Suena fuerte, ¿verdad? El termino narcoestado ha sido utilizado en la historia al momento de hablar de países como Colombia, México, Haití, países africanos y otros tantos. La palabra no tiene una definición única, pero se utiliza para referirse a países con gobiernos débiles, fallidos, con sociedades violentas, comunidades con problemas sociales, funcionarios fácilmente corruptibles y cuyas economías son inyectadas por el dinero que proviene del trasiego de drogas. ¿Cumplimos con todos, algunos o ninguno de estos criterios?
La discusión pública, con poca fuerza en esta ocasión, sobre si somos o no, surge tras el asesinato de un policía el viernes pasado y la reacción que exhibió el estado posterior a los hechos.
En lo personal, me hice la pregunta con la que titulo este escrito tras entrevistar el lunes al Comisionado de la Policía, en medio de la búsqueda del hombre que fue arrestado ese mismo día en la noche y al que se le vincula con el suceso. En la entrevista que le hacía en nuestro programa radial mañanero “Primer Round” por Magic97.3FM le pregunté a Antonio López si la estrategia que estaban ejecutando en ese momento consistía en “calentarle los puntos” a los caseríos metropolitanos con un estado de sitio, para obligarlos a entregar al sujeto que era buscado. No esperaba que me reconociera la obvia estrategia. Pero sí, me dijo abiertamente y sin titubeo que allí (en los residenciales) no volverían a vender drogas hasta que no le entregaran al llamado “CDobleta”. Es decir, la máxima autoridad en el aparato de seguridad del estado anunciaba que la continuación del negocio de la droga dependía de una condición. Y así fue, arrestaron al sujeto y se reabrieron los puntos, con el permiso del gobierno.
No estoy criticándolo por hacer la expresión que hizo. Al contrario, habría que agradecerle su sinceridad para así abrir una necesaria discusión pública, honesta, que incluya temas como la legalización o estrategias alternas para que continúe por otro rumbo la derrotada guerra contra las drogas.
Entonces, vuelvo a preguntar, ¿somos un narcoestado? Mirándolo desde este evento y otros, sí.
¿Cuáles son estos otros eventos? Una economía informal mayormente proveniente de negocios ilegales que sostiene al país, funcionarios susceptibles a ser “comprados” como lo demostró el caso de Oscar Santamaría que fue sentenciado ayer, un trasiego de drogas legitimado por el gobierno que conoce cómo, cuándo y dónde ocurre, y una sociedad altamente violenta en la que, casi a diario, mueren personas vinculadas a ese mundo.
Abrir una conversación pública sincera es posible. ¿Quién hubiese dicho hace 15 años que la marihuana iba a ser legal en Puerto Rico? Y sí, digo legal, porque el tape de lo medicinal no se lo cree nadie. La marihuana la venden al lado de las farmacias y supermercados, con permiso del gobierno, con licencias expedidas por el gobierno que se obtienen más fácil que cualquier otro trámite ante cualquier otra oficina pública, y hasta seguridad de compañías privadas certificadas por el gobierno tienen en sus puertas. Hace 15 años esa escena era impensable y el tema solo se soñaba entre los estudiosos del tema o en los conciertos de Cultura Profética.
Sin embargo, sospecho que esa discusión no se dará por el momento. Casi todos los días matan gente y pocas veces se nota una ofensiva como la que vimos el pasado fin de semana. Pero aceptémoslo, somo un narcoestado al menos incipiente y mirar hacia el otro lado no es la opción.
Por lo pronto, CDobleta está preso por un delito que nada tiene que ver con la muerte del policía, aunque ya, me imagino, para el público es culpable. ¿La prueba? Ante el ojo público, por ahora, una canción. Así resolvemos los problemas y seguimos la cotidianidad en una burbuja que cada vez tiene más agujeros.