Cada vez que arranca la discusión de un caso de señalamientos de corrupción gubernamental, la memoria pública se sacude y comienzan en desempolvarse antiguas controversias. De esas que ocupan titulares. Que indignan pero que luego son sustituidas por la siguiente controversia y años después descubrimos que han ido a parar al archivo de asuntos sin importancia dentro de las agencias de Gobierno. Un triste recordatorio de que la impunidad no es excepción sino norma, a pesar de la alta notoriedad de algunos casos de alto perfil.
Así me lo recordaba un matrimonio con el que me topaba el otro día y que a son de “en qué quedó” me preguntaba sobre el estatus de varias de esas controversias públicas. Así que en mis redes sociales lancé la pregunta para descubrir (o reconfirmar) que esa percepción de impunidad es prevalente. Y lo que parece aún más preocupante es que esa percepción del “Aquí no se hace nada” llega acompañada en muchos casos de resignación.
En la lista, casos como el del “niño Lorenzo” que ha dejado en evidencia las irregularidades en el proceso investigativo. O el de las pruebas de COVID adquiridas a sobreprecio por el Gobierno en medio de la crisis por el surgimiento de la pandemia. Una controversia que ocupó titulares e investigaciones de la Cámara de Representantes y el Departamento de Justicia pero que, al final del camino, quedó en nada. ¿Mal gasto de dinero público? Adjudicado. Pero no fue suficiente. Recientemente se añadió a la lista el caso del Zoológico de Mayagüez en el que autoridades federales y locales han decidido bailar pegados a la hora de determinar que aun cuando hubo irregularidades bajo múltiples administraciones, muertes inexplicables de animales, trato inhumano y actuaciones contrario a las leyes y reglamentos, no se hará nada para adjudicar responsabilidades porque “ha pasado mucho tiempo”.
En esa lista también puede añadir las denuncias públicas sobre los sobregiros en la construcción del Tren Urbano. Ese que no llega a ninguna parte y que costó mucho más de lo previsto. O el Puente Atirantado inaugurado a la prisa a las puertas de una elección. Si continuamos descubriremos que la construcción en Salinas sobre una reserva local y federal sigue añadiendo días al calendario a pesar del hecho irrefutable de que se construyó ilegalmente sobre una zona protegida con el aval de las agencias de Gobierno y la indiferencia de los gobiernos Local y Federal.
¿Qué pasó con las irregularidades en el municipio de Toa Baja bajo el exalcalde Aníbal Vega Borges que, según el Gobierno Federal, habría usado dinero del Seguro Social de sus empleados para otros menesteres? ¿Qué pasa con los planes médicos que continúan causando la gigantesca crisis de salud que deja a miles sin acceso rápido a especialistas? Esa misma que todos los políticos conocen y que investigan cuatrienio tras cuatrienio mirando para el lado de manera intencional. ¿Se ha preguntado usted qué pasó con las cientos de quejas contra el programa “Tu hogar renace” que cobraba una fortuna a cambio de construcciones chapuceras con fondos públicos? O con la investigación alegadamente iniciada en torno a Unidos por Puerto Rico. ¿Qué ha pasado con los señalamientos de despilfarro en el uso de fondos públicos por alcaldes azules y rojos para la construcción de proyectos innecesarios? Gigantescos elefantes blancos que en algunos casos ni fueron terminados y permanecen así, mal hechos y a simple vista. La bendita impunidad que nos ha hecho creer que no se puede hacer nada.