Opinión

La columna más difícil de mi vida. Dedicada a mi suegro Raúl

El Nalgorazzi comparte que atraviesa por un momento de luto.

Raúl suegro de Nalgorazzi
Raúl suegro de Nalgorazzi

La columna más difícil. No sé ni cómo empezar. Me tiemblan hasta las manos y no paro de llorar. Ustedes perdónenme, por favor. Esta columna no es de ningún bochinche ni exclusiva. Ustedes saben lo privado que soy con mis asuntos personales, mucho más con los de familia y de salud. Es la primera vez que escribo o publico algo tan personal y doloroso, en pleno día de mi cumpleaños (31 de julio). Pero siento la responsabilidad de hacerlo a manera de desahogo y homenaje para una persona que ustedes quieren mucho y gozan cada vez que publico algo con él. Aprovecho que estoy solo en la casa de mis suegros en Mayagüez. Esta columna es dedicada a mi suegro y como si fuera mi papá, Raúl.

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Se me fue el suegrito bailarín…El gran Raúl que ustedes veían bailando en los boomerangs de Instagram, siempre dándose la fría y viviendo la vida al máximo con su mejor cara, dándonos cátedra de cómo disfrutar de verdad y tener la mejor actitud ante todo. Se nos fue el 29 de julio. Un 29 nació y un 29 murió. No se imaginan lo devastados que estamos, en especial mi esposa, mi amada Naomi (Nao) y su esposa, mi hermosa suegrita Mary (María o Magüi, como cariñosamente le llaman).

Llevaba casi dos días hospitalizado. Llevaba un tiempo sintiéndose mal de salud. Lo llevamos al doctor, lo estábamos atendiendo como se debe. Tenía citas médicas pendientes. Estuvo bien todos esos días. El sábado 27 de julio llegué en la tarde con Nao desde Caguas a estar con ellos en Mayagüez y pasar el fin de semana. Aunque aún no se sentía 100% bien, estuvo tranquilo, comimos en familia, nos dimos las cervecitas en la casa y hasta vimos el juegazo de nuestros Yankees vs Boston, que ganamos 11 a 8 en entradas extras. Cómo gozó el suegro con esa victoria, nos chocamos las manos como siempre, celebramos, brindamos con las cervecitas, él con su inseparable Medalla y yo con mi Michelob Ultra. Nos acostamos a dormir contentos. El domingo 28 todo cambió. No se sentía del todo bien. Luego de desayunar, pidió que lo lleváramos al hospital. Imagínate, se nos derrumbó el mundo. Nao y yo lo montamos en la guagua y lo llevamos a Sala de Emergencias. Nuestros semblantes eran de dolor, ansiedad, preocupación, incertidumbre. Imagínense, a nadie le gusta ver a un ser amado sufrir y mucho menos en el hospital. Al tiempo lo atienden y llevan a un cubículo donde le hicieron varios chequeos y lo estabilizan. Estaba más tranquilo, nosotros un poco también. Lo arropamos con una frisa que le llevamos, lo apapachamos como siempre. Estaba de buen ánimo. No permitían estar dos personas con él, solo una. Dejé a Nao acompañándolo. Ya eran las tres de la tarde y me fui a comer algo a la cafetería del hospital. Al rato Nao me dice que lo movieron a otro cubículo en Emergencias. Era muy difícil tratar de controlarnos, en especial Nao, para no llorar delante de él. Al rato relevé a Nao y me quedé un rato con él para que Nao se comiera algo. Imagínense si estaba tranquilo que hasta le puse en mi celular el jueguito de baloncesto femenino de Puerto Rico en las Olimpiadas. El juegazo contra Serbia. Estaba gozando, aún con su mascarilla de oxígeno y un montón de cables conectados. Casi cae sentao en la cama con ese final dramático donde las boricuas perdieron finalmente. Lorraine, hermana de Nao, estaba cuidando a su mamá, mi suegra, en la casa. La suegra lleva unos meses batallando con su salud, delicada y débil pero fuerte y con muchas ganas de vivir. Imagínense el panorama para todos nosotros. Devastador y de mucho estrés por esto y otras razones personales. Pero me tenía que regresar a casa en Caguas para trabajar lunes. Esa noche del domingo en casa, estaba viendo otro jueguito de nuestros Yankees y le dije a Nao que le dijera a Raúl que habíamos ganado de nuevo contra Boston y estaba contento. Tal como le prometí al despedirme en el hospital, le repetí que el lunes a las 6:40pm íbamos a ver juntos el otro jueguito, esta vez contra los Phillies, allí en el hospital. El suegro estaba esperando a que llegara ese momento que tanto disfrutábamos. Lunes 29 de julio me fui a trabajar. Sin fuerzas ni ánimo. Mi mente completamente con el suegro y todos en el west. Loco por que acabara el show de tv para irme con ellos. Dios me dio las fuerzas, definitivo. A media mañana Nao me informa del diagnóstico que le acababan de dar a Raúl. Era uno muy difícil. Se pensaba al principio que era otra cosa pero resultó ser esa luego de varios estudios. Pero aún así, estábamos positivos ya que había solución y pensamos que pronto le darían de alta. Me voy a reservar algunos detalles de eso y de la salud de mi suegra. Les pido que entiendan. Nao me envía una foto de su papá, de lo más tranquilo con una libreta de cazapalabras, concentrado. Todo bien. Es la última foto de mi suegrito, foto que atesoraré con mi vida, al igual que las cientos que me tomé con él. Salgo del show, me voy a casa a añadir más ropa al bulto (para uno o dos días más) y algo de ropa y otras cosas para Nao. Salgo para Mayagüez directo al hospital. Hablo con mi mamá Evelyn, Mamá Nalgo, como ustedes la conocen. Súper triste también con su esposo John allá en Maryland, locos por estar acá para ayudar, aunque no paran de orar. Mi mamá me dijo tantas palabras de aliento y entendimiento, de paz sobre estas situaciones dolorosas de la vida. Me recordó cuando perdió a su mamá, mi abuela Áurea, en 1998, del dolor que vivió pero de la aceptación de la voluntad de Dios. Yo iba llorando con ella por teléfono en esa llamada hacia Mayagüez. Pero necesitaba esas palabras y quién mejor que mi santa madre para decírmelas. Eran casi las seis, yo aún de camino, cuando me dice Nao que lo subieron al fin a un cuarto y lo iban a trasladar. Pasaron algunos minutos cuando me llama Nao llorando desesperada de que se se volvió a poner malo cuando estaban cambiándolo de cama y que lo iban a intubar. No podíamos creerlo, yo loco por llegar a estar con ellos. Traté de tranquilizar a Nao, quien también tuvo sus situaciones de salud en el pasado y no puede tener mucho estrés. Me aguanté y le dije palabras de aliento en lo que yo llegaba. Los médicos y enfermer@s le pidieron que saliera del cuarto para ellos bregar con la emergencia. Estaba sola afuera desesperada. Llegué a las 7pm de ese lunes 29 donde ella, miré de reojo al interior del cuarto, donde la puerta estaba a medio cerrar y los vi rodeando a mi suegro, bregando con la situación. Me abracé con Nao, lloramos, locos por tener detalles de lo que pasaba. A los cinco minutos salen todos con caras serias, los miré uno a uno y ninguno me miraba directamente. Sabía que no eran buenas noticias. Nos explicaron todo y dijeron que trataron y trataron pero no respondió más y que había fallecido, dándonos el pésame y autorizánonos a ver el cuerpo de Raúl.

Fue una de las noticias más devastadoras y fuertes que he recibido en mi vida. Se detuvo el tiempo. Era una pesadilla. Nao se desplomó llorando, tuvimos que sentarla, le subió muchísimo la presión. Me asusté muchísimo y trataba de calmar. Le dijeron que tenían que llevarla a Emergencias para atenderle su presión. No pudimos ver a Raúl debido a eso y yo preferí en ese momento atender a Nao primero antes de la impresión de ver a su papá sin vida. Pero el maldito protocolo de llevarla, así con la presión alta, en silla de ruedas empujada por la enfermera, a la entrada de Emergencias para que diera sus datos y contestar muchísimas preguntas y firmar tantas cosas, en vez de bregar con su salud primero y luego se firma lo que sea. Luego pasarla a la salita de espera, donde decidimos que yo iba a llamar a Lorraine para darle la noticia. Quería que Nao no le tocara eso ya que aún estaba con la presión alta y muy mal. Le escribí al WhatsApp a Lorraine pidiéndole que bajara al primer piso de la casa, lejos de su mamá y que me avisara para llamarla. En ese justo momento la suegra me llama. Miré al cielo. Con dolor, no podía contestarle para darle esa noticia, no me correspondía eso tan fuerte. Fue un momento de tanto dolor. Eran las 7:43pm. A las 7:45 (tengo esas llamadas registradas y tampoco las olvidaré), me llama Lorraine. No me salían las palabras, no encontraba qué ni cómo decirle tan triste noticia. Lo que me salió llorando fue un “se nos fue”. Lorraine no podía creerlo, bien bajito me repetía que no podía ser. Llorando le expliqué lo que pasó y le dije que le estaba pidiendo a Dios que pusiera sus palabras en su boca para decírselo a mi suegra y que estuviera tranquila, dentro de todo. Le repetía que ella y Nao mejor hijas no han podido ser y que le dieron todo el amor en vida, como debe ser. Ese es mi lema y lo será por siempre. Traté de calmarla un poco para que la suegra no la viera así ya que se iba a poner peor con la noticia. Regreso con Nao, ansiosa por cómo su mamá iba a recibir todo esto. Le dije que estuviera tranquila, que Lorraine se estaba encargando. Al rato llaman a Nao y la atienden, la presión le estaba bajando gracias a Dios. La llevan a un cubículo de observación donde le tomaron la presión y estaba ya normal. Pero había que esperar al médico, quien acababa de entrar a su turno. Nosotros sin poder ver a Raúl ni estar con la suegra ni Lorraine. Pasaron como 2 horas. Fui donde el médico, le expliqué y rápido fue donde ella, le preguntó si padecía de algo, a lo que Nao llorando le contestó: “del corazón roto”, yo aguantándome para no llorar. Le recetó algo para la ansiedad y nos fuimos rápido para arriba a ver a Raúl. Al llegar no pudimos verlo, ya se lo habían llevado a la morgue del hospital. Pensé rápido que quizá era lo mejor, comoquiera iba a ser duro para Nao verlo sin vida y se podía poner mala de nuevo. La tranquilicé con eso. Firmó el alta y nos fuimos para la casa.

No tienen idea de cómo fue ese momento tan duro de subir las escaleras y ver ese abrazo desgarrador de Nao con su hermana y con su mamá y luego todos juntos, llorando. No hay palabras para eso. Fue duro, duro de verdad. De recordarlo, estoy llorando. Pero la mamá, dentro de todo, estaba tranquila. Gracias a Dios en esos días se sentía más fuerte y había comido bien. Nuestras miradas por la casa eran y siguen siendo perdidas, sin creerlo, un silencio. Es que todo fue tan de repente. El suegro era fuerte pero no tanto y estaba muy apegado a su esposa. Imagínense, más de 40 años juntos y que se fuera en un abrir y cerrar de ojos. Estamos convencidos que el suegrito no pudo soportar la situación de salud de su adorada esposa, todo ese estrés que llevaba guardando por todos estos meses. Hasta que le explotó. Pero jamás, jamás pensamos que se nos iba a ir. Tratar de dormir esa primera noche fue otro reto. No dejaba de consolar a Nao para que descansara algo. Le repetía y repetía que se vale llorar. Me repite constantemente que no puede dejar de pensar en todo. Yo aguantándome, le dije que es normal y que siempre vamos a recordar todo, pero que recordemos tooodos los lindos momentos con él y que usemos esos pensamientos para evitar que nos derrumbemos, que eso nos dé fuerzas. Desde esa misma noche pedí libre toda la semana en la tv. Por eso no me han visto en la pantalla ni en redes. La siguiente mañana, ayer martes 30 de julio, fue un día de trámites con la funeraria y otras diligencias pertinentes y cita médica de mi suegra. Todos juntos dándonos apoyo. Raúl había pedido ser cremado pero como tiene muchos hermanos que viven lejos en otros pueblos, decidimos que fuera velado de forma privada, solo unas horas, para todos en la familia poder despedirnos de él. Ese día aún no ha llegado. Seguimos en la tensa espera. Pero sé que se avecinan días aún más duros, en especial ese. No tengo otra cosa en la cabeza que no sea el estar con ellas, acompañarlas, ayudarlas en lo que sea que pueda. Ya algunos familiares y amigos muy cercanos saben la noticia y no han parado de escribirnos y darnos apoyo. Estamos muy agradecidos y locos de verlos para abrazarnos, ese abrazo que tanto necesitamos en estos momentos. Pero ya llegará.

Cada segundo que pasa, cada vez que miro cualquier rincón de la casa y no verlo, se me parte el alma. No verlo con su guitarra y cervecita fría abajo en la hamaca escuchando sus emisoras AM, su música del ayer que tanto le gustaba y que yo a cada rato se la ponía en mi guagua cuando estaba con él en alguna diligencia, solo para complacerlo y verlo feliz. No paramos de llorar, pero no delante de la suegra, no queremos que se nos derrumbe. Ella le dice a Nao que si Nao está bien, ella va a estar bien. Y eso ella trata, de estar bien frente a ella ya que la hemos visto ponerse mal cuando ve a Nao o Lorraine llorar.

Ay suegrito, cuánto te extraño. Jamás nuestras vidas serán igual sin ti. Jamás ir al Yankee Stadium a ver un jueguito será igual sin ti o verlos por la tv. Extrañaré nuestras charlas con cervecita en la hamaca o en el trailer de Combate, metidos en la piscina, como tanto nos gustaba. La suegra feliz preparándonos picadera o comida, siempre juntos. Pura felicidad por tantos y tantos años. Eres y serás siempre como un papá para mí y te lo agradezco tanto desde el mismo primer día en el 2009 cuando comencé con Nao. Con la suegra me recibieron con tanto y tanto amor y yo a ustedes. Les debo tanto. Extrañaré cuando nos quedábamos en los Airbnb y hoteles que te gustaban tanto y donde grabamos muchísimos de esos videítos boomerangs que compartía feliz en mis redes. Cuando celebramos cada victoria de nuestros Yankees diciendo: ¡GANAMOS! De hecho, hemos ganado 4 juegos corridos desde el sábado hasta anoche martes. Sé que debes estar contento allá en el cielo. Extrañaré tu famosa frase “¡¡estoy seco!!” cuando querías darte otra fría, riéndonos todos.

Pero, luego de todos estos duros días que nos esperan, nos toca seguir adelante, no dejarnos derrumbar, seguir cuidando a la suegrita que tantos viajes se ha disfrutado con nosotros, al igual que Raúl, tantos lindos momentos en familia a donde quiera que íbamos. Nos toca seguir celebrando su vida, felices como él siempre fue, Nos toca honrarlo como se merece, con la mejor actitud ante cualquier adversidad, recordar sus tantos chistes. Debemos sentirnos tranquilos porque en vida le pudimos dar todo el amor del mundo y hacerlo feliz. Duele, claro que duele, aún lo sentimos con nosotros, como si no se hubiera ido, sin poder creer que esta pesadilla es realidad. Pero ya estaremos mejor, día tras día, con mucha fe. Estoy seguro que Raúl en el cielo quiere vernos bien y felices, no tristes. Sobre todo en salud, cuidándonos. Le agradezco tanto a Dios por permitirle vivir tantos años donde su familia lo disfrutó y dio amor y yo también. Gracias a todos los que leen esto por sus buenos deseos en este momento de dolor. Oren mucho por nosotros, por favor.

Esta columna está siendo publicada hoy día de mi cumpleaños y un día antes, 1ro de agosto, exactamente 15 años después de yo conocer al amor de mi vida, la mujer de mis sueños, mi espectacular esposa Nao, a quien prometo todos los días hacerla feliz, reír y cuidar hasta viejitos, al igual que ella me hace feliz y se entrega con su alma a cuidarme y acompañarme cada día, haciéndome reír con sus ocurrencias y dándome tanto amor puro. Nada puede ser más especial y simbólico.

Descansa en paz…suegro. Te amo y amaré siempre. Cuídanos desde allá arriba. Nos veremos del otro lado. ¡¡Estoy seco!!

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