Todo comenzó en el 1969: el cambio político que provocó el punto de partida del bipartidismo, esa alternancia en el “poder” colonial entre el PPD y PNP en la que el comportamiento político, la legislación y las políticas públicas son parecidas o idénticas.
El bipartidismo ha sido responsable de las consecuencias políticas y económicas que hoy vivimos, que van desde la persecución política, el clientelismo político, la corrupción pública, la dependencia económica y el endeudamiento público, culminando con la quiebra del país y la imposición de la Junta de Control Fiscal.
El PPD fue en el Siglo XX el arquitecto y principal promotor de la persecución al independentismo puertorriqueño, desde las leyes de la Mordaza hasta el fortalecimiento del Escuadrón de Seguridad Interna para luego convertirlo en la nefasta División de Inteligencia de la Policía, gestora de asesinatos políticos y responsable del abominable sistema de carpeteo político a miles de independentistas. El PNP, a la llegada al poder, fue “el alumno aventajado”, manteniendo todo el esquema de persecución y llevándolo a su máximo horror de represión política.
Ambos partidos son responsables de la dependencia económica de este país. Han promovido mantener el colonialismo por intereses electorales, descartando reiteradamente la búsqueda de alternativas de desarrollo económico que cerraría la brecha de la desigualdad. Por ello, hoy, más del 50 % de la población, no participa de la actividad laboral.
El bipartidismo ha sido responsable de la quiebra del gobierno de Puerto Rico. Nos trajeron a este punto luego de constantes emisiones de deuda, cuatrienio tras cuatrienio, incluso para luego señalarse mutuamente de quién ha sido quien más “ha cogido prestado”. Con la quiebra nos endilgaron la carencia de servicios esenciales, la privatización de corporaciones públicas, la pérdida de derechos de los empleados públicos, y la manifestación más burda del colonialismo, la Junta de Control, ante quienes hincan sus rodillas y se doblegan.
Hoy, ese bipartidismo está desprestigiado, sentenciado por la historia, declarados culpables por la sociedad puertorriqueña, por ello tiemblan y, recientemente, alejados de la comodidad política que antes gozaban, han caído en la histeria política. Lo saben, la gente está buscando nuevas alternativas, cambios en la forma de hacer buen gobierno, e ideas novedosas para construir una Patria Nueva.