Opinión

Las ligas menores de la corrupción

Lee aquí la columna de opinión del abogado y vicepresidente de Proyecto Dignidad.

Portada de la columna de Juan Manuel Frontera Suau, con su rostro y cargo en el partido Proyecto Dignidad.
Juan Manuel Frontera Suau columnista Juan Manuel Frontera Suau.

La carrera política de Ángel Pérez Otero podría haberse catalogado como la de una estrella en desarrollo. De extracción humilde, el mayor de cinco hermanos. Graduado de la escuela superior pública de su pueblo, Guaynabo. Bachillerato en Administración de Empresas, con una concentración en contabilidad de la Universidad Metropolitana, Magna Cum Laude. Trabajó en la Oficina de Recursos Humanos del Municipio, de allí paso a trabajar a la Oficina del Contralor de Puerto Rico, regresando nuevamente al Municipio de Guaynabo a la Oficina de Presupuesto. Conocía cabalmente los rigores contables, presupuestarios y de auditoría gubernamental y municipal.

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En el 2004, sale electo a la cámara de representantes por el Distrito 6. Una vez electo, fue nombrado director de la Comisión de Presupuesto y la de Donaciones Legislativas de la cámara. Reelecto en las elecciones del 2008, fue designado por su delegación como portavoz de la mayoría en dicho cuerpo. En el 2017, ganó la poltrona municipal de su pueblo, Guaynabo, en la elección especial para sustituir a Héctor O’Neill.

Por el otro lado, Félix “El Cano” Delgado, nacido en el barrio Amelia de Cataño, graduado de colegio privado, con un bachillerato en ingeniería industrial de la Universidad Politécnica. Sus inicios en la política se dan alrededor del 2004 como ayudante legislativo. Trabajó para la Comisión de Nombramientos del Senado en el 2005. Para el 2009, dirigía la División de Pesas y Medidas del DACO. En el 2012 intentó ser candidato a la alcaldía de Cataño, perdiendo por un cerrado margen de 35 votos. Volviendo a intentarlo en el 2016, logró la poltrona municipal del pueblo que lo vio nacer por más de 4,000 votos de ventaja. Como alcalde, logró ser electo tesorero de la Federación de Alcaldes, revalidando en el 2020.

Oscar Santamaría, asesor legislativo de varios representantes y senadores durante varios años, entre quienes coincide allí con el Cano. Se torna abogado en el 2007, en donde aprende, según su propia admisión en el tribunal federal, a ser experto en formar corporaciones, conseguir quien las corra, y obtener contratos. Contratos, que, en su mayoría, se dan con municipios, legislatura y ejecutivo. Según partes de prensa, Santamaría amasa más de 117 millones en contratos gubernamentales desde su prodigiosa y meteórica progreso como arquitecto corporativo a través de corporaciones como: Law Max, Law Affairs PSC, Waste Collection, Waste Fleet Rental LLC, Waste Enterprises Corp, Saint Mary Hotel Corp., VIP Auto Corp, Waste Land Management Corp., Blue Point Corp., Fresh Cookies PR Corp., Fresh Flowers, Saint Mary Investments LLC, Waste Services Corp., y Santamaría Corp.

Pérez Otero, El Cano y Santamaría, todos con educación universitaria de envergadura. No obstante, todos tienen su proceso formativo en la política partidista; una política partidista estructurada en el fraude y lavado de fondos públicos mal habidos. Unos quizás tardaron más en ceder a la tentación de la corrupción; a otros les nació más fácil. Unos tratan de justificar sus acciones bajo la mentira de que no existe otra manera de obtener y mantener los contratos; otros, bajo el argumento que un sueldo de $80 mil no da para sobrevivir en Puerto Rico. Todos pueden ser la cara del próximo asesor, del próximo candidato, del próximo alcalde o legislador.

Lo cierto es que los testimonios, videos y fotos vertidos en la Chardón esta semana son una narrativa isleña de la corrupción de ligas menores. Lo que allí transcurrió, y se evidenció, es cómo los políticos a los que se les venden los sueños de entrar en las ligas mayores, cuando se dan cuenta que nunca podrán entrar, tienen que decidir si vivir decentemente, o tratar de hacérselas al nivel que se les permite manejar. Pero la cosa no se queda ahí. Aquí hay dos estratas o tipos de liga menor, la doble AA, donde juegan los mencionados, y la triple AAA, donde juega la verdadera oligarquía política y económica de Puerto Rico. Estos últimos se codean con los de doble AA solo lo necesario y durante algunos meses cada cuatro años.

Pero hay más, pues a los que juegan en la triple AAA les pasa lo mismo con los que juegan en las mayores. Desde el dugout de Fortaleza, principal estancia de los que juegan en triple AAA, miran con admiración y ansias cómo se firman los contratos de las mayores. Estos contratos se firman en inglés, y en inglés la palabra dólares se escribe con MAYÚSCULA y los billetes verdes viene marcados por el US Congress. ¿Por qué ustedes creen que el FBI en Puerto Rico prefiere entretenernos con las grabaciones de los juegos de las ligas menores?

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