Mañana se conmemoran 77 años de la fundación del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), más de siete décadas de lucha por la independencia de Puerto Rico y la justicia social. Son años de diversidad, historias y acontecimientos, todos enmarcados en la constancia, firmeza y honradez de una lucha: unir a Puerto Rico con el resto de las naciones soberanas, de tener los poderes para tomar las mejores decisiones para el desarrollo económico y social de nuestro país, y reafirmar nuestra realidad de nación caribeña y latinoamericana.
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Desde su fundación, bajo el liderato del Dr. Gilberto Concepción de Gracia, el PIP ha participado de todos los procesos electorales, frente a todo tipo de condición y posibles obstáculos, desde la más cruenta persecución política, los infames miedos a la independencia hasta el terrible clientelismo político de los partidos coloniales.
Hoy ante un país quebrado, destruido social y económicante, con el desprestigio abrumador del bipartidismo, la sentencia política clara y contundente de que somos una colonia, como lo planteó el independentismo y el PIP desde su fundación, y ante la manifestación más burda y dañina de ese colonialismo, —la junta de control fiscal— es imperativo mantener y fortalecer nuestro instrumento de lucha por la independencia, el mecanismo, la institución, el partido electoral y movimiento de lucha por la libertad.
Tras el histórico resultado en las elecciones del 2020, fundamentados en nuestra propuesta electoral de Patria Nueva, estamos cosechando el resultado de la constancia de una militancia inclaudicable y vamos dirigidos a la transformación de este país, a construir un proceso de descolonización que nos lleve a la libertad.
Mañana estaré celebrando esos 77 años de lucha desde el Colegio de Abogados, acompañados de nuestro líder y maestro, Rubén Berríos Martínez, quien recibirá la Medalla Gilberto Concepción de Gracia. Cierro este escrito citando a Rubén en unos de sus escritos sobre la fundación del PIP:
“Al conmemorar nuestra fundación, aquí estamos rumbo a la Tierra Prometida; tocando el mismo cielo, constantes, perseverantes. Nuestra obligación es honrar nuestro Partido como legado invaluable de nuestros fundadores y fortalecerlo con tesón, lealtad y cariño, conscientes –como Martí– que: ‘Mientras todo no esté hecho nadie tiene derecho a descansar”.
Repetimos con don Gilberto: “¡A la lucha y a la Victoria!”.