El mundo está al revés. En las próximas elecciones se enfrentarán independentistas de “derecha”, como Joanne Rodríguez Veve del Proyecto Dignidad, a estadistas de “izquierda” o centro izquierda como José Bernardo Márquez del Movimiento Victoria Ciudadana. Algunos dirán que el mundo se va a acabar, que el Armagedón está a punto de comenzar en el Medio Oriente, o que Putin o Trump son el anticristo. Se trata del nacimiento de una nueva era, un enfrentamiento entre lo nuevo y lo viejo. Lo nuevo no nace y lo viejo no muere y en ese claroscuro aparecen monstruos y se popularizan las “realidades alternativas”.
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Las nociones de izquierda y derecha son ambiguas y su definición varía según el contexto histórico en el que se definen. La noción de una “izquierda” y una “derecha” política se origina en la Asamblea Nacional Constituyente durante la Revolución Francesa de 1789. Los diputados que se oponían al poder de veto absoluto del rey sobre las leyes de la futura asamblea legislativa y que afirmaban la soberanía nacional por encima de la monarquía se ubicaron en los bancos a la izquierda del presidente de la asamblea. Los que favorecían los poderes de veto del rey se sentaban en los bancos a la derecha del presidente de la asamblea. Las posiciones de derecha y/o de izquierda varían según los contextos histórico-políticos que se estén analizando.
La lucha política tiene una dimensión de “lucha por el significado”. Así que “la derecha” se define como conservadora, pro familia, pro valores de “equidad y respeto entre los seres humanos” y libertad económica. Esto en medio de campañas políticas internacionales que definen las derechas europeas y norteamericana como contrarias a los derechos de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, homofóbicas, xenofóbicas, aporofóbicas y pro “capitalismo salvaje”.
Meter miedo es la orden del día en las campañas políticas, la derecha vive del miedo. En Estados Unidos Donald Trump habla de una invasión de inmigrantes por la frontera de México. En Puerto Rico, la posibilidad de un triunfo de La Alianza de país que propone un proyecto de buena gobernanza se denuncia como comunista y dictatorial. A falta de argumentos sustantivos, llevan semanas tratando de asociar al candidato de La Alianza, Juan Dalmau, con regímenes dictatoriales como el de Daniel Ortega en Nicaragua y el de Nicolás Maduro en Venezuela, a pesar de declaraciones de condena a Ortega y distanciamiento de Maduro.
Se inventan conexiones político-económicas que sólo existen en mentes que desconocen la historia. Además de hablar de un comunismo que ya no existe, se confunde el socialismo con la social democracia. Escuché decir a uno de esos ignorantes que la social democracia llevaba al socialismo. Ello a pesar de que los países escandinavos, dominados por la social democracia tienen los más altos índices de prosperidad económica y los más bajos índices de pobreza del mundo en una economía mixta liderada por empresas privadas, además de ser democracias sólidas. España está gobernada por una coalición encabezada por un partido socialista (Partido Socialista Obrero Español) y en Inglaterra acaba de arrasar el Partido Laborista (socialdemócrata) y a nadie le preocupa la llegada del comunismo ni de la dictadura.
No obstante, las mentes febriles de las derechas puertorriqueñas, la nueva del Proyecto Dignidad y la tradicional del Partido Nuevo Progresista, se empeñan en decirnos que si gana la izquierda llegará una “dictadura comunista” peor que la de Nicolás Maduro, que si es dictadura, pero no comunista. Este argumento ignora por completo que Puerto Rico es una colonia de Estados Unidos y que luego de décadas de gobiernos del PNP no hemos visto ningún adelanto de la estadidad y pero sí de la corrupción pública. Gane el partido que gane, el estatus no cambiará y Puerto Rico seguirá siendo una colonia capitalista estadounidense.
Lo que sí es posible cambiar en las próximas elecciones es la mala gobernanza: la corrupción, los malos servicios de salud propiciados por la avaricia de las aseguradoras médicas, el abandono de las escuelas para el beneficio de contratistas donantes del partido en el poder, la malversación de fondos federales destinados a los pobres. Los que se enfrentan en las próximas elecciones no son la derecha buena versus la izquierda mala, la democracia versus “el comunismo” totalitario inexistente. De lo que se trata es del enfrentamiento de un proyecto para la buena gobernanza versus un proyecto probado de mala gobernanza. Por eso vemos enfrentados a estadistas de izquierda e independentistas de derecha. Por eso el mundo parece estar al revés. Lo que parecía bueno se descubre como malo y lo que parecía malo aparece como bueno.
¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! Isaías, 5: 20