En La Pava hay tregua. El lunes, después de un fin de semana de reuniones, conversaciones a puertas cerradas y reflexiones, el día comenzó con una imagen conciliadora. El presidente de ese partido, Jesús Manuel Ortiz, el presidente de la Cámara de Representantes, Rafael Hernández y el del Senado, José Luis Dalmau aparecían juntos, en una imagen suministrada tras un encuentro en el que, por lo visto, todos cedieron en sus posturas iniciales.
Pero aunque el encuentro (muy bien manejado desde el punto de vista mediático) nos proveyó una imagen “picture perfect” de la alta plana del PPD, no hace falta mucho más que seguir el escenario político del presente cuatrienio para concluir que la tregua no supone el fin de una guerra mayor cuyo objetivo es hacerse con la presidencia del partido.
En el centro de la acción está Jesús Manuel Ortiz. El representante que se hizo de la victoria en la elección para escoger al nuevo líder de esa colectividad. Pero esa elección distó mucho de ser la solución permanente al dilema del liderato en La Pava. Ortiz está bajo observación constante de su base, pero –más importante aún-del resto de los líderes del partido. Y entre estos últimos hay más de uno interesado en verle resbalar para hacerse con el puesto o, en definitiva, saldar vieja cuentas.
En primer lugar el propio presidente Cameral. Aunque públicamente el asunto de la aprobación de las enmiendas al Código Electoral se ha planteado exclusivamente como un asunto centrado solo en el contenido de la pieza, lo cierto es que gran parte de la controversia parece girar en torno a viejas divisiones que se han heredado del comienzo del cuatrienio. Para entonces. Tanto Jesús Manuel Ortiz como Tatito habían comenzado a buscar aliados para pelear por la presidencia cameral. El ganador de aquella contienda fue Hernández y las divisiones al interior de la delegación del Partido Rojo son desde entonces un secreto a voces. No sorprende que al evaluar el saldo de la votación de la medida de la discordia, es posible identificar que en la Cámara, La Pava se partió a la mitad. Salvo contadas excepciones, en un bando (a favor) los aliados de Hernández en aquella votación para hacerle presidente de la Cámara. En contra, quienes han ubicado su lealtad desde entonces en el lado de Ortiz. Evidencia clara de la potencial raíz de la discordia.
Pero además de la antigua rencilla protagonizada por Hernández y Ortiz, la figura de la presidencia de Ortiz está rodeada de otras amenazas. El común denominador: la búsqueda de la presidencia y, con ello, la candidatura a la gobernación en los próximos comicios.
Por un lado, el presidente de la Asociación de Alcaldes y líder de Villalba, Luis Javier Hernández. Poco después de haber perdido frente a Ortiz en un proceso plagado de insinuaciones e indirectas, Hernández me aseguró en Radio Isla 1320 que su futuro político “apenas comienza” y dejó la puerta abierta para una primaria. Su rol en la controversia por las enmiendas al Código fue el de “mediador”. No asumió directamente posturas a favor o en contra de los protagonistas, pero dejó claro que no estaba a favor de las sanciones impuestas por su otrora rival en la elección especial. De paso, recordó a los populares y al país que para ejercer liderato hay que hacerlo con madurez. La misma que afirma tener “luego de 3 cuatrienios como alcalde”.
Por otro lado, el presidente del Senado, José Luis Dalmau. El mismo que ocupó la presidencia hasta la entrada de Jesús Manuel y quien pidió disciplina, aunque con él –según dijo- “no la tuvieron”. Dalmau no ha descartado aspirar a retomar la presidencia del PPD.
Por último, otras voces como la de Juan Zaragoza, quien también ha dejado claro que aspira a la presidencia de la Pava. En definitiva, que la guerra está en pausa. Quizá en busca de realinear pelotones y estrategias. Pero que no quede duda que continúa en una especie de todos contra todos. A ver quién sale de pie.