El viernes pasado, la secretaria del Tesoro, Janet L. Yellen, envió al Congreso una solicitud urgente: aumentar el límite máximo permitido de la deuda nacional para que el gobierno federal pueda pagar sus cuentas.
La solicitud no es poco común: la ley federal establece límites sobre cuánto puede pedir prestado el gobierno. Pero los legisladores de Washington han convertido en los últimos años este acto, que alguna vez fue rutinario, en una oportunidad para atacar políticamente al adversario. El Partido Republicano parece tener intenciones de utilizar su nueva mayoría en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos para hacerlo nuevamente.
¿Trabajarán juntos los legisladores demócratas y republicanos para permitir que el gobierno pague sus cuentas? ¿Qué sucede si el gobierno no paga sus deudas?
Como el resto de nosotros, el gobierno federal tiene que pagar sus cuentas.
Cuando se agota el efectivo, los legisladores deben aumentar el límite de crédito de la nación para que el gobierno federal pueda cumplir con sus obligaciones legales, incluidos los salarios de los militares, los beneficios del Seguro Social, los reembolsos de impuestos y los pagos de intereses sobre la deuda de Estados Unidos.
Se proyecta que la nación alcance su límite de deuda ($31.4 mi millones) el jueves, después de lo cual el Departamento del Tesoro debe usar “medidas extraordinarias” para evitar el incumplimiento, como lo es el movimiento de efectivo entre programas gubernamentales para cubrir deficiencias. Se estima que esas medidas deberían permitir al gobierno continuar operando hasta principios de junio. Una vez que se agoten, la nación necesitará pedir más dinero prestado o dejar de pagar a sus prestamistas y correr el riesgo de que su crédito sea degradado.
El incumplimiento podría hundir a la nación en una recesión en un momento en que los estadounidenses ya están luchando contra la inflación.
“El incumplimiento de las obligaciones del gobierno causaría un daño irreparable a la economía estadounidense, los medios de subsistencia de todos los estadounidenses y la estabilidad financiera mundial”, escribió la Secretaria Yellen en su misiva a los representantes, afirmando que “es crítico que el Congreso actúe de manera oportuna”.
Los líderes demócratas se hicieron eco de la súplica de Yellen e imploraron al Partido Republicano que no descarrile un proceso presupuestario con movidas que solo pretenden propinar golpes políticos a la oposición poniendo la política por encima de los mejores intereses de la nación.
Tal y como han declarado tanto el nuevo líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, y el líder de la mayoría del Senado, Charles E. Schumer, un incumplimiento forzado por movidas políticas de los republicanos del ala ultraconservadora podría hundir al país en una profunda recesión y conducir a costos aún más altos para las familias trabajadoras de Estados Unidos en todo, desde hipotecas y préstamos para automóviles hasta tasas de interés de tarjetas de crédito. Los líderes demócratas señalaron además que su partido votó tres veces para elevar el techo de la deuda bajo el entonces presidente Trump y, por ende, en esta ocasión su voto no debería ser diferente meramente porque hay un presidente demócrata en la Casa Blanca.
Pero los republicanos de la Cámara de Representantes han dicho que quieren que los demócratas aprueben reducciones en el gasto público antes de que acepten enviar un aumento del techo de la deuda a la cámara alta. Los republicanos han dejado en claro que quieren negociar con la administración de Biden sobre cualquier suspensión o aumento del techo de la deuda.
El líder de los republicanos en la Cámara, Kevin McCarthya ha dicho que su partido no quiere generar ningún problema fiscal en nuestra economía y no lo harán, pero que aumentar el límite de la deuda sin hacer más nada solo ocasionará que los problemas fiscales se perpetúen. McCarthy ha reiterado que no quiere esperar hasta el último minuto para llegar a un acuerdo con los demócratas e insiste que, para lograr un acuerdo, el gobierno debe ajustar su gasto.
Con el fin de asegurar los votos que necesitaba para convertirse en presidente de la Cámara, McCarthy parece haber accedido a proponer vincular los recortes de gastos con el aumento del límite de la deuda. Pero cualquier acuerdo requeriría el consentimiento de la Casa Blanca y el Senado controlado por los demócratas. Un compromiso de reducción de gastos obligaría a Biden a desistir de lo que ha delineado como sus prioridades, incluido el dinero nuevo para ayudar al IRS a recaudar impuestos de los ricos y financiar programas de la red de seguridad social.
Queda por verse si el presidente Biden negociará reducciones en gastos a cambio de un aumento en el límite de la deuda y si McCarthy logrará convencer a sus correligionarios de aquellos recortes a los que accedan los demócratas con tal de evitar una debacle financiera. Nos acercamos a un momento crítico y desgraciadamente parecemos estar ante dos grupos – demócratas y republicanos – con poco apetito para tan siquiera evaluar lo que propone el otro. Mientras tanto, pende de un hilo la estabilidad económica de la nación y posiblemente del mundo.