Canchas en crisis
Como papá, ando por las canchas de baloncesto, acompañando a mi hijo Rafael a sus torneos, casi todos los fines de semana, ya por muchos años. Hay una pregunta que los miles de papás, abuelos, tíos y familiares que andan en las mismas, se hacen todas las semanas, ¿Dónde jugamos este fin de semana? La pregunta, además de tener el propósito de una planificación familiar, se hace con un aire de ruego esperando que la respuesta apunte a una facilidad deportiva en buenas condiciones. Y es que las canchas de baloncesto en Puerto Rico y complejos deportivos en general, con pocas excepciones, dan vergüenza.
Reconociendo que después del huracán María toda nuestra infraestructura está en crisis, aquella que ya lo estaba, está mucho peor, y las facilidades deportivas son ejemplo de ello. Lo triste de todo es que, a esta altura, a punto de cumplirse seis años desde que nos arrasó ese terrible ciclón, es muy poco lo que se ve de reconstrucción por mas que se cacarean los miles de millones de dólares que supuestamente se han recibido.
El deporte es uno de los antídotos del crimen. Saca a los muchachos del ocio, les hace conocer a gente fuera de sus círculos y estratas sociales, los pone de tu a tu en el compartir y la competencia, y desarrolla pasiones espectaculares. Sin embargo, como país, al igual que en otras tantas áreas, no parece estar ese tema en nuestra agenda por mas que se diga de la boca para afuera.
El baloncesto es el deporte más jugado en la isla a todos los niveles, y lamentablemente las canchas de en los barrios y urbanizaciones de Puerto Rico están en precarias condiciones. Tabloncillos deteriorados (ya vimos lo que pasó en Ponce recientemente cuando el piso se levantó debido a la humedad y falta de mantenimiento), canastos sin mallas y rotos, baños sucios, cantinas que dan grima, sin facilidades de hidratación y, hablando de calor, sin ventilación. Si hablan de que los salones de clases son hornos, vaya a una cancha de baloncesto para que usted vea. De hecho, mi hijo que me comentaba este fin de semana que en Puerto Rico debe ser ley, como en el estado de la Florida, que las canchas tengan acondicionadores de aire o un sistema de ventilación que sea saludable para los jugadores.
Ante todo esto, ¿Dónde esta el Departamento de Recreación y Deportes? No dudo de la capacidad, buen deseo y trabajo eficaz de su actual secretario, pero la realidad es que a esa agencia no se le ve ni por los centros espiritistas. Es cierto que con los anos los gobernantes han estrangulado el presupuesto de ese departamento, pero tan siquiera hacen un aguaje o procuran buscar ayudas en otros sectores para mejorar nuestras facilidades deportivas. Ya no es la misma agencia que veíamos cuando estaban a su cargo Georgie Rosario, Eric Labrador, Marimer Olazagasti, David Bernier, Henry Neumann, entre otros y otras, con sus glorias y fracasos algunos de ellos. Pero se les veía que hacían o pretendían que les importaba el tema.
¿Cómo aportan también las organizaciones que desarrollan torneos (incluyendo las federaciones deportivas) y que cobran a los clubes o escuelas, cobro que termina en nosotros los papás, por sus participaciones?
Ya lo he dicho antes en otros contextos, por ejemplo cuando termino la reciente temporada del BSN, que tenemos que observar el deporte como parte de nuestra agenda de país para atacar temas como el crimen, la descomposición social y sí, el desarrollo económico. Pero si no somos capaces de arreglar la cancha del barrio Pastillo de Juana Díaz o del sector Amelia de Guaynabo, donde estuve este fin de semana, pues no seremos capaces de hacer algo mayor. Que pena.
Recuerdo que el último que le tenía el “guante en la cara” con este tema era el fenecido periodista Avelino Muñoz a través de su sección de deportes en aquel telediario que encabezaba la amiga Linda Hernández. Fue el ultimo gran esfuerzo por darnos cuenta de la situación en la que estaban nuestras canchas y parques. Más de 20 años después, seguimos igual.
¡Qué pena!
Ojalá alguien escuche y haga algo.