Octubre se distingue por ser el mes del Trabajo Social. El Trabajo Social se basa en los principios de derechos humanos y justicia social. Son muchos los desafíos que enfrentan los/as trabajadores sociales siendo primera línea de respuesta frente a las problemáticas que afectan a las familias, grupos y comunidades. En Puerto Rico, la profesión del Trabajo Social data de la década de 1920-1930, por lo que han pasado alrededor de 93 años desde su origen. A pesar de tener una ley que regula la profesión desde el Colegio de Profesionales del Trabajo Social, este año contamos por primera vez con una ley que reconoce a octubre como el mes del Trabajo Social. Además, establece el cuarto viernes del mes como el “Día del Profesional del Trabajo Social” (Ley 12 de 2023). Aún la sociedad y el Estado conservan una visión caritativa y remedial de la profesión que se sostiene con salarios bajos y condiciones laborales inseguras. Sin embargo, el reconocimiento de la profesión a través de una ley, contribuye a visibilizar nuestra labor como una esencial para la defensa y promoción de los derechos humanos de la ciudadanía.
PUBLICIDAD
Nuestro país se destaca por tener excelentes programas académicos formativos en Trabajo Social. Contamos con la Escuela de Trabajo Social más antigua en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Además, el Departamento de Trabajo Social a nivel subgraduado del Recinto de Río Piedras cuenta con un programa académico que inserta al estudiantado en espacios de impacto social que le permiten formarse y desarrollarse en la profesión. A su vez, aportar significativamente a diversas instituciones, agencias y/o organizaciones de impacto social, comunitario, individual y familiar. Sin duda alguna, reconocemos la calidad de educación que recibe el estudiantado de Trabajo Social en el primer centro docente del país. Sin embargo, existen unas problemáticas sociopolíticas y económicas que no podemos ignorar. Ante los constantes recortes presupuestarios a la Universidad de Puerto Rico por parte de la Junta de Control Fiscal, la oferta académica ha reducido significativamente. Cada vez hay menos plazas permanentes para el profesorado. Esto se traduce al éxodo de jóvenes trabajadores sociales en formación en busca de una mayor estabilidad académica, social y económica. Es fundamental que las revisiones de currículo del programa de Trabajo Social estén orientadas a que los cursos se atemperen a la realidad que atraviesa nuestro país. Desde los salones de clases, es imprescindible promover discusiones críticas que cuestionen la realidad que nos rodea.
Lo anteriormente expuesto lanza un reto a trabajadores sociales en formación. Hay que trascender del discurso académico y simplista a la acción-social participativa. Tomemos como inspiración las pioneras del Trabajo Social como Blanca Canales, Isabelita Rosado y Carmen Rivera De Alvarado, quienes dedicaron su vida y acción profesional a la lucha por mejores condiciones de vida y desmantelamiento de nuestros sistemas opresivos. Su acción política refleja que nuestra profesión trasciende de lo caritativo y auxiliar, sino que promueve en todo momento la lucha incansable por la ruptura de los sistemas actuales que imposibilitan el disfrute de los derechos humanos, la justicia social y la equidad para todas las personas. Es tiempo de desmantelar las visiones y posturas conservadoras de la profesión para dar paso a un Trabajo Social político, activista y emancipador.