El debate que se lleva a cabo entre demócratas y republicanos en las negociaciones relacionadas al tope de la deuda de los Estados Unidos, y el posible impago de sus obligaciones, tiene más que ver con la lucha práctica y filosófica entre estos dos partidos que con un riesgo real de incumplimiento al pago de la deuda del Gobierno Federal el 1 de junio de 2023. Esto no quiere decir que Puerto Rico está a salvo, pues el americano va a resolver. Todo lo contrario, Puerto Rico se juega mucho en el contenido de esa negociaciones.
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Los demócratas argumentan que, para reducir el déficit de la nación, el curso a seguir es que los estadounidenses ricos y las empresas, en especial las petroleras y farmacéuticas, paguen más impuestos, además de buscar cerrar las lagunas fiscales de estas industrias. Una de esas lagunitas que pueden, no cerrar, sino secar, es lo relacionado a los acuerdos alcanzados recientemente con algunas farmacéuticas, incluyendo a Amgen, para sustituir el llamado crédito del 4 % a las foráneas.
Yo no sé si ustedes tienen memoria, pero, desde diciembre de 2022, el senador Ron Wyden, demócrata y presidente del comité de finanzas del Senado, tiene una investigación abierta cuyo fin es, entre otras cosas, atender el traslado de las ganancias de Amgen en otras partes del mundo a Puerto Rico con el propósito de evitar el pago de miles de millones de dólares en contribuciones al Tesoro federal.
El 11 de mayo de 2023, el senador Wyden publicó un informe parcial de sus hallazgos concluyendo que Amgen transfirió indebidamente $24 mil millones en ingresos a sus subsidiarias en Puerto Rico, que se considera un lugar extranjero para los efectos fiscales. Eso tiene un impacto gigantesco en la economía de Puerto Rico, y la confección del presupuesto de la Isla, pues de ese dinero Amgen aporta a nuestro fondo general.
Por otra parte, los republicanos buscan sacar el dinero para elevar el tope de la deuda de la reducción en el gasto público, así como mayores exigencias de productividad y trabajo para aquellos sectores que reciben ayudas de beneficencia. Como ven, esto es hablarle malo al presupuesto y la economía de Puerto Rico, pues en este momento, no tan solo el 60% de los habitantes de Puerto Rico dependen de estos fondos para comer y para los gastos más básicos, sino que nuestra industria de los alimentos también.
Otro de los problemas que enfrenta esta negociación son las posiciones adoptadas por los republicanos más radicales y los demócratas más progresistas. Ambos bandos ya han expresaron claramente su profundo desacuerdo con la manera en que se están llevando las negociaciones.
A pesar del alegado estancamiento en estas negociaciones, ambas partes han tenido puntos de encuentro, incluyendo la reforma de permisos que los demócratas ven como la principal manera de ayudar a avanzar sus proyectos de transformación energética. No obstante, McCarthy ha dicho que incluir algunas reformas de permisos en el acuerdo de la deuda no resolvería todos los problemas relacionados y que las conversaciones sobre reformas adicionales podrían continuar más adelante, sin abordar la cuestión de la transformación a energía renovable. También se están discutiendo la recuperación de fondos no utilizados de ayuda por COVID. Estos últimos dos temas centrales en Puerto Rico, en especial el de transformación energética, del cual depende directamente el crecimiento económico futuro de Puerto Rico.
Como puede observarse, estas conversaciones tienen un impacto significativo para Puerto Rico. Este tema no puede despacharse aquí, en Puerto Rico, con una simple aseveración de que el impago de la deuda de Estados Unidos no se va a dar, pues “el americano va a resolver”. El problema es que lo que significa “resolver” para el americano, para los habitantes de Puerto Rico puede ser devastador.
El 31 de mayo de 2023, a las 11:00 p.m., cansados y locos por terminar, con solo darle a la tablita de Excel un toquecito, el bienestar económico de Puerto Rico a corto y mediano plazo puede verse sustancialmente afectado. Dios nos coja confesados.