El pasado martes participé de dos eventos vinculados a la Universidad de Puerto Rico (UPR). El primero fue la ceremonia de reconocimiento académico a la segunda clase graduanda del programa de bachillerato en Estudios Generales del Recinto de Río Piedras. Cuatro jóvenes confinados, Héctor Andújar, Gadiel Falcón, Sheila Figueroa y Yarelys Rossy, luego de varios años de intensos estudios, apoyados por un excelente conjunto de profesores universitarios comandados por la Dra. Edna Benítez, lograron su meta académica. Este cuarteto, que superó sus expectativas educativas con los retos que representa estar detrás de las rejas, se une ahora a miles de jóvenes de los once recintos de la UPR que también alcanzaron sus metas de convertirse en nuevos profesionales, con la esperanza de que continúen aportando a la reconstrucción de nuestra sociedad.
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Una vez más, nuestra universidad cumple su función social de formar académicamente a la juventud, de promover el pensamiento crítico y de contribuir a la rehabilitación de las personas confinadas.
Por otro lado, ese mismo martes se aprobó en la Cámara de Representantes el presupuesto impuesto por la Junta de Control Fiscal en el pleno ejercicio de sus poderes dictatoriales y coloniales. Una vez más, una de las principales víctimas fue la Universidad de Puerto Rico. Desde la imposición de la Junta el presupuesto de la universidad ha sido masacrado y mutilado con el claro afán de destruirla.
A pesar de los múltiples esfuerzos de diversos sectores universitarios para que se aumentara el presupuesto asignado y poder operar adecuadamente, la Junta se impuso una vez más con un presupuesto que no respeta la histórica fórmula de ingresos de la universidad y no se asignan los dineros suficientes para el funcionamiento y la operación de la misma. Continúa así desprotegida la institución, sobre todo los estudiantes y profesores, incluidos los profesores por contrato y el resto de los trabajadores.
En un mismo día atestigüé el contraste entre una universidad viva, que trabaja por la educación y que mira al futuro, y una universidad que recibe los embates de la Junta en su ansia de destruirla. No podrán, no lo lograrán, la defenderemos siempre. Ese es nuestro compromiso y debe ser el compromiso del país y las instituciones llamadas a defenderla como la Legislatura.