Opinión

¡Volvemos a la carga!

"Me pregunto", columna del periodista Rafael Lenín López en Metro Puerto Rico

Hoy reanudo mi conversación directa contigo después de tres años. Desde hoy me toca retomar mi rol en la discusión pública con el fin de aportar mediante la fiscalización, la pregunta y el descubrimiento, para que todos podamos contar con opiniones educadas al momento de tomar decisiones, las diarias y las que nos piden cada cuatro años.

Desde Metro, con esta columna semanal, y en Telemundo con el programa “Primera Pregunta” que se transmitirá diariamente desde el próximo 13 de febrero, me toca ponerme de pie para encontrar la verdad y requerir honestidad de quienes dirigen las instituciones (pública y privadas) en las cuales la gente pone su confianza para atender sus necesidades.

Hace tres años me despedía en esta columna prometiendo nunca abandonar el trabajo reporteril y la responsabilidad que tenemos todos los periodistas de asistir al pueblo en la búsqueda de respuestas. Nunca abandone esa responsabilidad, tras bastidores. Hoy entro nuevamente a escena, honrado que se me permita hacerlo, para hacerlo de cara al sol.

En estos tres años que no estuve escribiendo en este espacio o cuestionando en la pantalla de la televisión, transcurrieron magnos e inesperados eventos históricos en nuestro país que nos han transformado, en algunos aspectos para bien, en otros para mal. La crisis del verano del ‘19, los terremotos, la pandemia, las elecciones y, una crisis fiscal y económica que no termina nos han convertido en un pueblo distinto. Pero de todas las virtudes y defectos que nos han atrapado como pueblo después de estos traumas, hay unos que me preocupan más. El deterioro general en el intelecto boricua como consecuencia de un sistema educativo cada vez más débil, el interés colectivo, cada vez más menguado, en empujar la patria hacia su éxito (sea cual sea desde la perspectiva de cada cual) y asociado a ello, el desinterés en el trabajo como el mecanismo más honesto para ganarse el pan. Estas son tres áreas cruciales que me preocupan, que he visto de primera mano en los últimos años, y para lo cual no tengo esperanza de que el panorama revierta pronto, a menos que surja un cambio radical en el discurso público.

Veo un pueblo que camina sin dirección y un liderato político e industrial que obra para resolver los problemas inmediatos o para atender sus intereses particulares, sin un plan para Puerto Rico a largo plazo. Y cuando digo a largo plazo, no hablo para nada de los ciclos electorales de cada cuatro años, sino de planes con objetivos claros a 10, 20 o 30 años para revitalizar nuestra economía mediante un proyecto real, viable y coherente.

Me pregunto, ¿Quién está elaborando el plan sobre el Puerto Rico que queremos en el 2030 o el 2040 en el campo económico, gubernamental, privado, cultural, deportivo?

Lo triste de todo es que sí hemos tenido planes a largo plazo que se han elaborado por grandes mentes mundiales, pero los documentos han quedado engavetados, víctimas de la politiquería que nos retrocede cada cuatro años.

Peor aún, cuando el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley Promesa, su encomienda no solo era resolver el tema de la deuda sino dejar encaminado a Puerto Rico con una brújula bien definida sobre el camino a recorrer para mantener un panorama estable una vez la Junta Fiscal recogiera sus bártulos.

Me pregunto, ¿Lo han hecho como corresponde o se han dedicado a aglutinar un chorro de estudios en una página web para decir que han cumplido con PROMESA pero conscientes de que ello será inconsecuente?

Hay una desorientación general sobre cuál debe ser nuestro norte. Pero, no es tarde para redirigirnos como pueblo, educándonos, trabajando, con un ánimo solidario que nos permita cumplir con nuestros objetivos colectivos y tomando las decisiones adecuadas. Me pregunto, ¿Te apuntas?

Yo retomo hoy mi rol periodístico directo, de frente, porque creo firmemente en mi país y su capacidad para estar a la altura de lo que se merece. ¡Vamos a la carga!

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