En medio de los escándalos que nos abruman a diario, la luz, el conteo de votos de las primarias, el crimen, las excarcelaciones en el sistema carcelario y las reconciliaciones de cara a las Elecciones Generales, entre otros asuntos, hay un tema que pasó por lo bajo y es crucial para el país. Se trata de la extensión en la estadía de la Junta de Control Fiscal en Puerto Rico. Una extensión autoproclamada recientemente y que ha tenido poca resonancia.
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Resulta que después que numerosos políticos en el poder nos han hecho creer que los tiempos de la Junta de Control Fiscal federal están por acabarse, su director ejecutivo anunció, el pasado 5 de junio, que no se ha cumplido con la clausula de la Ley Promesa que dispone que la salida de ese organismo de supervisión federal ocurriría una vez se hayan aprobado cuatro presupuestos balanceados de manera consecutiva. Entiende Roberto Mujica que la ley federal dispone que esos presupuestos “perfectos” tienen que ser aprobados por las tres partes en juego (Junta, Legislatura y Ejecutivo) y que eso no ha ocurrido, pues los pasados presupuestos han terminado siendo imposiciones unilaterales de la Junta y no aceptados en buena lid por las dos ramas del gobierno puertorriqueño con jurisdicción en el tema fiscal.
Esa interpretación de Mujica sobre la Ley federal PROMESA, que permitió la creación de la Junta de Supervisión Fiscal, contrasta con el discurso de numerosos lideres, particularmente del PNP, que nos han hecho entender que vamos a salir de ellos pronto. De hecho, el gobernador Pedro Pierluisi reaccionó sorprendido a la expresión reciente de Mujica.
Con ese anuncio, que ha hecho el director ejecutivo de la junta federal, estamos destinados a tener, por lo menos, cuatro años mas de ese organismo en nuestras vidas, por lo que ahora se convertirá en promesa de campaña del ciclo electoral del 2028 sacarlos o no.
El mensaje de fondo de Mujica es el típico discurso de la metrópoli o del colonizador, ustedes no pueden hacerlo solos. O peor aún, nos están queriendo decir que somos unos nenes chiquitos que no nos portamos bien sin supervisión. ¡Habrá gente que luego de leer esto diga, pero tienen razón! Quizás. Pero quienes dicen eso, típicamente piensan que nunca el nene será capaz de comportarse sin supervisión y eso es peor. Ese doble proceso colonizador que ha experimentado Puerto Rico con la Ley PROMESA, después del evento del 1898, cala negativamente en nuestra siquis colectiva.
Lo que deben recordar Mujica y demás miembros de la Junta de Supervisión Fiscal es que la ley que los creo bajo la presidencia de Barack Obama, no solo les daba el poder omnipotente de gobernar Puerto Rico, sino que, también les mandata buscar avenidas de desarrollo económico a largo plazo para dejar, a su salida, una economía estable conjuntamente con un aparato fiscal saludable capaz de ir a los mercados y eso no ha ocurrido. La Junta ha enfocado su interés en supervisar, regañar y alardear de su poder en la colonia, pero han olvidado su obligación legal de ayudar, que es quizás el trabajo mas difícil.
Ese deber de identificar proyectos de desarrollo económico y ayudarlos a levantarse, se asomó tímidamente en un principio. pero luego se abandonó.
Ahora que la Junta quiere seguir gozando de nuestras playas un ratito más, sería bueno que retomen, más allá de su rol regañón, la obligación que les impone PROMESA de encaminar, de manera estable, el desarrollo económico de Puerto Rico. Ah, pero que sea de verdad y no ayudando a sus amigos del alto capital como ocurrió hace unos años. Solo así, será menos traumático aguantar sus regaños de cuando en vez. ¿Qué ustedes creen?