Opinión

Bidenomics y las encuestas

Lee aquí la columna del abogado estadista.

Alejandro Figueroa + Columnista

Según las encuestas a nivel nacional, los votantes estadounidenses están sumamente preocupados por la economía. A su vez, la economía estadounidense de California a Nueva York, de San Juan a Michigan, rara vez ha estado más fuerte. Los números así lo demustran. Esas dos afirmaciones son difíciles de conciliar ya que son contrarias al sentido común.

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A medida que la campaña se intensifica, economistas, politólogos y todo tipo de medios de comunicación han estado discutiendo la desconexión entre los datos económicos y los datos de las encuestas. ¿El estado de la economía está peor de lo que muestran las cifras o hay algo mal en las encuestas? Veamos.

El doctor Wolfers, profesor de la Escuela de Políticas Públicas Gerald R. Ford de la Universidad de Michigan recientemente lo explicó con la siguiente analogía: Supongamos que usted se hubiera quedado dormido a mediados del 2019 y hubiera despertado en estos pasados días. Al despertar, si usted fuera economista, lo primero que querría saber es lo que reflejan los datos más recientes.

Le sorprendería gratamente: que el desempleo, que estaba en un mínimo histórico en el 2019, se ha mantenido cerca de ese punto: 3.8 % en septiembre. La economía ha crecido significativamente, incluso ajustándose a la inflación, lo que significa que los ingresos a nivel nacional han aumentado. Y quizás lo más sorprendente es que, por primera vez desde antes de la Gran Recesión, la distribución del ingreso se ha vuelto un poco más equitativa, ya que las mayores ganancias han ido a parar a los trabajadores con salarios bajos.

A fin de cuentas, usted descubriría que a la economía le está yendo mejor de lo que la mayoría de sus colegas habían predicho en el 2019. Esto podría provocar que usted se pregunte qué realmente sucedió mientras dormía. La realidad es que usted habría dormido durante un enorme trauma social provocado por una pandemia mundial, acompañada de una recesión breve, pero muy pronunciada. Eso hace que las buenas cifras económicas sean aún más sorprendentes.

Por supuesto, ese no es el panorama completo: una ola de aumentos de precios ha arrasado la economía nacional desde el 2021, alcanzando su punto máximo en el verano de 2022 y llevando a la Reserva Federal a aumentar drásticamente las tasas de interés. Sin embargo, la inflación ha comenzado a disminuir. La tasa que la Reserva Federal sigue más de cerca se ubica ahora apenas ligeramente por encima del 3 %: más alta que el objetivo del 2 % del banco central, pero no de manera alarmante. La economía esta en buen estado. Fin de la historia.

Sin embargo, esa no es la historia que cuentan las encuestas. El mes pasado, solo el 16 % de los adultos estadounidenses opinaban que la economía estaba en buen camino, según la última encuesta para Associated Press. De hecho, sobre 7 de cada 10 estadounidenses calificaron el estado de la economía como pobre, y el 31 % la calificó como muy pobre. Durante el año pasado, más de la mitad de los votantes registrados han dicho consistentemente que la economía estadounidense estaba empeorando, según encuestas semanales de YouGov.

La Casa Blanca ha pasado el último año promocionando el crecimiento económico y buscando crédito, con la esperanza de que los votantes internalicen que el estado positivo de la economía se debe a las políticas implementadas por el presidentre Biden conocidas como Bidenomics.

Hasta ahora, ese esfuerzo ha fracasado. Una reciente encuesta nacional refleja que solo el 40 % de los votantes aprobaba el manejo de la economía por parte del presidente Biden, en comparación con el 57% que lo desaprobaba. Eso no es peor que el índice general de aprobación de su trabajo, pero ciertamente demuestra que la campaña de Bidenomics no ha rendiido frutos.

Varias teorías intentan explicar la brecha radical entre lo que reflejan las encuestas y las estadísticas económicas.

Una de estas se centra en los desfases temporales. Quizás dentro de unos meses, a medida que los estadounidenses se ajusten a una inflación más baja y salarios más altos, las encuestas comiencen a apuntar al alza, sugiere esa teoría.

Otra señala que, aunque la inflación se ha desacelerado, los precios siguen siendo más altos de lo que la gente estaba acostumbrada. Quizás sea el nivel de precios, no la tasa de aumento, lo que pesa sobre las opiniones.

Una tercera línea de pensamiento, que ha sido adoptada por muchos demócratas, es que las organizaciones de noticias han influido en la opinión pública al centrarse en las malas noticias.

Claramente hay algo en eso. Los medios conservadores, en particular, han insistido en las señales de inflación. Pero la tendencia de los medios hacia las malas noticias existe desde hace mucho tiempo. La desconexión entre las encuestas y las cifras económicas es nueva.

Una cuarta posibilidad, más preocupante para el análisis de la opinión pública, es que cuando la gente responde a preguntas sobre la economía, es más probable que estén fingiendo que diciendo lo que realmente piensan sobre las condiciones financieras.

¿Que apunta a esto último? Normalmente, cuando la gente espera tiempos difíciles, reduce sus gastos. Los estadounidenses han hecho lo contrario. No solo están aumentando el nivel de gasto, sino también el ritmo al que la gente abre nuevos negocios, que ha aumentado significativamente durante el año pasado.

O consideremos el aumento de la militancia laboral. Por lo general, la gente no se declara en huelga si cree que tendrá muchas dificultades para encontrar otro trabajo. Los patronos tampoco suelen aceptar nuevos contratos con terminos que favorecen a los empleados si esperan una grave crisis económica. Pero en Hollywood, la industria automotriz, el transporte por carretera, los ferrocarriles y otros, los sindicatos han hecho huelga o han amenazado de manera creíble con hacerlo, y las empresas han cedido a los trabajadores mucho más que antes.

En otras palabras, la forma de proceder de un número creciente de personas va acorde con lo que se espera de aquellas cuyas finanzas están en buen estado y que opinan que la economía irá al alza, pero cuando responden a las encuestas expresan que la economía está mal encaminada.

¿Quienes son esas personas? Según la encuesta de AP el 82 % de los republicanos que consideran que su situación financiera personal está en buen estado expresan que la economía va en picada. Solo el 38 % de los demócratas con finanzas personales positivas dicen lo mismo. Una vez más, como en tantos casos, el partidismo está cambiando la forma en que la gente ve el mundo.

Eso no significa que Biden de repente esté libre de peligro: ya sea que la gente esté desanimada con el presidente porque no les gusta el estado de la economía o con la economía porque no les agrada el presidente, esto definitivamente es un problema potencial para el presidente de cara a las elecciones del 2024.

Y para el resto de los políticos y aquellos del sector privado que toman decisiones en base a los resultados de las encuestas, la lección es la siguiente: si realmente queremos saber qué piensa la gente sobre la economía, es posible que tengamos que empezar a hacer preguntas diferentes.

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