¿Quiere saber por qué las encuestas de la revancha electoral entre el presidente Biden y el expresidente Trump reflejan un margen tan pequenõ entre uno y otro? Pues, todo parece reducirse a aquello que dijo James Carville en el 1992, “it’s the economy, stupid”.
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57 %: esa es la proporción de estadounidenses que calificaron la economía como buena o excelente en enero de 2020, justo antes de que la pandemia de COVID-19 causara estragos a nivel mundial. Esa cifra, extraída de una encuesta del Pew Research Center, refleja un hecho clave que da forma a la contienda electoral: la mayoría de los estadounidenses recuerdan la presidencia de Donald Trump y recuerdan una economía que les convino.
¿Y hoy? En la encuesta más reciente de Pew, solo el 28 % califica la economía como buena o excelente. Hay que poner en perspectiva el hecho de que ese porcentaje refleja una gran mejora con respecto a lo que reflejaba la encuesta a principios del 2023, pero todavía está muy lejos del positivism que reflejaba hace cuatro años.
Algunas personas miran el sólido apoyo que Trump obtiene de sus partidarios más comprometidos y se desesperan porque entienden que no ha pagado un precio por su caótica respuesta al COVID-19, los múltiples cargos criminales que enfrenta, la sentencia por agresión sexual y difamación en su contra, su respaldo al motín del 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos, etc.
Sin embargo, propongo que las cifras económicas proporcionan evidencia de lo contrario: Trump ha pagado un precio. Si fuera un candidato común y corriente y no cargara con el peso de los esqueletos que le persiguen, con toda probabilidad tendría una ventaja sostenida frente a un incumbente que ha luchado contra una alta inflación, bajos índices de aprobación y preocupaciones sobre su edad. El hecho de que las encuestas los pongan a escasos puntos porcentuales mide cuánto le pesa a los electores el carácter y el comportamiento de Trump.
Las preocupaciones de los votantes sobre la aptitud de Trump para el cargo no desaparecerán. En todo caso, la atención sobre sus problemas legales probablemente se intensificará desde ahora hasta el día de las elecciones, especialmente si alguno de los cuatro casos criminales en su contra llega a juicio. Las encuestas varían sobre el impacto que tendría una condena criminal en el apoyo a Trump, pero no hay duda de que provocaría que algunos votantes ambivalentes le retiraran el apoyo o desistieran de verlo como alternativa.
Por el contrario, la carga de las preocupaciones sobre económia que pesa sobre los ombros de Joe Biden ha comenzado a aliviarse.
Antes de continuar, hay que tener en cuenta una advertencia crucial: vivimos en una era de hiperpartidismo. Como escribió recientemente el analista político Lee Drutman, Estados Unidos tiene un electorado 40-20-40: el 40 % está firmemente arraigado en cada lado, y el 20 % restante son en su mayoría votantes con poca información que no prestan mucha atención a las noticias y solo a veces vota. No hay casi nada que Trump o Biden puedan hacer para cambiar la opinión del 40 % del otro lado. En cuanto al 20 % restante, sí importa cómo se sienten acerca de sus circunstancias económicas. No es lo único, pero es algo sumamente importante para ellos.
Desde finales del año pasado, las percepciones de la economía han comenzado a mejorar. El índice de confianza del consumidor publicado el pasado martes, proporciona la evidencia más reciente. El índice ha aumentado ahora por tercer mes consecutivo y se sitúa en su punto más alto desde diciembre de 2021.
El aumento de la confianza del consumidor en enero probablemente reflejó una inflación más lenta, la anticipación de tasas de interés más bajas en el futuro y condiciones de empleo generalmente favorables. Los consumidores están empezando el año con buen ánimo respecto a sus finanzas actuales.
En teoría, eso debería ser cierto: la mejoría en la opinión de los potenciales electores sobre la economía debería brindar impulso a la candidatura de Biden.
Algunas encuestas han comenzado a mostrar ese impulso. Una encuesta de la Universidad de Quinnipiac publicada el pasado miércoles, por ejemplo, mostró que Biden obtenía una pequeña ventaja sobre Trump, 50 %-44 % a nivel nacional, en un enfrentamiento hipotético. En diciembre, la encuesta de Quinnipiac tenía a ambos esencialmente empatados.
Las encuestas de Quinnipiac han tendido a ser un poco más favorables a Biden que el promedio, y otras encuestas recientes no han reflejado un repunte para el presidente. Una encuesta de CNN publicada el jueves pasado reflejaba a Trump con una pequeña ventaja, 49 %-45 %, sin cambios respecto a este otoño.
Una de las razones por las que las mejores noticias económicas no le han dado a Biden más beneficios es que algunos distritos demócratas importantes no lo sienten del todo. Esto es especialmente cierto en el caso de los estadounidenses más jóvenes.
Entre los demócratas veinteañeros, por ejemplo, solo 1 de cada 4 ve la economía de manera positiva, según la encuesta de Pew. La proporción que tiene una opinión positiva fue aproximadamente 1 de cada 3 entre los demócratas de entre 30 y 40 años, más de la mitad entre los de 50 a 64 años y el 70 % entre los de 65 años o más, según la encuesta. Los republicanos en general tienden a ver la economía de manera negativa, lo que refleja el impacto que el partidismo tiene en las percepciones económicas.
Las razones por las que los estadounidenses más jóvenes podrían tener una visión más negativa no son difíciles de comprender: los jóvenes tienden a tener ingresos más bajos porque recién están comenzando sus carreras, y los hogares de bajos ingresos sienten un impacto más agudo por los precios más altos como consecuencia de la inflación. Los más jóvenes también tienden a tener menos ahorros y menos seguridad laboral, lo que los hace más susceptibles a los problemas económicos. Quienes son padres enfrentan altos costos por el cuidado de sus hijos. Además, las tasas de interés más altas que la Reserva Federal ha utilizado para reducir la inflación tienen un impacto especialmente severo en los jóvenes porque hacen que comprar una casa sea mucho más difícil.
Si la Reserva Federal reduce las tasas de interés a finales de este año, como se espera que lo haga, parte de ese dolor económico podría disminuir. Eso será importante para Biden, quien se beneficiaría enormemente de una fuerte participación entre los votantes jóvenes de tendencia demócrata.
La señal más reveladora de que la economía no está perjudicando tanto a Biden como antes es que los republicanos no hablan tanto de ello. Entre los votantes republicanos, la economía ya no es el principal tema de preocupación. En su lugar, la inmigración y la frontera han pasado a la cima, según muestran encuestas recientes.
En este momento, las preocupaciones sobre la inmigración afectan fuertemente al Partido Republicano: los votantes en los principales estados indecisos dicen que confían más en los republicanos que en los demócratas para manejar los problemas en la frontera, y el partido está haciendo todo lo posible para mantener el tema en primer plano. Ese es el ímpetu político detrás del esfuerzo de los republicanos de la Cámara de Representantes para destituir al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro N. Mayorkas.
Pero la inmigración es un tema mucho más polarizante que la economía; después de todo, casi nadie está a favor de una inflación alta, pero muchos estadounidenses sí están a favor de la inmigración. Durante la presidencia de Trump, los votantes retrocedieron ante sus duras políticas hacia los inmigrantes, especialmente la separación de los niños de sus familias. Los demócratas esperan que la falta de voluntad de los republicanos para llegar a acuerdos sobre la legislación fronteriza repercuta en su beneficio.
Es posible que el estado de la economía nunca sea una ventaja para Biden, pero si la mejora de la opinión sobre la economía a nivel nacional hace que el tema pase de ser un problema importante a algo cercano a neutral, los demócratas habrán logrado un objetivo importante.