El Congreso estadounidense que se ha caracterizado por establecer récords por falta de consenso, puede estar a punto de hacer algo que no se esperaba: aprobar un proyecto de ley que podría sacar a medio millón de niños de la pobreza el próximo año. La propuesta, que la Cámara podría aprobar esta semana, implica un crédito contributivo ampliado para padres de niños de 16 años o menos. El crédito propuesto es una versión reducida de un plan que se aprobó durante el primer año en funciones del presidente Biden, pero que solo duró un año.
Desde entonces, revivir alguna versión de dicha medida ha sido una de las principales prioridades de los demócratas del Congreso. A principios de este mes, los presidentes de los dos comités de redacción de impuestos del Congreso, el senador demócrata Ron Wyden y el representante republicano Jason Smith, llegaron a un acuerdo para que esto se hiciera realidad. Luego, su propuesta obtuvo la aprobación del Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes, controlado por los republicanos, por 40-3, el tipo de votación bipartidista que ahora es poco común en Washington.
Al tratarse del Congreso, es posible que el acuerdo se haga sal y agua en cuestión de días. Algunos miembros de la Cámara amenazan con oponerse a la medida por un asunto fiscal no relacionado. En el Senado, a algunos republicanos conservadores no les gusta ampliar el crédito contributivo por hijos por motivos ideológicos. Pero la aprobación por amplio margen que refleja la votación en el comité de redacción de impuestos de la Cámara de Representantes da indicios de que el proyecto de ley tiene grandes posibilidades de ser aprobado. Se trata de un avance poco común en un Congreso estancado por las pugnas políticas, sobre todo mientras más se acercan las elecciones.
Cuando comenzó el crédito contributivo por hijos, allá por el 1997, se trataba una pequeña bonificación que ayudaba principalmente a familias de clase media. Los contribuyentes tenían derecho a deducir 400 dólares de sus impuestos sobre ingresos por cada hijo menor de 17 años. Eso ayudó a las familias con ingresos medios, pero no hizo gran cosa por el gran número de contribuyentes que no adeudan contribuciones sobre ingresos (actualmente alrededor del 40 % de los hogares en todo Estados Unidos).
A partir de 2001, los defensores de las familias de bajos ingresos impulsaron un cambio para permitir que las familias recibieran parte del dinero aún si no tenían obligación de pagar contribuciones sobre ingresos. A esto se le conoce como un reembolso en la jerga fiscal y es clave para que el crédito contributivo funcione como medida contra la pobreza. En ese entonces, el argumento principal fue que si el gobierno federal iba a utilizar el código de rentas internas para asistir a las familias con niños, debería enfocarse primero en los más necesitados.
En el 2021, los demócratas que apoyaban la ampliación del crédito contributivo obtuvieron su mayor victoria: una medida adoptada como parte del plan de recuperación de COVID-19 de Biden que lo aumentó a $3000 por niño, lo hizo completamente reembolsable y permitió que el dinero se pagara en mensualmente, en lugar de un reembolso de una suma global.
Pero los demócratas no tenían los votos para mantener el crédito ampliado. Los republicanos denunciaron la medida como un incentivo para que los pobres dejaran de trabajar. Entonces, cuando el senador Joe Manchin se negó a hacer que el plan fuera permanente, el crédito agrandado murió después de un año. Al año siguiente, estima la Oficina del Censo, el número de niños en situación de pobreza volvió a aumentar en aproximadamente 5 millones.
El acuerdo logrado por Wyden y Smith no va tan lejos como el plan del 2021, pero ampliaría la reembolsabilidad para cubrir a la mayoría de las familias con al menos algunos ingresos. Además, garantizaría que aquellos que califican obtengan el monto total del crédito por cada hijo, eliminando el límite en la ley actual. Al igual permitiría a las familias calificar contando sus ingresos actuales o los del año anterior, una gran ayuda para los padres, especialmente las madres solteras, que tienen trabajos inestables.
Esos cambios seguirían dejando fuera a los más pobres entre los pobres, aquellos sin ingresos, pero ayudarían a la mayoría de los aproximadamente 17 millones de niños que actualmente reciben menos del beneficio completo porque sus familias no ganan suficiente dinero. La mayoría de esas familias ganan menos de $40,000 al año.
El nuevo plan sacaría de la pobreza a unos 400,000 niños en el primer año y reduciría la pobreza en otros 3 millones, según el análisis varios centros de política pública en Washington, D.C. Para el 2025, cuando el plan esté plenamente implementado, sacaría de la pobreza a alrededor de medio millón de niños y reduciría la pobreza de unos cinco millones más.
En cierto sentido, la negociación ha sido más fácil porque el debate ha estado mayoritariamente fuera de los titulares. Otros temas, como la política fronteriza y la inmigración, han apaciguado la sed del Congreso de obtener puntos partidistas, lo que permite a los redactores de impuestos seguir adelante sin demasiadas disputas politiqueras.
Aun así, nada es fácil en un Congreso estrechamente dividido. A pesar de todo eso, existe una buena posibilidad de que el Congreso pueda enviar la medida fiscal a Biden para su firma antes de la fecha límite de radicación de planillas del 15 de abril, lo que permitirá a las familias aprovechar el crédito ampliado este año. También es una prueba de que los acuerdos bipartidistas todavía pueden funcionar en Washington, al menos cuando las cámaras y los titulares están enfocados en otros asuntos.