El déficit demográfico que enfrenta Puerto Rico es real. Los números no mienten. Nuestros jóvenes y profesionales prefieren hacer familia en otros estados, pues allí encuentran libertad para emprender, seguridad para vivir y confianza para levantar una familia próspera.
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Esto, y otros problemas de gran envergadura, como la ineficiencia gerencial del gobierno, la corrupción y la falta de libertad para emprender hace que Puerto Rico se encuentre en una de las encrucijadas más importantes de su historia moderna.
Para revertir el patrón de perdida demográfica se requiere de una visión que nos encamine a un Puerto Rico que atraiga a esos jóvenes que se han marchado, reteniendo a aquellos que están considerando hacer familia y prosperar en Puerto Rico. Es tan sencillo como entender que la demografía sigue los empleos y otras oportunidades sociales que ofrecen calidad de vida, ya sea que esas oportunidades estén vinculadas a los medios de vida, parentesco, desplazamiento de migrantes o la disponibilidad de bienes.
Por décadas se han considerado múltiples áreas de oportunidad económica en Puerto Rico. Fomentar un sistema eléctrico que no sea un lastre para el desarrollo económico, un sistema de permisos simplificado, un sistema contributivo justo y estable tanto para individuos como empresas, un sistema de salud efectivo y un sistema de educación que sea capaz de cautivar el corazón y los sueños de nuestros niños y jóvenes. Asuntos que no han sido resueltos a causa de una polarización que ha agrupado a los puertorriqueños en bandos de desconfianza, divididos por ideologías de estatus que predominan sobre decisiones económicas, infiltrados por la corrupción y el amiguismo en los círculos de poder Paritod Nuevo Progresista (PNP) y Partido Popular Democrático (PPD).
Lo cierto es que el peor desastre que ha pasado por nuestra Isla son las administraciones alternadas PNP/PPD durante los pasados 26 años. La pregunta obligada que queda por contestarse en las urnas es si luego de un desastroso historial de alternancia partidista en el gobierno, los electores pueden confiar una vez más en los que les han fallado.
Cualquiera que sea el gobierno entrante deberá implementar una reingeniería del gobierno, sana gobernanza y honestidad en el manejo de fondos para hacer de la gestión pública una ágil y eficiente, que sea capaz de brindar servicios más efectivos a un menor costo. Pero eso no será suficiente para sacar a Puerto Rico de sus problemas. Como partido entendemos que no hay otra opción para Puerto Rico que expandir su producción y comercio, generar mayores ingresos, así como reconfigurar nuestra economía sobre un sector privado fortalecido.
Es aquí donde radica una importante diferencia entre Proyecto Dignidad y los demás partidos. Nuestras iniciativas de desarrollo económico y social parten del objetivo de crecer y expandir el rol del sector privado en el quehacer económico y social de PR, entendiendo por sector privado tanto las comunidades como las empresas. Nuestras iniciativas se orientan a las necesidades y oportunidades de estos sectores.
Los demás partidos se orientan hacia y desde la perspectiva del gobierno. Todos y cada uno de ellos podrán adoptar el discurso de boga de economía de mercado, pero al final, todos proponen un gobierno más grande, burocrático, benefactor e impositivo. Ese tipo de gobierno lo hemos experimentado desde mediados del siglo pasado y nunca hemos visto una administración gubernamental enfocada realmente en transformar el gobierno en esa dirección.
Cada uno de los demás partidos mantendrá la preeminencia del gobierno, para que continúe interviniendo inefectivamente toda actividad en nuestra sociedad, lo que da poder a sus políticos-administradores, genera el amiguismo y mantiene a más del 40 % de nuestra población bajo los niveles de pobreza. Pregúntense ¿porque si tenemos el índice de desempleo más bajo, y según el gobierno Pierluisi/Gonzalez nuestra economía proyecta crecimiento, más del 40 % de nuestra población sigue bajo los niveles de pobreza?
Todos los demás partidos lanzan propuestas económicas de carácter ideológico, que solo son aspiraciones, para supuestamente impulsar la economía, sin maximizar herramientas de desarrollo que hoy están disponibles. Ninguno discute con seriedad los efectos de una estadidad para el territorio quebrado de Puerto Rico, desentendiéndose totalmente de los ajustes económicos y estructurales gubernamentales necesarios para llegar a ese estatus. Por otra parte, otros ofrecen una independencia con ciudadanía americana y fondos federales, desentendiéndose de los profundos ajustes económicos y poblacionales que la independencia conllevaría.
Esta es la conversación que tiene que darse en Puerto Rico de cara a las elecciones. Es necesario que se evalúen las propuestas en conjunto con la capacidad y experiencia de cada uno de los candidatos para administrar y gerenciar el gobierno. Hay 4 candidatos entre el PNP y PPD que han sido parte integral de los gobiernos que nos trajeron a la quiebra y con el impacto negativo en el déficit demográfico que experimentamos. El candidato de la alianza ha sido un político de carrera sin experiencia en la empresa privada y sin historial alguno que demuestre su capacidad administrativa o gerencial en los asuntos públicos. Es momento de un cambio certero y seguro a un candidato que traiga al ruedo experiencia efectiva en la empresa privada y un historial administrativo/gerencial probado. ¡Adelante, con fe!