Opinión

El aborto, los republicanos y la Cámara Federal

Lee aquí la columna del abogado estadista.

Este año, los principales líderes del Partido Republicano han intentado moderar, al menos publicamente, el apoyo de su partido a las prohibiciones del aborto mientras buscan evitar derrotas como las sufridas en las elecciones de mitad término del año pasado.

Esa estrategia ha quedado clara en declaraciones del expresidente Donald Trump, quien en septiembre calificó la aprobación en Florida de una prohibición del aborto a partir de la sexta semana como “algo terrible, un error garrafal”. Trump, sin embargo, se ha negado a especificar qué límites respaldaría de regresar a la Casa Blanca.

La elección por parte de los republicanos de la Cámara de Representantes del representante Mike Johnson de Luisiana como nuevo Presidente de la Cámara definitivamente complicará esos esfuerzos que pueden calificarse como “ambigüedad defensiva”, que ya enfrentaron el escepticismo de muchos votantes.

Johnson es poco conocido, incluso dentro del Congreso, pero sus posturas están bien documentadas. Cristiano evangélico practicante que se desempeñó como abogado y portavoz de la entidad sin fines de lucro conservadora Alliance Defending Freedom, la cual declara su objetivo primordial como “promover el derecho otorgado por Dios de vivir y decir la Verdad” describe su carrera como un “ministerio legal”.

Los comentarios de Johnson a una publicación bautista de Luisiana no dejaron ambigüedad alguna sobre sus prioridades: “He estado en la primera línea de la ‘guerra cultural’ defendiendo la libertad religiosa, la santidad de la vida humana y los valores bíblicos, incluida la defensa del matrimonio tradicional”. Los seis años de Johnson en el Congreso le dan la menor experiencia en el cargo que cualquier presidente de la Cámara desde el siglo XIX. Su corta carrera en el Congreso la definen dos temas principales: la oposición tanto al aborto y como a los derechos de los homosexuales, y el apoyo a los esfuerzos de Trump para anular los resultados de las elecciones de 2020.

Johnson a promovido varias medidas para imponer límites al aborto a nivel nacional y ha liderado esfuerzos para movilizar a los legisladores republicanos detrás de maniobras legales diseñadas para anular la victoria del presidente Biden. Su elección es prueba clara y contundente del ascenso al poder de la alianza entre Trump y los evangélicos blancos conservadores que domina el Partido Republicano de hoy.

Muchos demócratas expresan su desconcierto por el hecho de que votantes devotamente religiosos apoyen a Trump, pero la alianza tiene sentido en términos culturales: muchos cristianos conservadores se ven a sí mismos como una minoría en peligro –religiosa y a menudo racialmente– y ven a Trump como un defensor ferreo de sus intereses. La oposición al aborto es central en el pacto entre Trump y sus partidarios evangélicos.

El tema del aborto también es fundamental para los esfuerzos de los demócratas por derrotarlos. Los estrategias del partido creen que el fervor religioso de la derecha asusta a los votantes del centro. Han descrito las restricciones al aborto como parte de una campaña conservadora más amplia para limitar las libertades personales y han presentado la negación de los resultados de las elecciones del 2020 como una herramienta republicana para convertir esos límites en ley a pesar de la oposición mayoritaria.

La elección de Johnson llega en un momento importante en el debate sobre el aborto a nivel nacional. La anulación del caso Roe vs. Wade por parte del Tribunal Supremo no ha funcionado como esperaban muchos opositores al aborto. La reacción pública contra las restricciones al aborto ha sido más fuerte y más amplia de lo que cualquiera pudo haber pensado. Igualmente sorprendente es que, desde el fallo del tribunal, el número de abortos en toda la nación haya aumentado.

Quince estados, en su mayoría en el sur, prohíben todos o casi todos los abortos, mientras que otros tres tienen leyes sumamente restrictivas. En esos estados, el número de abortos clínicos se redujo a casi cero. Pero esa disminución fue más que compensada por aumentos en los estados que han protegido el derecho al aborto, según muestran las cifras recopiladas por entidades que analizan este tipo de información. Ese aumento incluye California, donde el número de abortos aumentó alrededor del 5.5 %, pero fue especialmente pronunciado en estados como Illinois y Nuevo México, que están flanqueados por áreas con severas restricciones al aborto, según muestran los datos.

Eso no significa que las prohibiciones no hayan tenido efecto. Un gran número de mujeres en estados restrictivos claramente se han visto obligadas a llevar a término embarazos que no querían. Pero el trabajo de los partidarios del derecho al aborto para ampliar el acceso ha tenido más éxito de lo que muchos esperaban.

El panorama podría cambiar el próximo año. La prohibición del aborto en Florida, por ejemplo, no ha entrado en vigor debido a demandas incoadas por aquellos que defienden el derecho al aborto. De resultar infructuosos los esfuerzos legales, se bloquearía el acceso a muchas mujeres en el Sudeste de la nación. Mientras tanto, los grupos defensores del derecho al aborto están trabajando para incluir en la papeleta electoral de Florida una medida diseñada para revocar la prohibición. Cuando el derecho al aborto ha llegado a las urnas, ha ganado consistentemente, no solo en estados indecisos, como Michigan y Wisconsin, sino también en estados fuertemente republicanos, como Kansas.

La opinión pública ha cambiado como reacción al fallo del Tribunal Supremo. La proporción de estadounidenses que apoyan el aborto legal ha aumentado a nivel nacional, y en casi todos los estados, la proporción que dice que el aborto debería ser legal en todos o en la mayoría de los casos ha aumentado en los últimos años. Antes de la decisión del Tribunal Supremo, las encuestas a nivel nacional sugerían que un límite de 15 semanas para los abortos contaría con un amplio apoyo público. Todo eso ha empujado a los grupos antiaborto a promover las restricciones a nivel nacional, y así evitar las complicaciones de batallas estado por estado. Esto, a su vez, ha generado tensiones dentro de las filas republicanas sobre el costo político de defender una prohibición a nivel nacional.

El Partido Republicano esperaba disimular las diferencias sobre el aborto al menos hasta después de las próximas elecciones, en las que un puñado de contiendas determinarán el control de la Cámara. Sin embargo, al elegir a Johnson como la cara del ala parlamentaria del partido, han dejado mucho más clara su verdadera preferencia.

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