Opinión

Las cosas que tienen que pasar no pasan

Lee aquí la columna del vicepresidente del Proyecto Dignidad.

Juan Manuel Frontera + Columnista

El futuro de Puerto Rico depende directamente de la capacidad que tengamos de completar a tiempo el proyecto más importante para el desarrollo económico de nuestra Isla: la reconstrucción de nuestro sistema de transmisión, distribución y generación de energía eléctrica. Así comenzamos el cuatrienio, y vamos de camino a culminarlo, poniendo en riesgo el mismo.

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El proceso de reconstrucción y transformación del sistema eléctrico en Puerto Rico se encuentra en una fase crítica, marcada por varios procesos clave que podrían obstaculizar este desarrollo esencial. Un análisis del Centro para una Nueva Economía (CNE) destaca estos desafíos fundamentales que podrían retrasar el progreso necesario mirando al futuro. De hecho, algunos auguran que la reconstrucción tomará al menos ocho años a partir del próximo.

Uno de los principales obstáculos es la reestructuración operativa y financiera de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). Además, se están iniciando proyectos a gran escala para reconstruir la red eléctrica y se está redactando un nuevo Plan Integrado de Recursos (PIR). Todos estos elementos convergen en un punto crucial al culminar este año. A estos desafíos se suman las diversas propuestas de reconstrucción, incluyendo aquella que está siendo preparada por el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE).

La AEE ha estado negociando con sus acreedores desde julio de 2017, pero aún no se ha certificado un Plan de Ajuste de la deuda de la AEE. En agosto de 2023, la Junta de Supervisión Fiscal presentó un tercer Plan de Ajuste enmendado para reducir más de $10,000 millones de las reclamaciones de los acreedores contra la AEE en un 80 %, aproximadamente $2,500 millones, excluyendo las obligaciones de pensiones. Sin embargo, un grupo considerable de bonistas ha expresado su oposición al plan propuesto, lo que podría generar desafíos legales significativos.

Además, se está trabajando en el nuevo PIR, que abarca un período de planificación de 20 años y se actualiza cada tres años. Este plan es crucial, ya que establece el calendario y la secuencia para lograr el objetivo de generación 100 % renovable para 2050 en Puerto Rico. A pesar de los avances en las negociaciones, los objetivos intermedios del PIR actual no se han cumplido completamente. Además, el proceso de contratación para la generación renovable a gran escala ha experimentado importantes retrasos.

En cuanto a las instalaciones solares en los techos, LUMA ha conectado a más de 50,000 clientes, lo que representa 300 MW de capacidad de generación. Según cálculos estimados del DOE, para junio de 2023, había un total de 85,661 interconexiones solares en los techos de Puerto Rico. Aunque estos números indican cierto progreso en la adopción de sistemas solares, también destacan la lentitud del proceso, considerando que la AEE tiene más de 1,000,000 de clientes.

En este contexto, ha surgido un desacuerdo fundamental entre los defensores de la generación renovable y aquellos que favorecen las instalaciones centralizadas de generación solar a gran escala. Los partidarios de los sistemas solares en techos argumentan que hay suficientes techos en Puerto Rico para generar la energía requerida y que las instalaciones solares a gran escala son innecesarias. Por otro lado, los defensores de las instalaciones solares a gran escala sostienen que un sistema basado solo en techos sería inestable dada la demanda energética de Puerto Rico y no tendría en cuenta las necesidades de las unidades multifamiliares, los clientes comerciales y las operaciones industriales. Esto último me parece más sensato. Es necesario hacer lo primero, sin dejar de hacer lo segundo.

El DOE ha concluido provisionalmente que Puerto Rico necesita tanto sistemas solares distribuidos en los techos como generación solar centralizada a gran escala. Sin embargo, el informe final del DOE sobre el diseño de la red estará disponible en diciembre de este año, lo que sugiere que este desacuerdo no se resolverá pronto.

En resumen, el proceso de reconstrucción del sistema eléctrico en Puerto Rico enfrenta múltiples desafíos, desde la reestructuración financiera de la AEE hasta los desacuerdos sobre la mejor forma de implementar la generación de energía renovable. Estos obstáculos requieren de profundas consideraciones, de una planificación estratégica que garantice un desarrollo efectivo y sostenible del sistema eléctrico en la Isla. Mientras tanto, el tiempo pasa y el mundo va quedando inmerso en una inflación económica que no se detiene. Se desatan guerras que traen el encarecimiento del costo de combustible, materiales de construcción e incrementan la fragilidad de las líneas de suministros. Mientras más tiempo pasa, más se reduce el poder adquisitivo de los billones de dólares en fondos federales obligados para la reconstrucción de nuestro sistema eléctrico, poniéndolo en riesgo. La ventana se cierra, y las cosas que tienen que pasar no pasan.

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