La Ley para la Seguridad, Bienestar y Protección de Menores establece como política pública que “los menores tienen derecho a ser protegidos contra todas las acciones o conductas que les causen o puedan causar la muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico. En especial, tienen derecho a la protección contra el maltrato y a cualquier abuso…”.
PUBLICIDAD
Ese mandato es ignorado y violado de manera constante y de múltiples maneras por el Gobierno de Puerto Rico, en particular por el Departamento de la Familia (DF). Recientemente, en una vista publica en la Cámara de Representantes, tuvieron que reconocer a “regañadientes” que en Puerto Rico existen mas de 10,000 referidos de posibles casos de maltratos de menores que la agencia no ha investigado en los últimos años y que datan del 2016. Ello representa una crisis y una emergencia nacional. La falta de investigación, y por ende el determinar finalmente que existe un caso de maltrato de estos referidos, tiene múltiples consecuencias, entre ellas, el que hay niñas y niños en estos momentos coexistiendo en el mismo entorno de maltrato e incluso cerca de sus agresores.
Además, de manera intencional, el DF invisibiliza esta crisis ante la Legislatura. No la discuten en sus peticiones de presupuesto y, peor aún, la niegan expresamente al señalar en ponencias que esa cifra es falsa cuando planteamos las estadísticas en nuestros proyectos de ley. Únicamente cuando los confrontamos con su propia información, es que lo aceptan.
Esta crisis es de años y continuará, por no decir agravará, pues el DF tiene una escasez de trabajadoras sociales para atender estos referidos, las funcionarias que atienden estos referidos tienen unos sueldos miserables, y todo indica que la Junta de Control no aprobará el aumento merecido, ni tampoco unas escalas salariales dignas para poder reclutar nuevos empleados.
Tenemos que seguir exigiendo que se atienda esta crisis con urgencia, de asignar los presupuestos necesarios, que el Gobierno tenga la franqueza de reconocer que no han resuelto esta crisis y tener la verdadera empatía con el problema. Lo contrario es seguir viendo a nuestra niñez maltratada y abusada. No hay mañana para atender este riesgo constante. Se lo debemos a la niñez de Puerto Rico.