Opinión

Puerto Rico y el reto demográfico

Lee aquí la columna del vicepresidente del Proyecto Dignidad.

Cuando escucho los retos demográficos que tiene Puerto Rico pienso en que somos una sociedad cuya realidad no hemos comprendido cabalmente. Vivimos en negación, y esa negación lleva a muchos a pensar que, poblacionalmente, vivimos en el mismo Puerto Rico de los años 90. Nuestra realidad se ha transformado ante nuestros ojos, pero somos incapaces de verla, aunque todos los días nos da en la cara.

Todos los días nos da en la cara que nuestra población de estudiantes en la escuela pública se ha reducido de 800 mil a menos de 200 mil. Sin embargo, el presupuesto del Departamento de Educación llega a casi 6 billones de dólares y para el próximo presupuesto están solicitando un aumento aproximado de 490 millones de dólares adicionales. Una cosa no cuadra con la otra.

En la escuela privada el descenso poblacional es innegable. En las últimas dos décadas han cerrado más de 21 colegios privados de amplio reconocimiento e historia en Puerto Rico. Este cierre de escuelas y colegios impacta negativamente la vida comunitaria, afectando la movilidad social y económica de todo el entorno.

De la escuela pasamos a la universidad, donde claramente hay una tendencia que algunos catalogan de irreversible. A finales de la década de los setenta el recinto de Río Piedras tenía una matrícula de cerca de 25 mil estudiantes. Hoy, todo el sistema de la Universidad de Puerto Rico esta cercano a los 25 mil estudiantes. Nuestros campus están desérticos y para muchos el problema se resuelve exclusivamente dándole más dinero al sistema.

Vivimos la realidad de un país donde hay alrededor de 2,000 centros de cuido para adultos mayores, más del doble que escuelas públicas. Puerto Rico es tercero entre las jurisdicciones de Estados Unidos en longevidad. Tenemos una mediana de edad de 44.8 años, que solo es superada por las Islas Vírgenes (45.9) y Maine 45 años. El 30.2 % de la población de Puerto Rico tiene más de 60 años. Hay 410 mil adultos mayores en el Programa de Ayuda Nutricional (PAN), lo que implica que son personas que viven bajo el nivel de pobreza. De esos 250 mil viven solos, según el Censo, y la mitad, necesitan estar bajo diferentes niveles de cuidado.

A mi me parece que esa realidad pocas personas la comprenden, pero el problema es que la realidad esta ahí y no depende de que la comprendamos o la reconozcamos. Y es que, aunque la realidad nos da en la cara todos los días, continuamos haciendo gobierno y mirando hacia el futuro como si Puerto Rico no estuviera a 16 años de perder 800 mil personas más, según se proyecta para el 2040. Siendo esa pérdida de población más marcada en niños menores de 18 años, así como profesionales educados. Claramente estamos ante una sociedad que dejó de perder población, mayormente por la migración, a una sociedad que pierde población por la baja natalidad.

Y Yo me pregunto, ¿se tomó en consideración esta realidad cuando se negoció la deuda de COFINA y de los bonos generales de Puerto Rico? ¿Se ha tomado en consideración al momento de restructurar la deuda de la AEE? ¿Se tiene presente al momento de tomar decisiones sobre aumentos de salarios, beneficios laborales, reglamentación de permisos, zonificación, desarrollo de infraestructura, etc?

Todo lo anterior nos llama a tener que transformar la manera en que organizamos nuestro gobierno, hacemos negocios, nos educamos, vivimos en comunidad y abordamos nuestros sistemas de salud y seguridad. Revertir el declive poblacional de Puerto Rico requiere de una expansión de la economía que genere trabajos mejor remunerados, expanda la clase media, aumente la participación laboral y reduzca los niveles de pobreza.

Es necesario implementar medidas dirigidas a limitar la intervención gubernamental, haciendo del Gobierno uno más eficiente y ágil, implementando una reingeniería de la administración pública. A su vez, requiere de una transformación en la visión de cómo administramos nuestros sistemas de salud, educación y seguridad.

Tenemos que mejorar la calidad de vida en Puerto Rico. Hasta que en Puerto Rico no crezca la clase media, se aumente la participación laboral y se reduzcan los niveles de pobreza, no se puede hablar de progreso o de éxito. No tenemos otra opción.

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