Opinión

A erradicar el racismo

Lee aquí la columna del representante del Partido Independentista Puertorriqueño.

A través de diversas ligas profesionales de deportes alrededor del mundo hemos visto múltiples ataques racistas, xenofóbicos, machistas y discriminaciones que sufren jugadoras y jugadores, así como árbitros, por parte de personas o grupos que utilizan esta violencia verbal y abusiva. Esta violencia y discrimen manifiesta lo peor de los seres humanos, incluso de grupos y organizaciones cuyo norte es el odio y la violencia.

Recientemente el joven estudiante universitario, jugador de fútbol de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras y de nuestra selección nacional, Jan Mateo Delgado, denunció los ataques racistas que sufrió durante un juego de fútbol de la Liga Atlética Universitaria. Expresó: “en el fútbol no hay espacio para el racismo y ni mucho menos para estas personas RACISTAS”.

En ninguna actividad deportiva, social o laboral hay espacio para el racismo y ningún tipo de discrimen. El ámbito del deporte como expresión social de desarrollo humano, de interacción social y de competencia justa, no puede tolerar el desprecio y la barbarie. Tampoco se puede permitir el discrimen que de diversas formas sufren las mujeres en el deporte, como agresiones verbales y físicas de fanáticos, entrenadores o supuestos líderes deportivos conductas machistas y misóginas, muchas de las cuales pasan desapercibidas. Las mujeres tienen derecho a la equidad y justicia, incluyendo a las mujeres árbitros que, además de romper con prejuicios y trabajar con ímpetu, tienen en ocasiones que sufrir todo tipo de agresiones. Es amplia la responsabilidad de la sociedad de educar, concienciar, cerrar brechas de injusticia social y promover la equidad.

Aquellos que por décadas sufrimos el discrimen y la persecución política por promover nuestras ideas, por pensar en la libertad, en transformar sociedad, siempre vamos a estar al lado de justicia y en contra del discrimen y del racismo en todas sus manifestaciones.

En el asunto del joven Mateo Delgado, hemos visto la amplia solidaridad, particularmente ante su valentía de denunciarlo y no guardar silencio, la Universidad y las instituciones relacionadas al deporte tienen la obligación de actuar con contundencia.

Tenemos que aspirar a la erradicación del racismo, el discrimen, el abuso y el hostigamiento de todo tipo. No solo es necesario, es nuestra responsabilidad.

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