Opinión

¿Dónde están las manos que reconstruirán a Puerto Rico?

Lee aquí la columna del vicepresidente del Proyecto Dignidad.

Hace poco más de un año se proclamaba el fin de la quiebra del gobierno. Muchos decían que finalmente podíamos dejar ese proceso atrás y dedicarnos a reconstruir a Puerto Rico. No obstante, comenzamos a vivir la otra faceta de la quiebra, que no se resuelve en una sala judicial de la Chardón, pero que es el resultado de la misma política fallida implementada por el Partido Nuevo Progresista y el Partido Popular Democrático por décadas.

Estas administraciones gubernamentales han dejado deteriorar tanto nuestra infraestructura física y profesional, que hoy está en precario la posibilidad de contar con manos diestras que puedan encargarse de reconstruir a Puerto Rico. Así lo proclamaba el gobernador recientemente al expresar que no se podían adelantar los proyectos de reconstrucción pues nos hacían falta ingenieros. Esas expresiones deben enmarcarlas. Un Puerto Rico que ha sido capaz de graduar generaciones de ingenieros de primer orden, y que es una de las jurisdicciones donde más ingenieros se gradúan anualmente, no puede retenerlos para que laboren en forjar un futuro para sus familias. Nuestro estado es tal, que no los retiene nuestra belleza tropical, ni nuestras playas, ni nuestro clima, ni el amor de sus familiares y viejos.

No retenemos a nuestros ingenieros, médicos, arquitectos, planificadores, maestros, enfermeras, y otros trabajadores vocacionales diestros pues simplemente Puerto Rico ha dejado de ser una opción de futuro seguro para ellos y sus proyectos de vida. Esa es nuestra realidad. Como sociedad hemos dejado de ser una opción para soñar, emprender y crear.

La incapacidad ha llegado al punto que estamos sentados sobre billones de dólares en fondos federales de reconstrucción, que incluyen proyectos de energía verde en nuestras comunidades, y no podemos lograr que nuestros niños tomen clases en sus salones en medio del calor del verano tropical. Se declara inconstitucional la colegiación compulsoria de los peritos electricistas y el Departamento de Desarrollo Económico sigue exigiendo que solo peritos colegiados puedan trabajar en proyectos de instalación de placas solares.

Así nos preguntamos porqué no existen manos diestras disponibles para reconstruir a Puerto Rico. Hemos desarrollado un gobierno paternalista, dado a crear una clase pobre altamente dependiente de mantenerse pobre para asegurar su subsistencia. Hemos desarrollado una empresa privada, en su mayoría, dependiente de exenciones gubernamentales, poco emprendedora, sobre regulada, inclinada al inversionismo político. Cuya manera de mantenerse emprendiendo no es la creatividad, capacidad y el riesgo, sino la conexión política, el oportunismo y el riesgo del otro, o sea, el riesgo público. Hemos creado gremios profesionales que dependen que el gobierno, mediante legislación y reglamento, le proteja sus finquitas. Los inversionistas externos que atraemos en su mayoría no vienen a desarrollar, sino a extraer, pues no tienen ningún compromiso con el lugar de donde vienen, ni con el lugar en donde están.

El PNP, PPD, Partido Independestista Puertorriqueño y Movimiento Victoria Ciudadana, ofrecen una misma solución, más Gobierno, más regulación, más dependencia de las estructuras gubernamentales. En el caso del PNP, trata de articular un discurso de empresarismo privado aguado, pero la realidad es que su estructura de gobierno parece más la administración de una chequera en favor de los amigos del alma, que uno de desarrollo económico real para nuestra clase media, trabajadora y emprendedora.

El PIP y el MVC no son muy distintos, pues, aunque todo lo que ofrecen es el Estado omnipresente, la realidad es que les responden a sus inversionistas políticos también. No podemos perder de perspectiva que las uniones han sido grandes inversionistas políticos, y a través de ellas han demostrado ser capaces de una corrupción real y palpable en el manejo de sus fondos, y en la compraventa de favores políticos en el sector público.

Es tiempo de que la clase media, y nuestros trabajadores emprendedores, que han sufrido los embates de estas políticas económicas paternalistas fallidas, se levante en las urnas y quiebren, con el poder de su voto, esa dependencia del Estado. Abriendo camino a un proyecto político que esté dispuesto a invertir ese modelo. Ese proyecto debe ser capaz de fomentar un ambiente en donde el desarrollo de la ciencia y la tecnología, como la inteligencia artificial y otras de vanguardia, dirijan nuestra experiencia en la manufactura para crear riqueza. Así, podremos comenzar a alimentar la creatividad y el bienestar de una generación de profesionales que se atrevan a poner sus esperanzas, ya no en el Estado, la burocracia y el paternalismo, sino en Dios, el individuo, la familia y la comunidad.

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