Opinión

Kamala

Lee aquí la columna del abogado estadista

El ascenso de Kamala Harris en la política de California fue notable, ascendiendo de fiscal de distrito de San Francisco a secretaria de justicia de California y luego a senadora de Estados Unidos. Durante gran parte de este tiempo, ganó elogios como una política innovadora con un potencial aparentemente ilimitado.

Pero en el 2016 se dieron ciertos incidentes que sirvieron de advertencia sobre su carácter y su forma de proceder.

De hecho, varias juntas editoriales de distintos medios escritos del estado de California brindaron respaldaron su candidatura al Senado, calificando a Harris de reflexiva, pragmática, pionera y una defensora persuasiva de los intereses de los californianos. Sin embargo, estas como parte de sus respectivos endosos reseñaron lo que señalaban como un rasgo preocupante.

Daban la voz de alerta en cuanto a que en ocasiones, Harris había parecido más centrada en su carrera política que en el trabajo para el que fue elegida y, por lo tanto, demasiado cautelosa y reacia a defender posiciones sobre algunos temas controverciales, incluso cuando su voz habría sido valiosa y, en ocasiones, determinante para el debate. Como parte de la reseña, hacían referencia a varios casos en los que Harris no tomó posiciones sobre temas importantes, incluida la reformas de la justicia criminal en California.

Las críticas a Harris por su proceder calculado, sobreponiendo la estrategia política sobre las posiciones en temas clave, y la consecuente aversión al riesgo han seguido persiguiéndola.

Ahora, Harris tiene el escenario principal exclusivamente para ella como la probable candidata demócrata a la presidencia. Queda por verse cómo lo usará.

Harris fue una de las primeras en apoyar abiertamente la candidatura de Barack Obama para presidente en 2008, cuando muchas otros políticos de California apoyaban a Hillary Clinton. Optó por apoyar al joven de orejas grandes que podía dar un buen discurso, pero que solo había estado en el Senado durante dos años, por encima de la candidatura de la conocida esposa del expresidente Clinton. En ese sentido, tomó un riesgo que mirándo hacia atrás podría entenderse calculado, pero la realidad es que se aventuró a respaldar a quien en ese momento era el “underdog”.

Y aunque la precaución es uno de los rasgos de Harris que se ha reseñado en múltiples instancias en la prensa nacional, su disciplina es quizás el rasgo que la define.

Harris se destaca por su disciplina al mantenerse fiel al mensaje y el guión que con mucho cuidado diseñan sus estrategas políticos. Puede que no proyecte carisma al nivel de un Bill Clinton o un Obama, pero domina con fluidez las conversaciones con grupos pequeños y los encuentros cara a cara. Es el tipo de política a quien los reporteros pueden hacer una pregunta de 10 maneras diferentes y les responderá con consistencia y disciplina el mismo mensaje de 10 maneras diferentes.

Harris ha experimentado reveses políticos en los últimos años. Su campaña para la presidencia fracasó. Su vicepresidencia ha estado marcada por algunos altibajos: con positivos al convirtirse en una feroz protectora del derecho al aborto y negativos como consecuencia del pobre desempeño de la admnistración en atejar los problemas de migración desmedida por la frontera con México.

Antes de que Biden se retirara de la carrera hace un par de semanas, sus números en las encuestas no eran muy buenos. Sin embargo, en los últimos días las encuestas reflejan una mejoría consistente en sus números y una renovada energía y sentido de entusiasmo entre los votantes demócratas. Su energía y resistencia contrastan con las de Biden logrando niveles de donativos récord, y la mayoría de los comentaristas políticos opinan que presenta un caso mucho más sólido en contra de un segundo mandato de Donald Trump que el presentado por Biden durante el infame debate de junio.

Pero, ¿será suficiente? A pesar de su fuerte debut en este ciclo electoral, algunos expertos siguen preocupados por su elegibilidad y por la eficacia de su campaña. Aún cuando son preocupaciones legítimas, pienso que, a fin de cuentas, es una muy buena política, y es una muy buena activista; la historia nos dice que en la mayoría de las ocasiones, la gente que subestima a Kamala Harris termina perdiendo.

Más columnas de Alejandro Figueroa:

Síguenos en Google News:Google News

Lo Último