Opinión

La tormenta perfecta y las elecciones

Lee aquí la columna del periodista y director de programación de NotiUno

Si en Estados Unidos la situación económica estaba bien, en Puerto Rico, por la relación existente, solía estar bien. Sin embargo, hace mucho tiempo esa dinámica pareciera haberse divorciado. En la década de 1990 la economía de Estados Unidos voló y la isla estaba “reguindá” de la chiringa. Construcciones de urbanizaciones, expresos, coliseos, centro de convenciones, superacueducto, etc. Mucha infraestructura con, obviamente, fondos federales. Teníamos una mejor situación que hoy.

Proyectos de infraestructura concebidos en el último tracto de la administración de Rafael Hernández Colón fueron ejecutados y/o inaugurados en la de Pedro Rosselló y obras de la administración de este, igualmente fueron culminados y/o inaugurados bajo la de Sila Calderón. Paren de contar.

Aunque hay sectores que no quieren aceptarlo, por pura motivación política e ideológica, la realidad es que la culminación de la Sección 936 sí tuvo un efecto adverso. Bajo la administración de Rosselló, y don Carlos Romero Barceló en la comisaría residente, se apoyó el movimiento congresional para “darle picota” a dicha sección. No obstante, eso era algo que iba a ocurrir tarde o temprano. ¿Qué pasó? Lo mismo que ha sido nuestra historia en décadas recientes: no se prepararon para sustituir los ingresos y los efectos económicos que la eliminación de la Sección 936 traería. ¿Sabe qué? Si el movimiento congresional que hay hoy para dar sepultura a la Ley 60 logra su cometido, se repetirá la historia: no tenemos nada ni nos estamos preparando.

Del año 2000 hacia acá Estados Unidos ha tenido altas y bajas económicas, no obstante, en Puerto Rico hemos tenido bajas y bajas. El gobierno de Aníbal Acevedo Vilá impuso lo que los mismos populares decían era lo peor de la estadidad: el sale tax. No solo lo impusieron, si no que lograron el más alto de lo que se discutía en aquel momento. ¿Sabe cuántos millones se ha recaudado del IVU? ¿Vio mejoría en la isla?

Hasta hace cerca de un año la inflación en Estados Unidos rondaba el 9 %. El Departamento del Tesoro aumentó las tasas de interés a los préstamos para desalentar de alguna manera un aspecto del consumo y logró bajar a cerca de 3 % el nivel de inflación. ¿Se ha sentido en Puerto Rico?

Mirando el aspecto económico tenemos dos realidades: la primera es que nuestra isla se está convirtiendo en un lugar complicado para vivir; y la segunda es que gran parte de la ciudadanía tiene sus prioridades torcidas. Se junta el hambre y la necesidad para la tormenta perfecta. Por un lado, lloramos porque no aguantamos la situación económica, pero nos anuncian un concierto de reggaetón, nos secamos las lágrimas y arrancamos para el Choliseo sonriendo a hacer fila, las horas que sean necesarias, para comprar los boletos. Nosotros también nos administramos mal. Uso ese ejemplo, pero hay muchos más. Repito, no son todos, pero sí son muchos los que, irónicamente, le exigen al gobierno que maneje responsablemente las finanzas, pero tienen un desastre con las suyas porque son igual de irresponsables.

En Estados Unidos ha bajado la inflación, pero en Puerto Rico jamás se va a sentir cuando se nos aumenta el costo de la energía, el agua, los alimentos, los seguros, la renta, los medicamentos, la gasolina, etc., y para colmo tampoco tenemos cultura de administrar bien en lo personal, de ahorrar, de pensar en el retiro, en el futuro. Lo peor es que todos los aumentos tienen efecto dominó en todas direcciones, pero no hacemos ajustes porque “el gobierno me tiene que…”. Sí, el gobierno tiene una responsabilidad... ¿Y nosotros? ¡También!

Estamos a cuatro meses de las elecciones y, por lo menos yo, no he escuchado a ningún candidato a la gobernación presentar un plan para bajar los costos de lo que sea. Unos más que otros, pero las expresiones han sido cosas algo genéricas. Todo es señalamientos y acusaciones de que “este gobierno te aumentó esto y lo otro…”, “el gobierno no ha hecho su trabajo…” ¿Ajá? ¿Cómo ese grito resuelve algo? ¿Qué vas a hacer tú para resolverlo?, puede uno preguntar. Nadie tiene un plan detallado sobre cómo van a hacer para detener y reversar este nivel de inflación. “¡Fuera LUMA!”, “¡Fuera los planes médicos!”, “¡Que los ricos paguen más!” puede sonar bonito, poético y hasta cierto punto música para los oídos del que tiene rabia. Pero, ¿permite esa rabia ver la montaña que puede haber detrás de la neblina en pleno vuelo? Todo suena tan fácil.

A cuatro meses de las elecciones el PNP vuelve a cometer el error de hablar de plebiscitos, cuando miles de puertorriqueños en lo que piensan es en cómo sobrevivir esta nunca vista ola de aumentos. Se me parece a cuando Pedro Rosselló forzó un plebiscito en diciembre de 1998, tres meses después del impacto del huracán Georges. Ese error se llevó enredá la estadidad. Esa historia se puede repetir el 5 de noviembre cuando fuercen un plebiscito solo para sacar a los estadistas a votar por la gobernación. Cuidado si esos electores estadistas están cansados de que los vuelvan a coger y terminen quedándose en sus casas con más coraje o saliendo a castigar. Una vez más, por la gobernación, sacrifican la estadidad como lechón en Navidad. Cada vez me convenzo más que el peor enemigo de la estadidad es el Partido Nuevo Progresista.

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