No sé si usted se ha puesto a pensarlo, pero aquí, en este país sujeto a las más raras de las rarezas, presumimos de tener mucho dinero mientras nuestras agencias viven en la más absoluta precariedad. Y me explico.
Antes de abandonar su cargo, Francisco Pares presumía ante los contribuyentes lo abultado de los recaudos. Afirmaba a finales del pasado año que la isla estaba a punto de recibir la mayor cantidad de recaudos en la historia del fisco. Dinero por todas partes que, en el mundo al derecho, debería funcionar para atender las necesidades de los ciudadanos. Garantizar servicios donde hagan falta y acercar al país un escenario óptimo, alejado de la precariedad de más de una década de recortes y austeridad. Pero no. La realidad diaria nos recuerda que tener mucho dinero en la cartera no es equivalente a tener mucho dinero para usar. Al menos no en el mundo que nos ha tocado vivir con la todopoderosa Junta Fiscal que se nos dice que supervisa pero en realidad controla.
Mire nuestro escenario local, desde lo más sencillo hasta lo más complejo y podrá confirmar que tenemos mucha plata pero no el permiso para gastarla. Tome el caso del cazador desaparecido en Isla de Mona. Aunque el Departamento de Recursos Naturales asumió de inmediato la responsabilidad primaria de la búsqueda, poco tiempo tendría que pasar para que el país tuviera claves adicionales sobre la precariedad de la agencia. Los vehículos siguen sin mantenimiento adecuado. Lo mismo que ocurría hace unos años cuando otro incidente requirió la activación del personal de la agencia para iniciar una búsqueda en Mona. No es para menos, según reportó hace unos años el desaparecido periódico digital Diálogo, de la Universidad de Puerto Rico, Recursos Naturales tenía en 2016 poco más de $8 millones de dólares en presupuesto operacional. Tras la llegada de la Junta Fiscal la agencia ha experimentado recortes constantes que han llevado su presupuesto actual a cerca de $1 millón. A eso añada que esa dependencia fue fusionada en 2018 a la Junta de Calidad Ambiental, de esa forma “pasando por agua” los poderes de ambas agencias, ahora solo una, y sin chavos.
De Recursos Naturales pasemos a hablar sobre la Universidad de Puerto Rico. A pesar que el indudable principal centro decente del país no es responsable de la deuda de la isla, la Junta de Control Fiscal le ha quitado $700 millones, o lo que es igual, más de la mitad de su presupuesto. Tras más de una década sin aumentos salariales, la matrícula de la Hermandad de Empleados Exentos no docentes ha aprobado un voto de huelga luego que la Junta se negara a aprobar el desembolso de un bono de $3,000 que ya ha sido ratificado por la administración. La Junta se ha negado además a ratificar los términos del convenio colectivo que ya ha sido acordado con la gerencia de la institución.
De allí, pasemos a Centro Médico, en donde otro voto de huelga amenazaba en estos días con paralizar parte de las operaciones de la institución. ¿La razón? La Junta Fiscal no aprobaba la mejora salarial que requieren los empleados que denuncian estar mal pagos y estar expuestos a un escenario laboral de escasez de recursos y mano de obra, provocada precisamente porque no hay dinero suficiente. Dinero que no hay para la adecuada operación del hospital y garantizar el personal adecuado, pero sí hay en Hacienda, guardado, posiblemente para el pago a bonistas.
A todo lo anterior, cuente el caso del Departamento de la Familia. Su secretaria, Ciení Rodríguez, lleva meses conversando con los integrantes de la Junta para convencerles de lo evidente para cualquiera que viva en la isla: no hay recursos suficientes para atender el número creciente de viejos y viejas abandonados en hospitales o solo en sus hogares. Abandonados por familiares que han abandonado la isla y no están aquí para cuidar de ellos. Según Rodríguez, solo para el próximo año fiscal hacen falta $40 millones adicionales solo para ese asunto. Dinero que podría salir de los “recaudos históricos” de los que presume el Estado en plan mirar pero no tocar. Que nos llueve el dinero pero no nos toca. Lo que tiene la vida en tiempos de la Junta.