sus procesos y dejar en manos de unos pocos las decisiones que le corresponde tomar a los populares de manera democrática. Necesita rodillas para defender los postulados que tanto se repiten pero que no siempre se ponen en práctica. Esos mismos postulados hacen inaceptable que se le quite el voto a los populares para elegir su presidente, que se eliminen las vicepresidencias y los delegados por acumulación en la Junta de Gobierno.
Sustituir la elección de un Presidente por un Comité Ejecutivo o un “escogido” de la Junta de Gobierno no solo es una barbaridad, es una falta de respeto a la base popular. Pensar que un partido como el PPD se moverá motivado por un Comité o un Presidente escogido por varias docenas de votos en una Junta de Gobierno sin tener la legitimidad del voto de la gente que lleva años fajándose por la institución es despreciar el valor histórico que el PPD le ha reconocido a cada voto.
Este domingo tendremos que decidir qué partido queremos. Nos toca decidir entre la conveniencia del momento o el futuro del PPD. Nos toca decidir si nos sentamos a ver las ruinas caer o reconstruimos. Estoy convencido de que los delegados populares están claros. Ahora bien; al liderato de mi partido le corresponde asumir su responsabilidad y decidir de qué lado de la historia está. Este domingo, los caminos son sencillos: entregar la institución a intereses individuales o tirar la raya, darnos a respetar y derrotar esta triste componenda. El domingo votamos que no y volvemos a empezar.