El gobernador de Florida, Ron DeSantis, no abrió oficialmente su campaña presidencial de 2024 hasta finales de mayo, pero para entonces ya estaba en una pendiente descendente por la cual ahora parece desplazarse de manera acelerada.
Al menos tres factores explican los problemas de DeSantis, que lo llevaron a despedir a aproximadamente un tercio de su personal de campaña la semana pasada.
Dos de esos factores se encuentran en gran parte fuera de su control, pero el tercero va al corazón de su estrategia de campaña.
Un factor es el impacto que han tenido las acusaciones del expresidente Donald Trump en la carrera republicana. Los cargos criminales han encajonado a los rivales de Trump, manteniendo la atención centrada en el ex presidente, no en ellos, y generando simpatía entre los votantes republicanos en la medida que entienden que los cargos no son otra cosa que ataques políticos contra el candidato republicano con más posibilidades en la primaria.
Eso no desaparecerá. De hecho, es probable que la atención a los problemas legales de Trump solo aumente con al menos una acusación federal más en los próximos días, así como posibles cargos estatales contra Trump en Georgia.
El segundo es la erosión del momentum que obtuvo DeSantis después de una reelección aplastante en noviembre, que proporcionó uno de los pocos puntos brillantes para los republicanos en medio de las decepciones de la elección de mitad de término en cuanto a la cual muchos estrategas del partido culparon a Trump.
Pero esos factores por sí solos no explican la profundidad y la naturaleza prolongada de la caída de DeSantis. Cuando comenzó el año, las encuestas mostraban a DeSantis con el apoyo de cerca de 4 de cada 10 votantes republicanos. Algunas encuestas lo mostraban por delante de Trump, otras lo tenían a solo unos puntos porcentuales.
Desde entonces, DeSantis ha perdido aproximadamente la mitad de su respaldo, incluso cuando el apoyo a Trump ha aumentado. Y si bien DeSantis todavía puede afirmar que está por delante del resto del grupo, incluso esa ventaja a comenzado a desvanecerse.
Encuestas recientes en dos de los estados donde se llevarán a cabo las primeras primarias, Iowa y Carolina del Sur, comprueban que DeSantis ya no está firmemente por delante del resto de los candidatos en lugares donde los candidatos primaristas han pasado mucho tiempo y han comenzado a gastar dinero en publicidad.
En Iowa, DeSantis estaba ligeramente por delante del senador de Carolina del Sur Tim Scott, 16 %-11 %, casi empatado dado el margen de error de la encuesta de 3.5 puntos porcentuales. En Carolina del Sur, la exgobernadora de ese estado, Nikki Haley, DeSantis y Scott estaban virtualmente empatados, con Haley con el 14 %, DeSantis con el 13 % y Scott con el 10 %. En ambos estados, Trump lideró con casi la mitad de los votos.
Todo eso es consistente con las encuestas nacionales que muestran una fuerte caída en el apoyo a DeSantis. Por ejemplo, una reciente encuesta publicada la semana pasada, encontró que Trump supera a DeSantis en un 46 % -22 %. El apoyo al gobernador de Florida se redujo del 35 % en marzo al 25 % en mayo. Por otro lado, la encuesta nacional más reciente encontró que Trump supera a DeSantis 46 % -20 %. En diciembre, esa misma encuesta tenía a DeSantis a la cabeza, 39 % -26 %.
Las encuestas consistentemente reseñan el tercer factor crucial que ha lastrado la campaña de DeSantis: los votantes no han comprado el mensaje que está vendiendo.
DeSantis ha tratado de presentarse ante los votantes pro-Trump como algo parecido al expresidente, pero como un candidato más fuerte para las elecciones generales y que sería más efectivo para lograr que se adopten políticas conservadoras como presidente. Ha tratado de hacer que sus ataques sean indirectos y no criticar directamente a Trump, lo que correría el riesgo de alejar a los votantes conservadores, que participan en gran medida en las primarias republicanas.
Pero al presentar ese caso, DeSantis no solo ha tratado de competir contra Trump desde la derecha, cortejando a aproximadamente un tercio de los votantes republicanos que se definen como fuertes partidarios del movimiento MAGA de Trump, sino que ha tratado de hacerlo centrándose en temas que son temas candentes en las redes sociales, pero no suelen ser las principales prioridades para la mayoría de los votantes.
Los votantes republicanos, especialmente los partidarios del MAGA, no han sido receptivos. Solo 1 de cada 5 votantes republicanos piensa que DeSantis sería un candidato más fuerte que Trump en una elección contra el presidente Biden, según la más reciente encuesta nacional. Casi la mitad, el 47 %, piensa que Trump sería más fuerte. Entre los fuertes partidarios de MAGA, 6 de cada 10 dijeron que Trump sería el candidato más fuerte.
A DeSantis no le fue mejor en el argumento de la efectividad: el 19 % opinó que DeSantis sería más efectivo que Trump para implementar sus políticas, mientras que el 49 % piensa que Trump sería más efectivo, una proporción que aumentó al 70 % entre los fuertes partidarios de MAGA.
DeSantis no ha hecho ningún progreso. Los argumentos de que sería un candidato más fuerte y un presidente más efectivo que Trump han fracasado.
Como han demostrado otras encuestas, los votantes republicanos insisten en que no les preocupa que las múltiples acusaciones de Trump perjudiquen sus posibilidades de elección. Solo el 11 % de los votantes republicanos opinaron estar muy preocupados de que las acusaciones hicieran de Trump un candidato más débil frente a Biden. Otro 16 % dijo que estaba algo preocupado. Casi la mitad, el 47 %, dijo que no les preocupaba en absoluto.
Pero quizás lo más revelador es la falta de voces republicanas que hablen a favor de DeSantis: ha obtenido el respaldo de solo un puñado de miembros conservadores del Congreso y un gobernador republicano.
Las campañas primarias a menudo son volátiles, y hay ejemplos de candidatos que logran dal a traste con caídas como la que está experimentando DeSantis. Y, para ser justos, ninguno de los otros candidatos ha ideado una estrategia comprobada contra Trump.
Sin embargo, el problema para DeSantis es que les ha dado a los republicanos que no pertenecen a MAGA, que pueden haber coqueteado con él a principios de este año porque pensaron que tenía la mejor oportunidad de vencer al expresidente, pocas razones para quedarse con él ahora que el aura de la inevitabilidad se ha desvanecido. Mientras tanto, la mayor parte de los votantes de MAGA se han mantenido firmes con Trump.
Sus maniobras han dejado a DeSantis sin una base de apoyo claramente definida. Si no logra reinventarse políticamente en cuestión de meses, su suerte está echada.