Como en todo hay cosas que pasan de moda y formas distintas de actuar. Los tiempos y las presentes generaciones tienen formas distintas de manejar los conflictos y las emociones. Ello se debe reflejar en un cambio de estilos en nuestros círculos de poder.
El domingo pasado el alcalde de San Juan Miguel Romero anunció su candidatura a la reelección en un evento en el coliseíto Pedrín Zorrilla. Allí se pretendió realizar un evento no partidista, aunque Romero se lanza bajo la insignia del Partido Nuevo Progresista. En ese tono, Romero convocó al evento a figuras de distintas ideologías, nacionalidades y sectores sociales que lo respaldan para dramatizar el grupo multisectorial que esta junto a él. La sorpresa de la tarde fue cuando el ex presidente de la Cámara de Representantes José Ronaldo Jarabo subió al templete y anunció su apoyo a Romero, diciendo que estaba respaldando a un amigo y un gran alcalde. Raudo y veloz, el presidente del Partido Popular Democrático, sin encomendarse a nadie, anunció la expulsión de Jarabo de su partido. Jarabo ha dicho que Jesús Manuel Ortiz tiene aires de dictador y ayer el líder popular dejaba la puerta abierta para un diálogo, echando hacia atrás, por segunda ocasión, un castigo a un correligionario por supuesta “indisciplina”. La primera vez fue contra Tatito Hernández por haber aprobado, sin consultársele, la Reforma Electoral.
El domingo trataba de recordar cuando había sido la última vez que había escuchado de expulsiones en un partido político de Puerto Rico con esa fuerza y coraje. Me parece que la última vez fue cuando un grupo de senadores del PNP que se autoproclamaban “los auténticos” se sublevaron para impedir que el senador Pedro Rosselló, en su regreso a la política tras haber ocupado la gobernación, llegara a la presidencia del Senado. Aquel grupo lo dirigían Kenneth McClintock y Jorge De Castro Font. Aquel caso no llegó a mucho pues se partía del entendimiento de que los partidos no tienen la facultad de expulsar a sus miembros. Afiliarse y desafiliarse de un partido político es una decisión personal que no está sujeta a la arbietraridad de un liderato político. Es como ser católico, pentecostal o protestante. Es una decisión personal que, por más que las iglesias quieran controlar, no pueden.
Creo que estos tiempos son de inclusión no de exclusión. Aun cuando este episodio no le cueste o gane votos a Jesús Manuel Ortiz, los estilos están constantemente bajo el escrutinio público. Comprendo que Ortiz tiene que demostrar mollero ante un partido desarticulado que encontró, pero deberá buscar mejores formas para consolidarse en el liderato de la Pava.
Precisamente hoy el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento de Victoria Ciudadana formalizan la alianza que tanto han anticipado. Juan Dalmau y Manuel Natal finalmente se unen en un pacto electoral para consolidar fuerzas. Ese pacto a quien único afecta es al PPD por la composición ideológica de sus simpatizantes. Así que, lo menos que debe hacer la pava en esta coyuntura es botar gente. Deben sumar, no restar, si quieren tener la viabilidad electoral que al día de hoy se ve cuesta arriba.
¿No cree usted? Me pregunto…