El ritmo del envejecimiento poblacional en Puerto Rico durante la última década es motivo de reflexión. Aunque el envejecimiento poblacional no es nuevo y ha sido señalado anteriormente, durante la pasada década, del 2010 al 2019, el número de personas de 60 o más años aumentó de 760,075 a 888,786. Es decir, las personas mayores de 60 años constituyen hoy el 27 % de la población puertorriqueña. Si a ello le sumamos la disminución del 14.3 % en la población de 0 a 14 años para el mismo periodo, podemos entender el cuadro del aumento desproporcional de la población de adultos mayores que presenta el país.
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Recientemente han trascendido públicamente noticias sobre el abandono de pacientes en hospitales públicos y privados de Puerto Rico —en su mayoría adultos mayores de 60 años o más— que evidencian, precisamente, la ausencia de una visión y un entendimiento real de nuestra situación poblacional. Para tener una idea, del 2017 al presente, se han reportado 3,763 de casos de abandono y, durante el año fiscal corriente, cerca de 500. La inhumanidad que esta estadística proporciona tiene que llevarnos a la acción inmediata.
Hace poco más de dos décadas la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció la urgente necesidad de adoptar una nueva visión sobre el envejecimiento mediante el establecimiento de políticas públicas que reconozcan al adulto mayor como un ser productivo que aporta al quehacer socioeconómico de su entorno.
En Puerto Rico para lograr una nueva política pública con relación a los adultos mayores, es necesario comprender esta realidad estadística, pero sobre todo social. Es necesario que el Departamento de la Familia tenga primero la voluntad de reconocer la crisis en los servicios y atención de los adultos mayores, proveerles los recursos para atender las emergencias y las violaciones a leyes que los protegen los, promover la eliminación de los estereotipos y discrimen en el mercado laboral y que los servicios de salud sean accesibles y de calidad. Sobre todo, es importante reconocer el envejecimiento de la sociedad, su vinculación con la pobreza, la desigualdad social y la emigración desde una compresión comunitaria de esta realidad. Solo así transformaremos y reconstruiremos una visión de sociedad en defensa de los adultos mayores.