El sistema de educación pública en Puerto Rico está atravesando una crisis que afecta de manera profunda el futuro de nuestros jóvenes y, por ende, el desarrollo de nuestra sociedad.
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Actualmente, el Departamento de Educación de Puerto Rico administra alrededor de 858 escuelas públicas, muchas de las cuales enfrentan serios problemas de infraestructura. Un informe de la Autoridad de Edificios Públicos y el Departamento de Educación, fechado en junio de 2021, revela que aproximadamente el 30% de las escuelas públicas están en condiciones críticas y requieren reparaciones urgentes, mientras que otro 40% necesita mantenimiento regular para garantizar un entorno adecuado. Entre 2017 y 2018, se cerraron aproximadamente 300 escuelas debido a la baja matrícula y las limitaciones presupuestarias, una medida que subraya la necesidad de una reestructuración integral.
A pesar de contar con un presupuesto de más de $5 mil millones, las escuelas en Puerto Rico sufren de falta de recursos. Con una burocracia administrativa central, que consume cerca de dos mil millones, y sufriendo una escasez de materiales educativos, equipos tecnológicos, y otros recursos esenciales. Así, los maestros, en muchos casos, se ven obligados a gastar de su propio bolsillo para suplir estas carencias. La corrupción, el nepotismo, la falta de coordinación y la burocracia han creado un ambiente donde la desigualdad educativa prevalece, con disparidades significativas en la calidad de la educación entre las zonas urbanas y rurales.
La deserción escolar es alarmante, calculándose aproximadamente en un 12%, lo que coloca a la isla en segundo lugar detrás de Nuevo México, y es el doble del promedio en Estados Unidos. Este fenómeno afecta principalmente a los estudiantes de secundaria, en especial varones, que abandonan la escuela antes de completar su educación debido a problemas económicos, falta de apoyo familiar, y la percepción de que la educación no ofrece beneficios tangibles. Además, se estima que 19,459 adolescentes no están matriculados en la escuela ni trabajan formalmente, lo que agrava la situación. A esto se suma que entre 2017 y 2020, más de 14,500 maestros abandonaron la isla en busca de mejores oportunidades laborales en Estados Unidos, una cifra que refleja la crisis económica y las condiciones laborales adversas que enfrentan los educadores en Puerto Rico.
El currículo educativo en Puerto Rico está desfasado y no se alinea con las necesidades del mercado laboral moderno ni con las habilidades del siglo XXI. Esto deja a los estudiantes mal preparados para los desafíos del mundo laboral y académico tras su graduación. Además, muchos estudiantes enfrentan desafíos psicosociales significativos, como la pobreza, la violencia doméstica y problemas de salud mental, que interfieren con su capacidad para aprender y desarrollarse adecuadamente en el entorno escolar.
La situación actual exige una reforma educativa integral. Proyecto Dignidad viene planteando públicamente algunas propuestas que son claves para lograr esta transformación:
- Erradicación de la mediocridad, corrupción y clientelismo político: Es fundamental eliminar la corrupción y el clientelismo que afectan negativamente al sistema educativo. Esto implica una gestión transparente y eficiente de los recursos, así como la implementación de políticas educativas que respondan a las necesidades reales de estudiantes y maestros. Hay que terminar con el control partidista del sistema educativo de Puerto Rico, separando el proceso de desarrollo curricular del andamiaje administrativo.
- Reestructuración curricular: El currículo debe ser actualizado para preparar a los estudiantes para los desafíos del mundo laboral moderno y las exigencias del siglo XXI. Esto incluye la integración de habilidades tecnológicas, pensamiento crítico, y destrezas para la convivencia social y valores, respetando el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos conforme a sus creencias y valores, primordialmente en asuntos de identidad, creencias religiosas y sexualidad. Rechazando caer en políticas identitarias con enfoques o modelos ideológicos, entre ellos los basados o enraizados en conceptos subjetivos tales como: el “género” u otras hipótesis o “teorías críticas” con animosidad política de corte antagonista o radical. Máxime, cuando se ha hecho evidente el fracaso de dichos conceptos, enfoques o modelos en otras jurisdicciones a nivel mundial.
- Capacitación laboral: Es necesario establecer programas en colaboración con el sector privado que ofrezcan adiestramiento técnico, consejería, y oportunidades de trabajo a tiempo parcial para los jóvenes en los grados 9-12.
- Participación comunitaria y familiar: El gobierno debe devolver la autoridad a las familias y comunidades en lo que respecta a la educación, incluyendo el poder del presupuesto escolar. Empoderar a las familias en el proceso educativo permitirá una mayor participación y garantizará que se respeten sus valores. Promoveremos un sistema educativo descentralizado, gobernado por juntas locales compuestas por maestros, padres, estudiantes, lideres comunitarios y gobierno municipal, completamente libre de ideología de género.
- Colaboración intersectorial: La resolución de los problemas educativos debe involucrar a todas las partes interesadas, incluyendo padres, educadores, estudiantes, el gobierno, organizaciones del tercer sector, investigadores, y patronos. Solo a través de una colaboración coordinada se podrán desarrollar soluciones equitativas y efectivas que garanticen una educación de calidad para todos.
- Potenciar la educación alternativa: La familia y la comunidad debe tener una amplia libertad de poder escoger la forma y manera en que deciden educar a sus hijos. Por eso, defenderemos y buscaremos ampliar las oportunidades para el desarrollo de la educación alternativa en Puerto Rico, así como del homeschooling, Iglesias-Escuelas, microescuelas y otros conceptos que han probado ser efectivos y dinámicos en la educación de las nuevas generaciones.
El sistema de educación pública en Puerto Rico enfrenta desafíos significativos que requieren una acción decidida y coordinada. La educación es la clave para reconstruir nuestras comunidades y asegurar un futuro próspero para Puerto Rico. Podemos lograrlo. ¡Adelante, con fe!