Opinión

Camino a las urnas, ¿saldrá la juventud a votar?

Lee la nueva columna de la serie "Desde otro prisma"

En poco más de tres meses la ciudadanía en Puerto Rico tendrá la oportunidad -como cada cuatro años- de presentarnos a las urnas. Mucho se especula sobre cómo se comportará el electorado; ¿aumentará la participación electoral con respecto a pasados eventos? ¿o aumentará la cantidad de personas que se abstendrán de participar? Una mirada a los datos electorales de la pasada década (2012 al 2020) nos indica que, en efecto, la participación electoral en el archipiélago puertorriqueño ha ido disminuyendo considerablemente. Para el analista de datos electorales, Manuel Álvarez Rivera, desde el 2012 al presente unas 300,000 personas menos se presentan a las urnas en cada elección, y estima que el 2024 puede no ser la excepción, según publicó en su cuenta de X.

Dentro de todas las consideraciones existentes en el comportamiento de electores, como los cambios en las modalidades del voto (íntegro, mixto, por candidatura, y write-in), o la participación del electorado por razón de género, hay una que ha tomado interés entre diversos sectores, y es la participación a base generacional. Específicamente, ¿saldrá la juventud a votar?

En las pasadas dos elecciones una proporción mayor de jóvenes entre 18 a 29 años decidió abstenerse de participar de los comicios electorales. Según los informes estadísticos de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), en el 2016 un 51% de jóvenes hábiles para votar no ejerció su derecho, mientras que en el 2020 este porcentaje se elevó a casi 53%. Es decir, en las pasadas elecciones una mayoría de jóvenes decidieron no participar del evento electoral.

Es preocupante, pues mucho se anticipó de las energías que había dejado el caliente Verano del 19 en las juventudes. Sin embargo, no se tradujo en una mayor participación de este renglón de edad en los comicios de ese noviembre.

Cuatro años después, la situación es distinta. Casi dos años de encierro pandémico pareciera haber dejado secuelas en la gente; las personas andan retomando sus vidas y proyectos individuales, mientras que la cuestión pública del país, como nuestros servicios esenciales, ha ido en notable decadencia.

Ante este panorama, la juventud en Puerto Rico tiene ante sí la difícil decisión de continuar haciendo vida en un país donde algunos sectores cuestionan hasta su derecho a recibir una compensación mínima -tan siquiera digna- que vaya a tono con el espantoso costo de vida pospandémico, o hacer maletas y abrirse camino en otras partes del mundo -quienes pueden, claro está.

Quienes decidimos quedarnos, tenemos una oportunidad de expresarnos por el Puerto Rico que queremos y merecemos, uno de oportunidades y calidad de vida para todas las personas; un país que merezca lo que la juventud, en su etapa productiva, tiene para ofrecerle. Toda adversidad o disuasión a que las juventudes participen de lo público, hay que frenarla con acciones como las que distintos grupos civiles gestan para que más jóvenes se inscriban para votar y participen del evento electoral que se avecina. El próximo 5 de noviembre tenemos una gran oportunidad.

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