Una mirada a nuestro Gobierno y a su ejecutoría más reciente, y enfrenta un ente acéfalo, sin la articulación de un norte preciso. Vivimos atendiendo las crisis y los escándalos del día a día, y si existe un plan para Puerto Rico, está bastante resguardado. Nadie lo conoce ni lo ve. Ni la quiebra económica ni las crisis globales han logrado la articulación de política pública clara, precisa y dirigida por criterios claros y articulados. Lo anterior es, en parte, el resultado de una política dirigida por el bipartidismo, el clientelismo político y el nepotismo.
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Vivimos en una cultura demasiado atemperada al padrinismo, a la conexión, a los corredores de influencias y a aquellos cuya única valía es que “conocen a personas, que conocen a personas”. Lejos están de nuestro sistema de desarrollo de política pública práctica, la planificación mediante el razonamiento, el debate y la persuasión. A su vez, estamos cansados de que se implementen políticas públicas y legislación sin criterios objetivos al margen de la sustentabilidad mediante estudios serios. Estamos cansados de las medidas irresponsables, buscando el voto y el aplauso de algunos, mientras hipotecamos la vida de nuestros nietos.
Proyecto Dignidad está comprometido con descartar de plano estas prácticas del pasado y abrirle las puertas al desarrollo de política pública en la Isla basada en el razonamiento, el debate amplio de ideas, la recopilación de datos certeros y el estudio especializado para cada sector de impacto. Ahora bien, el resultado de dicho análisis no debe ser implementado mecánicamente, sino en conjunto con medidas que busquen el bienestar de la familia puertorriqueña como norte. Necesitamos política pública con perspectiva de familia.
Gobiernos tecnócratas puros sin el componente moral, valorativo y compasivo necesario crean políticas públicas que fomentan la injusticia y la desigualdad ante la ley. Gobiernos utópicos apartados de la razón y la técnica desarrollan políticas públicas en donde la ideología se vuelve un ídolo y se requiere que todo el mundo se arrodille ante su imagen, que en la mayoría de las veces viene a ser el Estado.
Esa política pública dirigida por criterios objetivos, razonables y técnicos, implementada en consecución de los valores de la justicia y la igualdad ante la ley, tomando en consideración el bienestar de la familia puertorriqueña como objetivo primordial, requiere que se produzca en un ambiente legal, libre de arbitrariedad, que brinde confianza a los que están aquí, y a los que quieren venir a invertir aquí.
Proyecto Dignidad provee una oportunidad para que las agencias gubernamentales del ejecutivo se liberen de una vez y por todas de esa politización rampante que las gobierna. Es tiempo que las agencias que implementan la política pública del país, y la gerencia que las dirige, sean liberadas del carimbo impuesto sobre ellas por el bipartidismo que ha dirigido la ejecutoria gubernamental diaria en Puerto Rico por los últimos sesenta (60) años, en donde el mérito es solo una palabra escrita en las reglas y reglamentos, y no un valor a ser atesorado.
Así, estamos comprometidos en que nuestra oferta de gobierno esté dirigida a implementar un sistema de justicia e igualdad ante la ley en donde se le garantice a todos los servidores públicos y ciudadanos las mismas oportunidades de crecimiento y desarrollo. Creemos que los talentos y las capacidades de los seres humanos están ampliamente repartidos. Así, creemos que a ninguna persona se le debe negar la oportunidad de progresar en la vida por razones ajenas a sus competencias, capacidades, esfuerzo, sacrificio, honradez y dedicación. Afuera deben quedar los prejuicios arbitrarios y siempre debe regir nuestra política pública la razón, la persuasión, la competencia y la objetividad.