Pedro Pierluisi acaba de convertirse en el sexto gobernador de un solo término. Esta seguidilla de la política puertorriqueña del siglo veintiuno sólo fue interrumpida por dos gobernadores de medio término: Ricardo Rosselló y Wanda Vázquez, que fueron descartados al igual que los demás.
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¿Por qué?, se preguntan los opinionólogos del país. Los apagones de LUMA, es la respuesta unánime a boca de jarro. Ciertamente, el gobernador Pierluisi fue el promotor, defensor e implantador de LUMA como privatizadora del sistema eléctrico del país. Por tanto es inevitable pensar que en alguna medida la primaria se convirtiera en un plebiscito sobre LUMA. En cuyo caso la derrota aplastante de Pierluisi no debe sorprender a nadie.
Pero la derrota de Pierluisi se debe a mucho más que el disgusto con los apagones de LUMA. Durante las protestas sindicales de febrero de 2022 escribí una columna que titulé “Pierluisi ha renunciado”. Argumentaba entonces que:
Decirle a los policías y bomberos en respuesta a sus justos reclamos salariales y de retiro digno que no están obligados a seguir en esos puestos demuestra una insensibilidad e insensatez típica de pequeños tiranos y niños malcriados. Esa no es una respuesta digna de un gobernante en una democracia, donde la autoridad moral, intelectual y ética son condiciones del liderato institucional. Si fuera rey pasaría a la historia como Pedro el minúsculo, porque ni a Pedro el cruel llegaría. Lo suyo no es crueldad, es la soberbia de un impotente. El puesto de gobernador le ha quedado tan grande que nos ha mandado a todos a la parte más lejana del barco. Si no les gustan sus condiciones de trabajo, no fastidien, hagan otra cosa o váyanse del país, parece decirnos sin empacho. Curiosamente no les dijo lo mismo a los alcaldes de Guaynabo y de Cataño, que no protestaron pidiendo mejores salarios sino robaron para aumentárselos.
No fue LUMA la causa de la derrota de Pedro el Minúsculo. Tampoco fue el populismo de Jenniffer González, la trumpista madre de familia y cristiana ferviente que hoy se distancia de los más de veinte años de participación en los gobiernos del PNP. La derrota de Pierluisi se explica por su arrogancia y desprecio por sus electores. Como dije también en febrero de 2022: A poco más de un año de su elección, Pierluisi ha renunciado a enfrentar los problemas del país con decoro y con aplomo. Su aporofobia (odio a los pobres) es más fuerte que su ambición. Como no hay vocación, ni verticalidad moral, las protestas del populacho de carros destartalados y de maestros, policías, bomberos y enfermeras/os que viven en la frontera de la indigencia revela su apocamiento; se achicopaló. El hombre tiene mucha parsimonia, pero muy poco temple.
Los electores del PNP, su pueblo, le pasaron la factura. Los de los carros destartalados, las largas esperas y círculos de oración en Centro Médico, que viven con el alma en un hilo de mes a mes haciendo de tripas corazones no le compraron el cuento de que las cosas estaban pasando. Ellos contrastaron los anuncios con su realidad material mientras observaban atentos el desfile de corruptos en la corte federal: los primos de Pierluisi, Ángel Pérez, Tata Charbonier, El Cano Delgado, Raymond Rodríguez (J.R. Asphalt), Wanda Vázquez.
Los PACs millonarios, el botín mal habido de 5 millones para su campaña, los fotutos de las redes y los anuncios engañosos no fueron suficiente para borrar el sentimiento de abandono de los electores del PNP. Con su aplastante derrota Pedro Pierluisi pasa a ser parte del panteón de la kakistocracia que llevó al país al colapso político-económico. Será una momia más de esa fracasada casta gobernante.