Fui la semana pasada con mi familia a ver la película Barbie. Llevado de la mano de Lena Priscilla que iba toda vestida, peinada y con la actitud de la famosa muñeca de Mattel. Digo, la verdad es que todos queríamos ver la película por la curiosidad que ha provocado este resurgir y ver qué mensaje podría traer. Debo decir que salí más entusiasmado con la película que mi hija y que el resto de la familia.
Esta película de Barbie sorprende. Es para que recordemos que no podemos regresar al mundo machista extremo que teníamos hace décadas, que persiste en muchas facetas de la cotidianidad y que nos queda a todos un camino por recorrer para que se logre la igualdad que se tiene que dar.
La película sorprende al sacarnos de la imagen liviana que una espera de una producción como esta. Es todo lo contrario, un filme pesado en contenido con un gran discurso aspiracional para las niñas, niños y un recordatorio a los adultos de que la era en la que los prejuicios eran legitimados todo el tiempo, ya quedó atrás.
En la película vemos de manera satírica una presentación de cómo el mundo ha fracasado en muchas áreas con el liderato que ha tenido, cómo las mujeres han sido “hipnotizadas” con un rol inferior, cómo los hombres asumen como natural el rol primario que la sociedad les ha conferido por siglos, cómo los estereotipos son casi siempre equivocados, cómo se tiene una idea errónea de lo que es no ser machista y cómo la relación de género tiene que estar basada en la igualdad.
Los pasados cuatro párrafos no constituyen una promoción a la película. Sé que hay miles de otras producciones cinematográficas o contenido disponible que sostienen este discurso y que están disponibles para todos. Pero me parece fascinante y extraordinario que ello ocurra en una oferta dirigida masivamente, mientras se crea una expectativa totalmente distinta. Bueno, y es la que está en boca de todos ahora mismo.
En los próximos días comienzan las clases en las escuelas. Muchas de las privadas comienzan la semana que viene y las públicas durante la semana siguiente. Es importante que nuestros salones de clases se conviertan en espacios donde se inculque el respeto y la solidaridad, y se derrote cualquier entendimiento a la superioridad entre géneros.
Solo de esa forma y con el trabajo que tenemos que hacer en el hogar, tendremos generaciones futuras con mejor comportamiento social y por ende una sociedad más pacífica. Con ello nos llegará la prosperidad en todas las demás áreas de nuestra vida colectiva. Necesitamos jóvenes con una autoestima fuerte para enfrentar los prejuicios, estereotipos y las adversidades a las que se enfrentarán a diario.
El pasado domingo estábamos cenando y le dije a Lena Priscilla lo linda que se veía. Me contestó, “yo lo sé” y sonrió. Los que han visto la película saben por qué contestó así.