La entrada de Proyecto Dignidad al ruedo político le guste a usted o no, ha cambiado la narrativa política en Puerto Rico. Proyecto Dignidad ha logrado que el conservadurismo esté de moda en Puerto Rico. Entiéndase por conservadurismo, por un lado, la defensa de las libertades individuales como la libertad de expresión, libertad de conciencia, libertad religiosa, libertad de los padres a educar a sus hijos conforme a sus principios y valores, todas ellas enmarcadas dentro de la defensa férrea del derecho a la vida.
Y por otro, la defensa de la libertad de empresa, la propiedad privada, así como el que se fomente una administración gubernamental eficiente, con un rol del estado limitado. En donde se reduzca la burocracia y se agilicen los servicios, buscando como resultado una reducción de las cargas reglamentarias e impositivas del gobierno sobre la ciudadanía para que la persona, la familia y la comunidad se tornen en los actores principales de la gestión de país. Todo lo anterior enmarcado en una propuesta política coherente.
Así, la claridad de las posturas de Proyecto Dignidad, y su efectividad en defenderlas desde sus escaños en la legislatura, ha hecho mella sobre el discurso político tradicional en Puerto Rico, donde los partidos PNP/PPD se han convertido en una mogolla discursiva, sin coherencia ideológica alguna, mas allá de repetir los mantras de la estadidad y el ELA.
Por ello, miles de electores han decidido romper filas con sus partidos tradicionales y hoy militan dentro de las filas de Proyecto Dignidad. Personas identificadas tradicionalmente con el partido popular han tomado la determinación de apoyar a Proyecto Dignidad porque ven en nuestra colectividad una defensa de esas libertades en conjunto con una justicia social en donde el estado no es el actor principal de ella, sino que es el empoderamiento de la persona, la familia y la comunidad los que pueden verdaderamente lograr construir un entorno más justo con la pasión que nace del corazón de servicio y cuidado a los más vulnerables. Convencidos que si el motor de la justicia social esta fundamentado en un programa gubernamental burocrático, sabemos lo que pasa, no se alcanza la justicia y se desborona la sociedad. Sin embargo, cuando la justicia social nace de los corazones de la gente, con la pasión y la libertad de emprender sueños para mejorar nuestros entornos, sin la intervención innecesaria del estado, se construye futuro.
Hoy miles de personas que han militado en el PNP rompen filas partidistas y respaldan a Proyecto Dignidad, porque saben que en nuestra colectividad hay una coherencia de pensamiento sobre el conservadurismo político que en el PNP hace tiempo está ausente. Solo hace falta ver una reciente aparición de varios de los candidatos de esa colectividad al senado por acumulación en un programa prime time de análisis político. Dentro de la garata que se formó, en donde no se dejaban hablar unos a otros, se disparaban propuestas incoherentes una de las otras, viajando desde el espectro liberal de izquierda hasta el conservador. Esa falta de coherencia y de consistencia en mantener las convicciones por encima de los resultados electorales son las que han abierto las puertas a muchos dentro del PNP a reconocer la valentía y el arrojo de los candidatos electos de Proyecto Dignidad en ser claros en lo que se cree y lo que se promueve.
Nadie puede acusar a los candidatos de Proyecto Dignidad de abrazar esta narrativa por causa del populismo. En las elecciones del 2020, cuando los candidatos políticos no se atrevían ni a tocar con un a vara larga los temas del aborto y la ideología de género, Proyecto Dignidad los trajo al centro de la discusión. El augurio era que nos causaría la derrota, fue todo lo contrario. De la misma manera, durante todo este cuatrienio, nuestras funcionarias electas en la legislatura, Joanne Rodríguez Veve y Lisie Burgos, han asumido posturas claras y diáfanas en favor de las libertades individuales, la vida, la libertad de empresa y en contra de una política pública de un estado altamente burocrático y limitante.
A su vez, el candidato a la gobernación por Proyecto Dignidad, Javier Jiménez, guiado por la convicción de que el PNP, donde militó por décadas, y bajo cuya insignia ha sido alcalde de San Sebastián, decidió romper filas y moverse a nuestra colectividad, pues las convicciones van por encima de los partidos políticos. Convencido por el testimonio de la historia de que los partidos políticos vienen y van, pero las convicciones, y el deber cumplido, nos persiguen hasta la eternidad. Esta es la fuerza, el poder que viene activando a la gente en Puerto Rico a unirse a nuestro partido.
Seamos valientes, ha llegado el tiempo de pasar de la narrativa a la acción. Esa acción se define mediante el respaldo al partido y sus candidatos que con entereza de carácter y firmeza de convicciones pone sus talentos para generar cambios con una visión clara y coherente del futuro que queremos construir. Para aquellos que defienden los principios conservadores, solo hay un partido en Puerto Rico que ha demostrado decirlo y hacerlo. Actívate y respalda a Proyecto Dignidad. ¡Adelante, con fe!