Después de que los temas relacionados a la pandemia, inmigración, y criminalidad acapararan la atención pública durante los últimos años, los asuntos relacionados a los principales programas de salud federal – Medicare y Medicaid – han regresando al centro del escenario en la política estadounidense. El enfoque en la discusión sobre estos programas ha dividido a los republicanos, dejándolos abiertos a una ofensiva sorprendentemente efectiva del presidente Biden para posicionarse como el defensor de la cobertura de salud de los estadounidenses.
Los republicanos se han visto forzados a alejarse de hablar de recortes a los programas de Medicare, programa que atienda a la población la mayoría de la población de 65 años o más. Pero incluso mientras lo hacen, enfrentan nuevas divisiones sobre el otro gran programa de atención médica del gobierno, Medicaid, programa bajo el cual se le proveen servicios médicos a cerca del 20 % de la población americana. Los republicanos conservadores en Washington han propuesto profundos recortes en el programa de Medicaid, pero en un estado tras otro, los votantes republicanos han respaldado la expansión de Medicaid.
El resurgimiento de la atención de la salud como tema principal tiene grandes implicaciones, tanto para la esperada lucha de este verano por el límite de la deuda federal (conocido como debt ceiling) como para las elecciones presidenciales del próximo año.
Biden hizo de la defensa de Medicare un elemento central del discurso del Estado de la Unión del mes pasado, ayudado por los republicanos que cayeron en estampida en una trampa retórica. Siguió el jueves pasado con la publicación de su presupuesto, que propone asegurar las finanzas a largo plazo de Medicare aumentando los impuestos a los estadounidenses que ganan más de $400,000 al año y lanzando un esfuerzo gubernamental más agresivo para contener el costo de los medicamentos recetados.
El plan de Biden pedirá a los más ricos que paguen un poco más para garantizar que este programa esté disponible durante al menos 25 años más para nuestros adultos mayores que lo necesitan. Partimos de la premisa de que esas propuestas no se adoptarán este año ni el próximo dado que la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, no está dispuesta a aprobar un aumento de impuestos. Pero eso no viene al caso. Biden ha abordado un tema que claramente pretende abordar en el 2024 como parte de su estrategia para revalidar. Si gana, los planes en cuanto a Medicare que ha develado esta semana formará un elemento principal de su agenda para un segundo mandato.
Algunos datos clave: Medicare cubre a cerca de 65 millones de estadounidenses, la mayoría de ellos jubilados, y en 2021 cubrió alrededor de $900 mil millones en facturas médicas.
Medicaid, el programa de red de seguridad para estadounidenses de bajos ingresos, gasta un poco menos (alrededor de $734 mil millones en 2021), pero cubre a un grupo más grande, casi 95 millones de personas, incluido aproximadamente el 40 % de los niños del país, el 16 % de los adultos en edad laboral y 60 % de los residentes a largo plazo de hogares de ancianos.
Juntos, los dos programas representan alrededor de $1 de cada $4 que gasta el gobierno federal. Los costos han aumentado en los últimos años, especialmente para Medicare; se espera que el gasto aumente considerablemente en la próxima década a medida que los baby boomers se jubilen.
Prevenir la insolvencia, y poner a Medicare en un camino estable, será una tarea importante para quien sea elegido presidente el próximo año. Es por esto que se puede prever a Biden impulsando repetidamente su plan de Medicare en la próxima campaña.
En el 2020, la atención médica dividió a los demócratas cuando los aspirantes a la presidencia a la izquierda de Biden debatieron ambiciosos planes de salud universales financiados por el gobierno, ninguno de los cuales tenía el apoyo político para avanzar una vez que terminaron las elecciones.
En el 2024, Biden tiene una buena oportunidad de unir a los demócratas en torno a una propuesta más simple y políticamente más segura: defender el status quo aumentando los impuestos a los estadounidenses con los mayores niveles de ingresos. Esta vez, son los republicanos quienes enfrentan serias divisiones sobre el tema.