Esa relativa calma, tranquilidad y, posiblemente, previsibilidad en temas politicos que quizás haya sentido durante los meses de verano tiene un nombre y razón de ser: receso del Congreso.
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Desde julio, tanto la Cámara como el Senado han estado en receso, y por tanto fuera de la capital federal, y algunos legisladores han estado dado discursos y trabajado su electorado, mientras otros han viajado al extranjero.
Pero a partir de la semana pasada los legisladores federales están de regreso a DC. Ambas cámaras, y la nación, tienen ante sí mucho que resolver en un período de tiempo muy corto durante las próximas semanas que podría estar plagado de posibles peligros y ciertos dramas. Ya hemos abordado algo de esto antes, pero ahora es un buen momento para que retomemos el tema y lo analicemos en detalle.
Enfrentamos nuevamente un posible cierre del Gobierno. Sin un proyecto de ley de financiación del Gobierno, firmado por el presidente, la mayoría de las agencias gubernamentales se quedarán sin dinero el 30 de septiembre.
Hemos visto esta película antes. A menudo con el mismo final: el Congreso aprueba un proyecto de ley de financiación a corto plazo, conocido como “continuing resolution” (CR por sus siglas en inglés). Y, de hecho, eso es lo que el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, republicano por California, ha dicho a sus miembros que debería ocurrir en esta instancia.
Sin embargo, el enfrentamiento, e inveitable choque, político entre republicanos y democratas este año incluye una combinación particularmente complicada. El problema a groso modo es consecuencia de que el Congreso está dividido y aprueba pocos proyectos de ley. Cuando vence un proyecto de ley que “debe aprobarse” (por ejemplo, uno para financiar todo el Gobierno), muchos intereses poderosos luchan para incluir (o buscar la forma de excluir) sus causas dentro de dicho proyecto de ley. De esta manera, la causas que nada tienen que ver con el presupuesto y la financiación del Gobierno se convierten en una cuestión de vida o muerte junto con la decisión de financiar o cerrar. Repasemos los detalles del previsible choque.
El House Freedom Caucus tiene un problema. El grupo conservador ha expresado publicamente que sus miembros tienen intención de votar en contra de cualquier CR que solo mantenga financiado al Gobierno y no haga nada más. Exigen que un proyecto de ley de financiación a corto plazo también incluya: seguridad fronteriza más estricta, medidas que aborden la “militarización sin precedentes” del Departamento de Justicia y prohibiciones de algunas políticas del Pentágono, que los conservadores denuncian como demasiado “woke”.
El Freedom Caucus no es lo suficientemente grande como para derrotar un proyecto de ley de financiación bipartidista. Tiene aproximadamente entre 45 y 55 miembros pero puede amenazar fácilmente la posición de liderato que ostenta el presidente McCarthy. El grupo puede, y probablemente lo hará, argumentar que si McCarthy necesita que los demócratas aprueben un proyecto de ley de financiación, lo que haría sin el Freedom Caucus, está socavando el poder y los objetivos conservadores.
McCarthy salió intacto del último enfrentamiento con algunos miembros del Freedom Caucus, haciendo caso omiso de sus críticas y proclamando que el acuerdo en cuanto al límite de la deuda del Gobierno ferderal que alcanzó con el presidente Joe Biden era una victoria para los republicanos. Pero algunos miembros descontentos amenazaron con un “ajuste de cuentas” y este podría ser el momento. Además, el Freedom Caucus y miembros como el representante Chip Roy, republicano por Texas, exigen que el Congreso reduzca el gasto más allá de lo que figura en el acuerdo de deuda de mayo.
Pero espera, hay más. Hay varias otras cuestiones importantes que podrían formar parte de este debate. Biden y otros quieren más dinero para ayudar a Ucrania, y FEMA quiere una línea especial de financiamiento para solventar un fondo clave para desastres que ya se está quedando sin dinero en un año sin precedentes por eventos costosos relacionados con desastres naturales. Estos dos temas están provocando enfrentamientos separados que afectan directamente el debate sobre la financiación.
¿Qué pasará entonces? Nadie sabe a ciencia cierta pero se entiende que, como en la mayoría de las ocasiones previas, los republicanos y democratas se podrán de acuerdo y aprobarán un proyecto de financiación a corto plazo. Mientras tanto, volveremos al debate en Washington, D.C. sobre las prioridades presupuestarias de lado y lado y la retórica política, sobre todo estando próxima a comenzar la campaña electoral para el 2024.