La temporada electoral ha comenzado, y con ella, la lluvia de estribillos de campaña que podrían ser confundidos con propuestas. Ya llueven los “El país quiere un cambio”, los llamados a “soñar”, a “sacar las piedras del camino” y el arraigo en “la fe para enfrentar los retos”. Pero los gobiernos de estribillos han probado ser insuficientes. Por ello, en cambio, me parece que los electores hoy más que nunca debemos hacer un esfuerzo consciente de pedir que los estribillos lleguen acompañados de ideas detalladas. De no conformarnos con planes sin contenido.
Así que: ¿Por qué no comenzar a pedir explicaciones? Sobre todo cuando se trata de problemas ya diagnosticados que no requieren enormes estudios porque ya los expertos locales han provisto las soluciones. En esos casos, en lugar de la “discusión”, “hace falta acción. Para comenzar a hablar de agenda, propongo una vez más el tema de la pérdida poblacional. No sé si usted se ha tomado el tiempo suficiente para darse cuenta que el camino por el que transitamos es peligroso. No se trata solo de que los puertorriqueños no tenemos hijos, así, como el que habla de una decisión individual. Es que la reducción poblacional tiene consecuencias colectivas. Ya el Instituto de Estadísticas lo ha dejado claro. A este ritmo, las escuelas locales -privadas o públicas- tendrán retos monumentales. Para el año 2027 se ha anticipado que la matrícula escolar se reducirá a 32,681 estudiantes. Y con esa cantidad de estudiantes menos la eliminación de escuelas y grados escolares resultaría casi inevitables. Eso, o una total reestructuración de la enseñanza en el nivel primario, que permita que los estudiantes de 4 a 7 años compartan espacio académico.
Según el director del Instituto, Puerto Rico no está solo ante el reto de la reducción poblacional. Jurisdicciones de Estados Unidos como Massachusetts y ciudades de la costa noreste han enfrentado el asunto de la reducción de matrícula cerrando escuelas bajo al lógica de que si habrá menos alumnos entonces, ¿para qué hacen falta los mismos maestros? No obstante, según el Instituto, en medio de los enormes rezagos que han experimentados los alumnos tras más de 5 años de retos como el huracán María, los terremotos y la pandemia, quizá la reducción poblacional abre la puerta a una oportunidad: menos estudiantes por salón y un acercamiento más individualizado que permita hacer frente a las enormes lagunas de conocimiento que experimentan los estudiantes. ¿Qué proponen los candidatos y candidatas? ¿Qué piensan sobre el asunto y sus posibles soluciones?
El problema es que para que una reestructuración del escenario académico de cara a 2027 se produzca a tiempo, hay que comenzar su diseño a tiempo.
Ningún rediseño del currículo puede darse de manera reactiva, así como abordamos la mayor parte de los problemas que terminan aquejando al país. Problemas que, como la baja poblacional, se vienen anticipando hace 10 años por parte de entidades como el Instituto de Estadísticas, pero nadie desde la institucionalidad se ha dado por aludido.
¿Cuándo comenzamos a planificarnos?
El problema es que la reducción poblacional no solo nos traerá el reto de la matrícula escolar. También traerá consigo problemas que irán directamente relacionados con nuestra viabilidad como país.
¿Quién paga contribuciones para mantener los servicios del gobierno? ¿Entre cuántas personas se divide el pago de la deuda del país? ¿Cómo hacer que la isla sea un lugar deseable para hacer vida y planificar futuro? Nadie, ninguno, absolutamente nadie ha incluido el asunto entre sus propuestas o el adelanto de sus ideas de cara a al año electoral.
Y la realidad es que la reducción poblacional no puede frenarse de inmediato. Quizá hace una década cuando se denunció el problema. Pero entonces a nadie pareció importarle.
Las variables que lo provocan no solo necesitan un plan para enfrentarla, sino tiempo para que los planes maduren.
En primer lugar, planes para frenar la migración (Puerto Rico tiene hoy 30 mil personas menos que el pasado ano). En segundo lugar, iniciativas para incentivar la natalidad.
La isla tiene menos de 19 mil nacimientos al año (hace unos años se producían unos 309 mil) y nuestra relación política no permite medidas de emergencia como la importación de nuevos residentes que mantengan viva la rueda económica, paguen contribuciones, cuiden a nuestros viejos y aporten a los sistemas de retiro.
¿Quién le pone la tapa al pomo?