Hasta el momento la humanidad no ha encontrado un mejor sistema político que el liberalismo político, es decir, la democracia liberal. Igualmente, no existe mejor sistema económico que el liberalismo económico, el capitalismo. Ambos sistemas, cuando se ejercen bien, pueden lograr la justicia social.
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Justicia social entendida como el garantizar que los ciudadanos tengan las mismas oportunidades de disfrutar de las riquezas del país, evitando que el capital se acumule en las manos de unos pocos, para crear una clase media fuerte y cada vez más próspera.
Justicia social no significa la distribución equitativa de las riquezas del país entre todos los ciudadanos. La justicia social no debe confundirse con la dependencia al Estado. La justicia social es combatir las causas que crean la desigualdad, la marginación y la pobreza, mirando el sistema político, económico, social, moral y cultural en su totalidad. Requiere cambios estructurales para crear las condiciones idóneas de igualdad de oportunidades para todos.
Recientemente, han proliferado en Puerto Rico “recetas” económicas de economías soberanas y capitalistas que viven en democracia. Es decir, son economías que controlan sus variables económicas. Este no es el caso de Puerto Rico, ya que no controlamos las variables económicas, no somos una economía productiva, y al ser un apéndice de la economía productiva estadounidense, tiene como propósito principal consumir bienes producidos y distribuidos en los Estado Unidos.
¿Qué pretenden resolver esas “recetas” económicas? Puerto Rico vive uno de los momentos más difíciles de su historia. La mitad de la población del país está en el umbral de la pobreza; el índice de desigualdad es de los más altos del mundo; la taza de participación laboral es de apenas 40%; la dependencia de subsidios y donaciones estadounidenses es total; los niveles de corrupción son sin precedentes; los sistemas de salud y educación colapsados; el sistema eléctrico en ruinas; la criminalidad y violencia a niveles insoportable; la emigración, galopante; la economía, improductiva e incapaz de generar empleos y riqueza; el sistema político, antidemocrático, con una ausencia total de visión de futuro; se vive con la certeza de que todo irá a peor y sin esperanza.
Esas personas y grupos que importan “recetas” de países soberanos pretenden atender cada uno de los “síntomas” de nuestra tragedia económica colonial con parches o remiendos, sin pretender “curar” la enfermedad. Esa enfermedad no es más que la ausencia de democracia y la economía colonial, es decir el colonialismo. Recordemos que por definición las colonias no son democráticas, aunque se realicen eventos electorales.
¿En verdad pretenden lograr inversiones, creación de capital y generación de empleo sin democracia y bajo una economía colonial? ¡Es absurdo! Los que así lo pretenden, lo que realmente logran con ese espejismo es ahondar nuestra tragedia colonial. Eso es un capitalismo falso y son demócratas engañosos.
Tengamos muy claro de una vez y por todas, Puerto Rico no podrá enfrentar sus retos socioeconómicos bajo un régimen colonial, por lo que todo debate serio sobre nuestro futuro económico debe partir de la descolonización y la soberanía, para que así podamos construir una economía productiva que genere capital, empleo y con ello la justicia social.