Hace algún tiempo, el amigo José Rodríguez Suarez, escribió una columna de opinión que llamó, Estadidad después. Luego de haber conversado con el autor, me pareció necesario hacer esta reflexión incluyendo elementos adicionales que me parecen importantes.
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Este escrito no es un ataque, pero definitivamente es una crítica, por eso entiendo necesario recordar unas palabras de Sir Winston Churchil, “Criticism may not be agreeable, but it is necessary. It fulfils the same function as pain in the human body. It calls attention to an unhealthy state of things”.
Ahora bien, llama la atención que el sector que dice representar los valores de la libertad económica, mercado y derecho a la propiedad y capital privado, muy poco o casi nada hace para enfrentar el riesgo que representa la nueva corriente política que nos presenta la alianza. No es posible adornar esta realidad.
Mi experiencia, como defensor y promotor de la estadidad, es que dentro del movimiento estadista existe un poderoso grupo, que NO ocupa posiciones electivas, que se encuentra en una zona de injustificable comodidad. Lo planteo de esta manera porque no voy a cuestionar el compromiso de nadie por la causa, pero la diferencia estriba en la necesidad de hacer lo necesario para lograr la estadidad y terminar, de una vez, con el debate ideológico. Este grupo, aunque siente alguna comodidad con la condición territorial actual, le preocupa la posibilidad de la separación, reconoce la necesidad de la estadidad y los beneficios que ofrece, pero no tienen sentido de urgencia. Es aquí donde los estadistas nos cuestionamos el significado del eslogan de campaña, “Estadidad ahora”. Sin duda somos mayoría, eso está adjudicado, pero les recuerdo que el estadolibrismo fue mayoría y ya no lo es. Cada cuatro años renovamos la promesa estadista para luego encontrarnos con la realidad de Estadidad, pero después.
Esa pasividad o conformismo contrasta con el activismo y la militancia de los opositores de la Estadidad. Estos grupos que pretenden cambiar nuestro sistema político y los grupos independentistas conocen su realidad electoral y han decidido disfrazar sus intenciones desarrollando una serie de estrategias que tienen el propósito de justificar la “corrección” de sus argumentos, su estatura “moral” y explotando el sentimiento de frustración y decepción con los partidos principales para poder plantear que un voto por ellos no provocará un cambio dramático en nuestra vida diaria. Proponen como único propósito, ofrecer buen gobierno, ninguno otro. Veamos.
El candidato a gobernador de la alianza ha dicho, que podemos estar tranquilos porque la independencia no va a llegar el día después que asuma la gobernación. Trata de justificar su argumento bajo la premisa de que llevamos esperando sobre cien años por la Estadidad y no ha llegado todavía. Bueno, el candidato PIP ha dicho también que la lucha para sacar la marina de Vieques les marcó el camino para liberar el resto de la isla. ¿Qué significa eso? Pues, desobediencia civil. ¿Y? Les recuerdo que el candidato PIP también dijo que su gobierno enfrentará la Junta de Supervisión Fiscal y a la Asamblea Legislativa en las calles. ¿Y? También les recuerdo que cuando la Junta de Supervisión Fiscal quiere imponer su voluntad busca el respaldo de la Corte Federal para el distrito de Puerto Rico, lo que convierte sus determinaciones en resoluciones del tribunal. Esta facultad que la Ley PROMESA le concede a la JSF ha sido usada rutinariamente para validar sus determinaciones. ¿Y? Bueno, si tomamos como cierta las palabras del candidato independentista, su administración combatiría con desobediencia civil y manifestaciones multitudinarias las determinaciones de la Corte Federal, de la JSF y con toda probabilidad de los tribunales de Puerto Rico cuando no les agraden sus determinaciones.
Lo he dicho antes, para muestra un botón basta, ya la alianza ha adelantado que no acatará las determinaciones de la JSF o de la legislatura que no le agraden, eso no es diferente a lo que están haciendo hoy con las bases de su alianza. Ellos han admitido públicamente que violan el Código Electoral del Puerto Rico porque no les gusta. La pregunta que debemos hacernos es, ¿qué ley o leyes va a dejar de cumplir una administración de la alianza? ¿quién escoge que ley se cumple y cuál no? ¿podríamos tener la lista por adelantado? Se lo que van a contestar, pero responsablemente tengo que plantear las preguntas para el récord. Esperemos sus respuestas.
¿Porqué esto es importante? Porque ese plan nada tiene que ver con buen gobierno. Ese es el plan, mapa o estrategia dirigida a lograr la independencia, sin públicamente admitirlo durante el proceso electoral. En resumen, el plan de la alianza necesita establecer durante el período electoral, que la independencia no llegará pronto, pero en la eventualidad de que logren el poder, van a forzar una crisis que justifique sus verdaderas intenciones, “independencia ahora”. Esta es la razón por la que vemos como la alianza usa diferentes medios, formales e informales, para adelantar sus estrategias, entre estas, normalizar términos que son incompatibles con nuestra relación con los Estados Unidos, por ejemplo, el socialismo.
El contraste es evidente. Estadidad, pero después… cuando se hace campaña bajo el lema de Estadidad ahora vs. La independencia no llegará pronto… mientras traman la estrategia para forzar una crisis que provoque la independencia. Seguramente van a salir algunos tratando de decir que los americanos jamás permitirían algo así… bueno… les adelanto mi respuesta, “are you willing to put your money where your mouth is?” No soy apostador, ni nada por el estilo, pero ese soy yo.
La existencia de este contraste es una amenaza real y existencial para los que realmente creemos que la estadidad es la mejor garantía de un mejor futuro para los que vivimos en esta isla.
De eso se trata este ciclo electoral.