Poco después del embate del huracán María en el año 2017, Donald Trump arrojó rollos de papel toalla a un grupo de personas que esperaban la respuesta gubernamental ante la catástrofe provocada por el huracán. Puerto Rico (PR) se quedó sin electricidad, sin comunicaciones y con cerca de 5,000 muertes como consecuencia del fenómeno atmosférico. En julio de 2020, el New York Times reportó que para esa misma época de la visita de Trump a PR, este había considerado “vender” a PR como parte de las alternativas consideradas para lidiar con el desastre provocado por el huracán María. Tampoco podemos olvidar que hace cinco años, durante las movilizaciones del pueblo para sacar al gobernador Ricardo Rosselló, en lo que recordamos como el verano del 19, Trump expresó que el gobierno federal actuó estúpidamente (“foolishly”) al asignarle a Puerto Rico 92 mil millones de dólares para su recuperación. Luego, fuimos espectadores de sus llamados a la insurrección en enero de 2021.
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El menosprecio de Trump hacia las necesidades del pueblo de PR es coherente con su comportamiento violento, racista, xenófobo, misógino y antiinmigrante. A pesar de esta vergonzosa trayectoria, la delegación del partido republicano de Puerto Rico endosó la candidatura de Trump para la presidencia de los Estados Unidos. La candidata del Partido Nuevo Progresista (PNP) a la gobernación, Jennifer González, que es la figura más importante del partido republicano y del PNP en PR, fue a la asamblea del Partido Republicano y votó a favor de Trump para candidato a la presidencia de los Estados Unidos.
Cualquier cosa puede pasar en las elecciones de noviembre en Estados Unidos. Tanto Trump como Kamala Harris pueden ganar la presidencia. Bajo cualquier escenario un gobierno de Jennifer González sería terrible para PR. Una segunda presidencia de Trump tendrá que ser resistida con audacia y sagacidad. González nos garantiza servilismo crónico, riéndole las gracias como hizo en el cuatrienio de 2017 a 2020. Un gobierno de Harris, cuyas promesas para Puerto Rico bajo el plan Biden-Harris ha incumplido reiteradamente, necesitará también firmeza para lograr acciones que beneficien a Puerto Rico. La identidad trumpista de González y su servilismo evitarán cualquier avance.
Solo un gobierno de la Alianza de País será capaz de enfrentar con disposición y valentía una segunda presidencia de Trump, la cual promete será mucho más autoritaria y antidemocrática. También un gobierno de la Alianza estará en mejor posición de exigir de un gobierno demócrata la reparación de los agravios del colonialismo. En ambos casos siempre contando con la fuerza y el apoyo de este pueblo cuya experiencia acumulada de luchas victoriosas —como Vieques y el Verano del 19— tiene un potencial extraordinario.