Opinión

Que se escuchen las voces de nuestros combatientes de primera línea

Lee aquí la columna de la presidenta del Colegio Profesional de la Enfermería en Puerto Rico.

En el Colegio de Profesionales de la Enfermería de Puerto Rico estamos próximos a cumplir nuestro cincuenta (50) aniversario. Se trata de una ocasión en la cual celebraremos la trayectoria de grandes logros de esta gran institución.

El Colegio ha sabido defender los mejores intereses de nuestros profesionales de la enfermería, aspecto consustancial a la promoción del derecho del pueblo puertorriqueño a recibir cuidados de salud de excelencia. Lamentablemente, durante los últimos años, hemos observado un deterioro significativo en las condiciones de trabajo de nuestros profesionales de la enfermería, particularmente entre aquellas que brindan servicios directos a los pacientes hospitalarios. Salarios insuficientes, jornadas interminables y cargas de trabajo inmanejables caracterizan las circunstancias laborales de ese personal. Por eso, continuamente nos enteramos de profesionales de la enfermería que se ven prácticamente forzados a tomar la triste determinación de abandonar sus vocaciones de servicio, en búsqueda de alternativas laborales más llevaderas.

Es de conocimiento de todos los efectos perjudiciales de tales situaciones, pues las mismas afectan la calidad de los servicios de salud que recibe nuestra población. Ante ello, los pacientes y sus familiares reclaman, con razón y derecho, servicios de salud de calidad. Estamos conscientes de que nuestros profesionales de la enfermería realizan un esfuerzo mayor por cumplir diligentemente con sus labores a pesar de que, en ocasiones, carecen del apoyo y recursos necesarios.

Históricamente el Colegio ha promovido legislación dirigida a atender las distintas circunstancias que afectan a nuestro gremio profesional. Actualmente, nos encontramos realizando gestiones ante la legislatura para que se apruebe una ley de patrón de personal que permita regular la cantidad de pacientes asignados al personal, regular las jornadas de trabajo y evitar la extenuación laboral. Se trata de una legislación que hará justicia, tanto a los profesionales de la enfermería como a los pacientes. No obstante, el proceso legislativo continúa siendo extraordinariamente arduo, pues son muchas las fuerzas e intereses que se interponen a nuestros objetivos. Resulta decepcionante el conocer que algunos de nuestros líderes políticos no están comprometidos con garantizar mejores servicios de salud a nuestro pueblo. Por tal razón, urge que el Colegio redoble esfuerzos para garantizar que la voz de nuestros casi cuarenta mil (40,000) colegiados sea escuchada por los legisladores de turno y líderes políticos. Necesitamos, más que nunca, convertirnos en una voz unida y fortalecida.

A tales fines, próximamente estaremos celebrando vistas públicas para recibir los testimonios de nuestros enfermeros y enfermeras que laboran en esa primera línea de servicios directos a los pacientes en hospitales. Sus historias de compromiso, así como sus luchas y frustraciones al no poder brindar cuidados conforme a los estándares exigibles, deben ser documentadas y dadas a conocer. Sus experiencias deben darse a conocer y deben ser expuestas por quienes conocen y sufren de primera mano las cuestionables condiciones de trabajo imperantes.

Los enfermeros y enfermeras de Puerto Rico, conjuntamente con nuestras familias, probablemente constituimos la mayor fuerza cívica del país en comparación con los demás grupos profesionales. Además, debemos tener todos muy claro el rol indispensable que tienen los profesionales de la enfermería en el sistema de salud de nuestro país. Colegiados, si damos esta batalla unidos, con la verdad como estandarte y siempre comprometidos con el mejoramiento de la salud del pueblo, obligaremos a actuar a que aquellos que se niegan a reconocer nuestros justos reclamos.

Ayúdanos a fortalecer la voz colectiva de los profesionales de la enfermería de Puerto Rico. ¡Nuestro momento es ahora!

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