Barbosa y Muñoz Marín personifican las dos visiones de estatus que hoy día predominan entre el electorado de Puerto Rico. Sus vidas no pudieron haber sido más diferentes, pero su influencia en la visión de mundo de los puertorriqueños ha sido igualmente importante.
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José Celso Barbosa Alcalá nació en Bayamón en el seno de una familia humilde. Su padre Hermógenes Barbosa fue albañil y su madre Carmen Alcalá fue costurera, pero se esmeraron en que su hijo recibiera la mejor educación posible para que tuviera mejores oportunidades de superarse. Sabían por cuenta propia que José Celso enfrentaría dos prejuicios sociales: ser pobre y afrodescendiente. Ambos los superó con valentía y orgullo. Hizo sus estudios de secundaria en el Seminario Conciliar San Ildefonso, donde hoy se encuentra el Centro de Estudios Avanzados y del Caribe. La Universidad de Columbia en Nueva York rechazó su solicitud de admisión por racismo, pero su fuerza de voluntad le llevó a buscar otra ruta de desarrollo profesional y la encontró en la Universidad de Michigan. Allí se graduó con honores como uno de los primeros médicos afrodescendientes de esa institución. Aprendió por experiencia propia el valor de los derechos civiles y siempre lo tuvo presente en su pensamiento político. A su regreso a Puerto Rico se dedicó a la medicina y la educación, pero pronto se unió al Partido Autonomista Puertorriqueño y desde entonces asumió la carrera política. La invasión de las tropas estadounidenses en 1898 le motivó a transformar su autonomismo en anexionismo. En aquella época el gobierno federal ejercía menos injerencia sobre los asuntos internos de los estados que hoy en día, por lo que la estadidad se percibía como una forma de autonomismo y una manera de obtener mayores libertades civiles. La educación académica y política siempre fue un componente fundamental de su ideario. Por eso fundó el periódico bilingüe El Tiempo que utilizó como plataforma para educar sobre su visión de los beneficios de la estadidad. Perteneció también a una logia masónica, como tantos otros líderes prominentes de la época. Fue fundador y líder máximo hasta su muerte del Partido Republicano Puertorriqueño, principal opositor del movimiento autonomista liderado por Luis Muñoz Rivera, padre de Muñoz Marín.
José Luis Alberto Muñoz Marín, por su parte, nació en San Juan de una casta prominente. En ese momento su padre ocupaba el puesto de Ministro de Gracia, Justicia y Gobernación; una especie de primer ministro. Su madre Amalia Marín provenía de una familia de periodistas y empresarios ponceños. Tuvo acceso a una educación primaria y secundaria de primer orden, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos donde vivió varios años por razones de la profesión de su padre, el político puertorriqueño más popular de su generación. El joven Luis eventualmente seguiría sus pasos. Asistió a la Universidad de Georgetown pero no culminó sus estudios, dedicándose al periodismo, la escritura y la bohemia. Regresó a Puerto Rico a los 18 años y pronto adquirió un gran interés por la política. No se afilió al partido de su padre sino al Partido Socialista Obrero. Vivió nuevamente en Estados Unidos pero ya para la década del 30 se radicó permanentemente en Puerto Rico. Comenzó su carrera política formalmente al unirse al Partido Liberal que dirigía en ese entonces el independentista Antonio R. Barceló. Fue electo senador por ese partido en 1932 pero cinco años más tardes difirió del objetivo soberanista del partido y fundó el Partido Popular Democrático. Desde esa plataforma alcanzó la gobernación, construyó el movimiento político más influyente del siglo veinte y fundó el concepto de relación con Estados Unidos que aún perdura en la cultura política puertorriqueña.
Barbosa y Muñoz se asemejaron en su rechazo a la independencia como fórmula descolonizadora. Promovieron conceptos distintos de autonomía política; el primero desde la estadidad y el segundo desde el territorio no incorporado. El enfoque de Barbosa giró alrededor de los derechos civiles y concibió a la estadidad como una manera de alcanzar los derechos plenos de la ciudadanía estadounidense. Por su parte, Muñoz Marín enfatizó la justicia social y concibió al Commonwealth como la manera más práctica de alcanzarla. Ninguno de los dos vio contradicción entre subordinar la soberanía política de Puerto Rico a Estados Unidos y sus metas de libertad plena.
El proyecto político de Barbosa no obtuvo mayorías políticas en su momento y pareció perecer frente al ímpetu autonomista de Muñoz Rivera y Muñoz Marín. Sin embargo, el tiempo le ha favorecido y eventualmente ha alcanzado las mayorías electorales que él nunca vio. Por su parte, el proyecto político de Muñoz Marín parecía invencible en su época, pero sus premisas se fueron desgastando hasta su desprestigio con el caso Sánchez Valle y la Ley Promesa de 2016. Sólo el tiempo dirá cuán relevantes serán sus visiones para el desenlace político de Puerto Rico.